APODOS REGIONALES, EN CALDAS

 

Octavio Hernández Jiménez

 

 

No todos los apodos son individuales. Los hay familiares y regionales. En este caso los llamaríamos apodos totémicos que en algunos pueblos caldenses han acuñado para señalar a sus vecinos: Les dicen a los de:

 

Aranzazu: Tullidos. La razón está en que, a la entrada y la salida del pueblo vivían dos tullidos, por coincidencia con el mismo nombre y el mismo apellido lo que se prestaba para insistir en las confusiones. De allí nació el apodo.

 

Belalcázar: mirlas. Me contaban que ese era el título de una composición musical de Luis Angel Londoño, popular belalcazarita que tuvo enorme  éxito artístico en la capital del Valle, tanto que es autor de un pasodoble sobre la monumental plaza de Cañaveralejo.

 

Chinchiná: sordos. Y la explicación es la misma que el sobrenombre de Aranzazu solo que en Chinchiná cambian  los tullidos por los sordos.

 

Filadelfia y La Merced: caratejos.

 

Marquetalia: caturreros, según los de Victoria.

 

Marulanda: lanudos.

 

Neira: en otros tiempos eran godorros, muy godos o conservadores en política, según una caricatura del Maestro Rendón en el periódico El Tiempo.

 

Pácora: matracos, matracas o yucanegras.

 

Riosucio: patianchos.

 

Salamina: niguateros.

 

Samaná: según algunos samaneños a ellos les pusieron en otra época, cuando la violencia era patrimonio de los pueblos, el apodo de Macheteros tanto que, hasta tenían un dicho:  ¡Samaná no lleve machete que allí le damos!

 

Villamaría: repolleros o cebolleros en la época en que las legumbres no había que importarlas de la sabana cundiboyacense.

 

Victoria: aguacateros porque, según los victorienses, en Bogotá tienen fama los aguacates de Victoria.

 

Viterbo: estábamos cómodamente sentados a una mesa al aire libre en el parque principal cuando les pregunté cómo les decían a los de allá y, un viterbeño de nacimiento, ante sus amigos contestó: A nosotros nos dicen Los Ciegos porque aquí, pase lo que pase, nadie ha visto nada.

 

Más allá de las fronteras artificiales:

 

A los de Santa Rosa de Cabal les dicen los hueveros ya que, los de Santa Rosa de Viterbo (Boyacá) son los cotudos.

 

Quinchía: jurimbos o peliparados.

Guática: chirimoyos.

Armenia: cuyabros.

 

Pereira: los mismos pereiranos se han inventado un cuento con motivo del tradicional aguacero de la una de la tarde, en épocas pasadas cuando la meteorología funcionaba bien: Dios le dio una ruana a Colombia y a Pereira le tocó el roto. De ahí que algunos pereiranos dotados de buen humor le pusieron el nombre a su ciudad de Cielo Roto.

 

Con la clásica emulación entre Pereira y Manizales, los de Manizales dicen que a las pereiranas las llaman las sordas porque les dice uno que se sienten y ellas se acuestan. Los pereiranos no se quedan callados. Dicen que las manizaleñas son las bizcas porque miran a uno y se le entregan a otro.

 

Este fenómeno lingüístico no es reciente. Ya, Bernardo Arias Trujillo en su obra Risaralda trae la siguiente copla:

 

(En épocas idas a Chinchiná le conocían como San Francisco o San Pacho y Villamaría era La Aldea de María). Dice Arias Trujillo:

 

En San Pacho están las sordas

y en Aranzazu las feas,

las lindas en Manizales

y las pu...ras en la Aldea.

 

Creatividad colectiva a flor de labios, palabras anónimas que se transmiten sin un sustento escrito,  que arraigan por buen tiempo sin estar institucionalizadas, que hacen parte de la picaresca y manifiestan el alma regional. Juegos verbales con que goza el pueblo. Puro folclor.

 

 

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