FALTA DE CONCIENCIA SOBRE LA PANDEMIA

 

Octavio Hernández Jiménez

 

En tiempos de pandemia, los caldenses, a través de la radio, la televisión y la prensa nos hemos informado de los titánicos esfuerzos que vienen realizando muchos gobernadores, alcaldes y directivos de salud, en otros departamentos y, más bien de lo pocón que están haciendo, intentando hacer y no  han hecho, en departamentos como el nuestro. Tal vez sea cuestión de publicidad.

 

La gente conversa por teléfono, en familia o con personas de apartamentos vecinos, sobre la caótica situación que padecen Barranquilla, Cartagena, Bogotá, Cali, Leticia, Tumaco, focos del coronavirus, en el país, o se entretienen con Nueva York y Brasil, sin que se confundan por el estado de la cuestión, en otros puntos del departamento. De pronto, mencionan La Dorada, al principio por pura compasión y, luego, por admiración, cuando el puerto encontró la ruta afortunada para salirle adelante a la pandemia. Sin embargo, pocos caldenses han intentado responder  la pregunta ¿Qué haríamos, llegado el caso de complicarse la situación?

 

A diario, aparecen varias páginas, en “el periódico de casa”, dedicadas al coronavirus en Caldas pero, al abandonar la lectura, todo sigue igual. El miércoles 17 de junio, a 90 días de haberse iniciado el confinamiento nacional, el diario de la región informó: “La ocupación de camas de Unidad de Cuidados Intensivos en Manizales es del 68,5%. Hay 53 libres, es decir el 31,5%”. (B. Eugenia Giraldo, 17 de junio de 2020, p.4). El comentario de la gente, en forma displicente, fue: No estamos muy bien pero tampoco mal. Sin embargo, si esa noticia se hubiera dado en Bogotá o Cali, el escándalo sería mayúsculo. Hacía 8 días, la alcaldesa de la capital del país amenazó con que, cuando llegaran a ocupar el 50% de las camas UCI,  allá, declararía alerta naranja, y luego, roja. Todo el país esperó el desenlace.

 

En la misma entrevista en la que hizo la anterior revelación, el secretario de Salud municipal, Carlos Humberto Orozco, comentó que en Manizales había 168 camas de UCI. “En el momento en que haya unos 8 pacientes por la covid-19 entraríamos en alerta. En el momento, por la covid-19 solo hay una persona, ya confirmada, en UCI. Las demás están por enfermedad general y accidentalidad” (Ibid.). Reinó el desconcierto. ¿Cómo así que hay una sola cama ocupada con pacientes de covid-19, entre 168 camas UCI, y el vocero de la salud en Manizales tiene la desfachatez de decir que si llegan 8 pacientes “entraríamos en alerta”? La explicación agravó el panorama: “Las demás están por enfermedad general y accidentalidad”. Claro que las personas con morbilidades del corazón, de infartos, derrames y otras,  tienen el derecho de permanecer hospitalizados, el tiempo requerido.

 

Pero, ¿si en forma cotidiana, en Manizales, las camas UCI tienen una ocupación entre el 85% y el 95% con otras dolencias, cuántas tienen dispuestas para cuando se dispare el contagio de coronavirus? Resultamos en la misma situación del vecino Chocó a donde el gobierno nacional envió las camas para atender los casos de infección de covid-19 pero ya están copadas con otras clases de enfermos, y a los infectados por covid-19 no tienen dónde ubicarlos.

 

En Manizales, a mediados de junio, había un solo paciente de coronavirus, en UCI pero, ¿qué se va a hacer cuando de Manizales y el resto del departamento aparezcan 8, 10 o más  ambulancias con contagiados? Para eso, asignaron dinero por montones a nivel nacional, departamental y municipal, con tal de estar preparados. ¿Entonces, qué está pasando? Y nadie se inmuta. Lo ratificó el secretario de Salud: “Las UCI  prácticamente permanecen copadas, entre el 85% y el 95%) (Ibid). 20 más de contagiados, con 5 para camas UCI, y estaremos en serios aprietos.

 

Un ejemplo a seguir sería lo alcanzado por el Valle del Cauca que, el 17 de junio de 2020, contaba 6.247 contagiados, se habían recuperado 3.400, en casa y 1.614 en centros de salud. Había 72 hospitalizados y 131 pacientes en unidades de cuidados intensivos (UCI).  La gobernadora del Valle comentaba: “Esto demuestra que las acciones que hemos tomado han sido para bien. Tenemos el 53% de unidades de cuidados intensivos disponible” (El Tiempo).

 

¿Qué viene encima? Un panorama hospitalario al estilo Barranquilla. Entre el viernes 12 y el lunes 15 de junio, hubo puente festivo. Pero, en la capital del Atlántico, “los más de 11.000 contagios y 451 fallecimientos pareciera que no importaran a muchos pues más de 5000 fiestas clandestinas fueron intervenidas, 121 riñas y dos galleras donde se hacía esta práctica de manera ilegal” (El Tiempo, 17 de junio de 2020, p.1.2).

 

El martes 16 de junio de 2020, un parlamentario costeño, en reunión del senado de la república, las emprendió contra el ministro de Salud porque la semana anterior había estado en Curramba la Bella y comentó, a la administración, que allá todo estaba bien, por lo que el senador se atrevió a denunciarlo por haberles mentido. Según su discurso, el ministro era un mentiroso. Increíble. La gobernadora, el alcalde y el mencionado senador debieron aprovechar la visita del epidemiólogo que ejerce, en forma acertada, las funciones de ministro de salud para insistirle en la urgencia de dotar de camas UCI los centros hospitalarios del Atlántico y, en esa reunión, ponerse a clamar, llorar, gritar, pero se limitaron a posar para los noticieros, adornados con el tapabocas, y esperaron a que el ministro les hiciera algún comentario que aprovecharon para luego echarle en cara que si estaban mal era porque el ministro les había dicho que todo estaba bien aunque, por lo oído, al ministro no le comentaron los estragos causados por las 500 fiestas que la policía había tenido que intervenir. El senador guardó silencio sobre las solicitudes que hicieron al funcionario. Prefirió, como Pilatos, lavarse las manos y secarse con la honra ajena.

 

El alcalde de Barranquilla  y la gobernadora, con su corte de honor, parece que no hubiesen visto los noticieros en que el Presidente, a diario, da soluciones y aconseja a la ciudadanía; noticieros en los que los alcaldes de Bogotá, Medellín, Cali, Villavicencio, Leticia, Tunja, Neiva, se empoderan y se vuelven un tres planteando soluciones concretas, aparatos requeridos, personal indispensable, visitas a centros hospitalarios de su localidad, barrios, con sus caras desencajadas por la angustia. Luchan y parece que aciertan.

 

El aludido secretario de Salud añadió: “En este momento baja un poco el uso (de camas UCI) a raíz de que están suspendidas las cirugías electivas, como un reemplazo de cadera o de rodilla, o cualquier operación cardiovascular que termina en UCI”. Causa estupor que el personaje de la salud en la capital caldense no plantee nuevos escenarios, nuevas problemáticas, otras soluciones más dinámicas que aprovechen el trance que nos agobia para conseguir instrumental y mobiliario que, si no se llegara a necesitar, y que ojalá no se requiera, dejaría dotados nuestros centros hospitalarios para futuras ocasiones. Casi con cinismo, concluyó el secretario de Salud: “El llamado es a que nos cuidemos. Así como hoy tenemos uno en UCI, mañana podrían ser dos o tres”. ¿Dos o tres? Y, ¿si fueran ocho, diez o más? En esa situación, por lo que se ha visto, manizaleños y caldenses se pondrían histéricos y le echarían la culpa al ministro de Salud. Estilo costeño.

 

Visionaria la periodista quien, sin que el secretario de Salud mencionara ese aspecto, tituló la entrevista con esta solicitud: “Clave seguir arriba en camas”. Nuestros dirigentes, sin aludir al alcalde, no se han dado cuenta del animal que trepa piernas arriba.  

 

POST DATA (P.D.). Como caído del cielo. El viernes 19 de junio de 2020, en el sexto piso del SES Hospital de Caldas, la gerente Ángela María Toro Mejía y las directivas de la entidad inauguraron 12 cubículos independientes para el tratamiento de la covid-19 y dos salas de observación. De esta forma el SES de Caldas podrá ventilar unos 40 pacientes al mismo tiempo. Se contó con recursos propios del SES, con donaciones particulares y con el apoyo de la alcaldía y de la empresa Toptec que suministró el material para construir los cubículos. Si esta noticia le hubiera tocado a mi abuela, hubiera exclamado: Tiene Dios más que darnos que nosotros que pedirle.