AGUDA CRISIS POLÍTICA, EN CALDAS

 

Octavio Hernández Jiménez

 

El director de Planeación Nacional, el pereirano Simón Gaviria, hijo de expresidente, llegó a Manizales a exponer sus políticas de desarrollo y, para que a los manizaleños no les ardiera mucho la herida de la derrota en cuanto a los proyectos planteados para el departamento de Caldas, anunció que el gobierno Santos había reservado la cantidad de 60 mil millones de pesos para Aerocafé, una bicoca siendo que su costo se calculaba en 392 mil millones. De esos 60 mil millones que tan amablemente ofrecía, 20 mil millones correspondían a vigencias anteriores que no se habían entregado. En plata blanca, apenas ofrecía 40. Si los manizaleños querían aeropuerto en Palestina que el departamento de Caldas y la alcaldía de Manizales financiaran el resto: más de 300 mil millones. Ni locos.

 

El gobierno nacional no le enrostró eso a  las gentes de Medellín cuando anunció las inversiones para los aeropuertos de Rionegro y Medellín, ni en Barranquilla, Ibagué, Neiva, Popayán, Montería, Quibdó, Carepa y Corozal, ciudades a donde fue el presidente a anunciar la financiación de ampliaciones, adecuaciones y modernizaciones de sus terminales aéreos. En 2016, se estaban modernizando 52 aeropuertos en el país. Jamás apareció Manizales en esas listas.

 

El caso más llamativo era el de Quibdó, en donde un aeropuerto de 1.400 metros de largo se amplió a 1.800 metros. Todo se hacía a marchas aceleradas. La Agencia Nacional de Infraestructura, en 2016, avanzaba en lo que llamó “la primera ciudadela aeroportuaria del país”: un aeropuerto grande, moderno y un Centro de Servicios donde funcionará un hotel de cinco pisos y 50 habitaciones; el primer centro comercial de la ciudad, con salas de cine, juegos y supertiendas y una inmensa biblioteca. El centro de servicios ocupará un área de 19.888 metros cuadrados. En 2015 se movilizaron 381.574 pasajeros por el terminal de Quibdó, a través de cuatro compañías de aviación. Qué envidia no tener una clase dirigente como las de otras regiones.

 

Causaba asombro leer las triquiñuelas que tejieron los de la Financiera y Planeación Nacional para destruir el proyecto de Aerocafé, aprovechando que la capital de Caldas ya no contaba con una clase dirigente que se opusiera con éxito a la aplanadora del gobierno. Don Simón agregó que tampoco había plata para el SEPT (transporte urbano) de Manizales. Y, en la Ciudad de las Puertas Abiertas, todos inmutables ante tanta petulancia. Los que se quedaron con los cubiertos en la mano, en el Club Manizales, esperando al Presidente que no subió al piso principal de ese centro social, 20 días antes, posiblemente vislumbraban la catástrofe que se avencindaba. O, de pronto, ni eso.    

 

¿Qué decían los manizaleños? “La mayoría de mani-salados calla ante el alza de los servicios públicos; no protesta porque le da pena salir a la calle. Los señoritos azulejos, aquellos que rondan la zona rosa son un espejo terrible y una máquina falsa. Somos lluvia de falsedades y aguaceros de mentiras. Tenemos una pobre educación, con estructura en ruina; la salud sin medicamentos profesionales, llena de tutelas y mala atención; ciudadanos indefensos ante el crimen y el delito; ambiente en malas condiciones; invasión al espacio público; prostitución y pandillas y una vida de rebusque. Una ciudad sin opinión seria, con un periodismo que vive de la pauta de los politiqueros. Basura, mugre, estiércol, contaminación, cloacas, miseria, desempleo, inseguridad. ¿De dónde sale el calificativo de buen vividero? ¡Alerta, no me han dado nada!” (Enrique Arbeláez Mutis, 2 de enero de 2015, p.22).

 

Simón Gaviria regresó a Manizales el 26 de febrero de 2016. José Octavio Cardona era el alcalde que lo recibió y el  gobernador era Guido Echeverri. A su visita, asistieron los 27 alcaldes de los municipios. Trazó el diagnóstico de los planes de desarrollo y de ordenamiento territorial (POT). “Resaltó que si bien Caldas tiene potencialidades, como ser el tercer departamento más competitivo del país, y Manizales la ciudad donde es más fácil hacer negocios, la cuarta con mejor calidad de vida de Colombia y cuarta en ciencia, tecnología e innovación, también tiene riesgos que deben corregir con estos planes” (Martha Lucía Gómez, 27 de febrero de 2016, p.11). Recordó que la pobreza, en Caldas, de acuerdo con el ingreso monetario, está por encima del promedio nacional. Dio la voz de alarma porque Manizales se convertía, a pasos acelerados, en una ciudad de viejos. La ciudad debería impulsar el tema de la educación superior para atraer jóvenes. “Del Sistema Estratégico de Transporte Público (SETP), informó que sí había recursos. Es un proyecto que introdujimos en el Plan Nacional de Desarrollo, de mucha importancia para Manizales y Villamaría. Es una inversión de 314 mil millones de los cuales la Nación tendría que poner 220 mil millones. Es claro que Manizales, Pereira y Armenia, con los municipios que los rodean, serán una aglomeración de 1,8 millones de personas y que se debería pensar en hacer un esfuerzo para generar entre todos un sistema de transporte urbano” (Ibid.). Por lo visto y oído, echó reversa, en varios asuntos, a Dios gracias.

 

Una de las ventajas de los cambios de administración es poder informarse de los pecados pequeños y grandes de las administraciones anteriores. En los reproches mutuos que se dan con motivo de cambio de administración, el alcalde José Octavio Cardona responsabilizó a los exalcaldes Juan Manuel Llano y Luis Roberto Rivas por comprometer recursos de administraciones futuras. El 63% de la inversión de Manizales va al pago de vigencias futuras y créditos, dijo la nueva contralora municipal, Ana Cristina Jaramillo, en el Concejo. El alcalde José Octavio Cardona anunció que no había plata para terminar proyectos como la Avenida Colón. Mejor dicho, la situación financiera del municipio no pasaba por el mejor momento. “A la administración de Jorge Eduardo Rojas y a esta nos correspondió la parte más difícil del pago de vigencias futuras: los años 2016, 2017 y 2018. Si el municipio no toma medidas urgentes entrará en graves problemas de viabilidad. La decisión del alcalde es que no puede sostener los diseños de la Avenida Colón; terminarla costaría 100 mil millones, e intervenir el Parque Liborio, 50 mil millones (un dólar costaba 3.300 pesos). El pago de vigencias futuras de 2016 es para terminar de cancelar el cable aéreo Fundadores-Cámbulos y obras como la Plaza Alfonso López y parte de la Avenida Colón. Las vigencias de 2017 y 2018 son para la Colón que corresponde a 80 mil millones. No somos capaces” (La Patria, 25 de febrero de 2016, pp. 1 y 7).

 

La contralora Ana Cristina Jaramillo en su informe ante el Concejo, se mostró preocupada. “Entre vigencias futuras y créditos, Manizales tiene compromisos de por lo menos 207 mil millones de pesos. En rentas propias debe atender durante los años 2016, 2017 y 2018, casi 47 mil millones en deuda pública y 160 mil millones hasta el 2023 en vigencias futuras” (Ibid).

 

Como no hay situación por mala que sea que no sea susceptible de empeorar, el 21 de julio de 2016, los  medios de comunicación informaron sobre la suspensión provisional del gobernador Guido Echeverri Piedrahíta, asunto que estaba en el aire desde marzo cuando el Consejo de Estado lo hizo a un lado, “mientras este tribunal estudiaba dos demandas en contra de su elección”. El Consejo de Estado consideró que la elección del gobernador Echeverri Piedrahíta fue una reelección y si así fuera el nombramiento por votación popular que se llevó a cabo el 25 de octubre de 2015, no sería válido. En forma implacable, el demandante solicitó suspender provisionalmente al gobernador mientras se avanzaba en el estudio. El ministro del Interior encargó del departamento al exministro de Ambiente, también caldense, Gabriel Vallejo López. Esta era la segunda vez que Guido era suspendido, con el agravante que, en la primera ocasión, la destitución quedó en firme. Mauricio Lizcano, senador y presidente del Senado de la República dijo: “Esto es prueba de la antropofagia política que hay en el departamento, donde a quien ven triunfar lo tumban a punta de demandas. Aquí, mucha gente se acostumbró a ganar las elecciones, no con votos sino en tribunales. Los proyectos grandes se truncan”.

 

El deterioro administrativo se agudizó. Trastabillamos. “En cuatro años y 10 meses, Caldas ha tenido diez gobernadores. Mario Aristizábal Muñoz: sale en septiembre de 2011. Septiembre del 2011: Nombrado gobernador encargado el viceministro del Interior Juan Fernando Londoño. Octubre del 2011: Encargado de la gobernación Carlos Alberto Correa, secretario departamental de planeación. Octubre a diciembre de 2011: Encargan a Francisco José Prieto Uribe para terminar el período de Mario Aristizábal. Enero del 2012 a mayo del 2013: Se desempeña como gobernador Guido Echeverri Piedrahíta. Junio del 2013: Nombran a Juan Martín Hoyos Villegas como gobernador encargado. 25 de agosto de 2013: Convocan a elecciones para nombrar nuevo gobernador y gana Julián Gutiérrez Botero. 2014: Por incapacidad médica que sufrió Julián Gutiérrez, ante una cirugía del corazón, quedó al frente de la gobernación por un mes y medio, Patricia del Pilar Ruiz Vera. 25 de octubre de 2015: Guido Echeverri gana de nuevo otra elección para gobernador, con la votación más alta en toda la historia del departamento: 198.000 votos. Asume el primero de enero de 2016. 25 de julio de 2016: Gabriel Vallejo López asume como gobernador encargado” (Martha Lucía Gómez, 24 de julio de 2016, p.11). ¡Pobre Departamento!...

 

La extensa lista de gobernadores provisionales quedó incompleta, aún sin posesionarse el gobernador encargado que reemplazaría a Guido Echeverri. Gabriel Vallejo, nombrado en el alto gobierno para recibirle a Guido, estaba de vacaciones en Estados Unidos por lo que no se presentó y Guido siguió despachando una semana más sin saber a quién entregarle el despacho y los asuntos más urgentes. El viernes 29 de julio de 2016, desde la presidencia de la república anunciaron que se nombraría a Ricardo Gómez como gobernador de Caldas, escogido de una terna que a las volandas le pasaron los del partido del sustituido. Sin posesionarse, el sábado 30, Gómez dio declaraciones como si se tratara del nuevo gobernador posesionado. Fue rector de la Universidad de Caldas entre 2007 y 2013 mientras que Guido lo había sido entre 1995 y 1998. Lo inaudito: el lunes 1 de agosto se supo que en la presidencia de la república estaban dudando sobre el nombramiento de Ricardo Gómez pues, según noticias de prensa, “existe una investigación en contra de Gómez por un supuesto fraude procesal que habría cometido cuando era rector de la Universidad de Caldas”. Gómez le dijo a la prensa capitalina que esa acusación “era un tema menor y estoy cien por ciento seguro que va a salir bien, porque ahí no hay nada sino un conflicto laboral… El presidente Santos sabe que eso es una cosa natural que a todo funcionario público le hacen cualquier tipo de averiguaciones” (El Tiempo, 1 de agosto de 2016, p.1).

 

Vallejo y Gómez se iban sin haber llegado. Increíble e insoportable para una región que en la presidencia le pararan tan pocas bolas que no consultasen si un candidato que nombran para allá, como Vallejo, estaba disponible para actuar en el cargo que lo acaban de nombrar y si el siguiente tenía o no líos con la justicia. Era lo mínimo que haría un gobernante acucioso. A Juan Manuel Santos, por Dios, a Santos, no le interesaba Caldas y a los caldenses, con su clase dirigente a la cabeza, le interesaba menos el presidente y el departamento. Nadie dijo nada en medio de esa confusión de lenguas. Kafka, ora pro nobis.

 

El representante  a la Cámara por Caldas, Mario Castaño, del partido liberal, comentó: “Son cuatro años menos de gestiones directas ante el Gobierno Nacional, cuatro años menos de credibilidad frente a los organismos gubernamentales y sociales del país…” (Ibid.). Como Sísifo, el departamento de Caldas se ve obligado, hasta la eternidad, a subir  una piedra a la cumbre de la montaña y apenas la coloca en ella, la piedra resbala montaña abajo; en cada intento de estabilización, a Caldas le toca volver a bajar y reiniciar el ascenso con la piedra al hombro. ¡Qué piedra!