LOS QUIMBAYAS DE GUILLERMO RENDÓN Y ANIELKA GELEMUR

 

Octavio Hernández Jiménez

 

De acuerdo con historiadores que se han encargado de estudiar a los indígenas que habitaron la cuenca del Cauca Medio, en tiempos de la conquista española, en 1585 estaban distribuidos en 38 agrupaciones repartidas en 19 encomiendas. En ese año fue cuando, después de consultar la opinión de los caciques principales, la población indígena se dividió en cuatro grandes conglomerados: Quimbayas, carrapas, quindíos y gorrones. Entre las 8 encomiendas que describe el teniente general Antonio Hernández está una llamada Nuestra Señora de las Nieves junto al actual Pereira. El cacique se llamaba Luis. El pueblo de los Carrapa habitaba en el actual norte de Caldas y su cacique se llamaba Miguel. Y refiere que la lengua, los usos y costumbres de los carrapas eran distintas a los de los quimbayas. El pueblo de Bao quedaba por los lados de Chinchiná y a él se le añade el pueblo de Tarira. El pueblo de Bía quedaba por el Alto Occidente de Caldas y a él se le añade el pueblo de Llano de Bía. Los indígenas del Quindío, según el capitán Pedro Sánchez Castillo, en aquella época eran “diferentes en natural condición y lengua” a los quimbayas (Luis Duque Gómez, Ibid. 1970, p.48).

 

Esos pueblos se extinguieron por diversas causas. La más mencionada es la concerniente a extinción provocada por los extranjeros ávidos de oro. Pero, hay otras. Cieza de León cuenta que, en 1546, los quimbayas y otros pueblos indígenas padecieron una peste que  infectó la población indígena en el extenso territorio desde Cusco hasta la región centrooccidental de la actual Colombia.  Los síntomas de esa peste eran los dolores de cabeza, con fiebre alta y dolor de oído y mataba en cuestión de dos o tres días. Esa desaparición como pueblos se debe no solo a la lucha por los metales preciosos librada con los conquistadores y a las pestes arrasadoras sino también a las luchas constantes entre distintas tribus, el éxodo hacia el Chocó y otras regiones extramuros fuera de la pésima alimentación basada ante todo en harinas.

 

Los tiempos de sequía que, pasados los siglos, se han venido a conocer como  Fenómeno del Niño, otras plagas como la langosta de la que hay constancia en los textos de los cronistas del siglo XVII, la desorganización social en cuanto a jerarquías que ordenaban los tiempos de cultivo y cosechas de plantas aborígenes propias de su dieta alimenticia; la poca receptividad ante nuevas formas de alimentación con proteínas animales y vegetales importadas por los españoles y las nuevas formas de dominación y servidumbre que trajeron como consecuencia funesta el debilitamiento de sus cuerpos y sus espíritus ante el yugo por lo que los nuevos amos tuvieron que precipitar el secuestro en el África y la importación masiva de negros a América. Los primeros negros ya habían llegado enrolados en las huestes del mariscal Jorge Robledo.

 

Después de la dominación hispánica, las culturas indígenas de lo que fuera territorio Quimbaya padecieron el envite por parte de los colonizadores antioqueños que llegaron codiciando estas tierras y quedándose con aquellas en las que pusieron sus ojos y la puntería de sus escopetas. Sobrevivieron los descendientes de los que huyeron y los habitantes de los actuales resguardos.

 

En el primer semestre de 2017 se ha venido difundiendo la obra “El misterio del kirma – Quimbayas hoy”, de Guillermo Rendón G. y Anielka Ma. Gelemur. Se trata de una obra impresa en la Editorial Zapata, de Manizales, a finales de 2016, con el apoyo de la Universidad de Caldas y el Ministerio de Cultura, en su Programa Nacional de Concertación Cultural.

 

Los autores de “El misterio del kirma”, en su trabajo de campo se asesoraron de varios nativos entre los que se destacan Mario Guerrero Guerrero y Mario Guerrero Cañas. Los diseñadores y diagramadores insertaron fotografías de varias colecciones arqueológicas, diseños sobre ornamentación cerámica y obras artísticas de Augusto Gabrieli, Alberto Betancur y Mario Guerrero Cañas y Óscar Daniel Valencia.

 

En esta obra se afirma que los indígenas del resguardo de La Iberia, en Riosucio Caldas, son descendientes de los quimbayas. Pero, cuenta con una pretensión mayor.“El asentamiento de los quimbayas abarca los cinco cerros tutelares, Kimaná, Tauyá, Sinifaná, Timzá y Tindiná...En esos cinco cerros quedaron instalados los primeros quimbayas. De allí se dispersaron para poblar las laderas del río Cauca” (p.22). Este punto de vista expuesto en forma somera revolucionaría la teoría clásica sobre el asentamiento nuclear de la estirpe Quimbaya.

 

Del libro, llama la atención la  segunda parte referente a la cosmogonía, los ciclos lunares, el fuego primigenio, las abejas y otros animales entre la literatura de los indígenas “quimbayas kumbas”, de La Iberia. Anielka vuela en su fluido oficio de recreadora de una sorprendente literatura oral.

 

Ya, en la primera parte de la obra, Guillermo hace acopio de voces relacionadas con distintas facetas de la vida cotidiana de los indígenas actuales, parte escuchada y parte extraída de obras clásicas de autores fenecidos y aún vigentes. Con las contribuciones escuchadas o transcritas conformó  un lacónico y sorprendente glosario del que queda flotando el interrogante sobre si ciertas palabras seleccionadas son de origen quechua, maya, chibcha, caribe, cumanagoto o del español arcaico llegado a estas tierras en boca de los españoles. Varias voces de esas ya habían aparecido en recopilaciones anteriores en las que se les endilgaba otro origen pero que en esta obra queda la impresión de que fueran quimbayas, aunque el autor no siempre lo afirme.

 

Queda por escrutar infinidad de fenómenos que podrían emparentar a los quimbayas clásicos con “la nación kuma” siguiendo un paralelo estricto en cuanto a exámenes sanguíneos y demás aspectos corporales, mitos, ritos, legislación, alimentación, vestuario y otras costumbres. Con el material allegado, los autores del libro aludido, en la pág. 13, logran exclamar: “en Colombia hay en la actualidad auténticos pobladores de la gran cultura Quimbaya”. A pesar de esto, la penumbra sobre nuestros antepasados no se disipa del todo.

 

 

“El misterio del kirma – Quimbayas hoy” es un volumen de lujoso formato y magnífico despliegue editorial digno de todo encomio que los autores merecen como coronamiento de sus fértiles vidas académicas.

 

 

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