PACTOS CON EL DIABLO
Octavio Hernández Jiménez
Desde el Génesis, Satanás ha salido a proponer negocios sucios; Lucifer sonsacó una legión de ángeles con los que fraguó un golpe militar contra Dios pero, vencidos, fueron arrojados al Infierno. De ahí salió a tentar a la primera pareja. Fue ese Espíritu Maligno el que le insistió a Job, justo y santo, que desconfiara de Yavé.
En el Nuevo Testamento, ni Cristo se salvó de que el Maligno le hiciera propuestas indecentes como las que aparecen en Mateo 4,3-10. En los Hechos de los Apóstoles, Simón compite en taumaturgia con San Pedro. Anuncio de Mefistófeles.
Integrantes de otras culturas han establecido pactos con el Ángel Caído. En la Edad Media, la vida de San Cipriano de Antioquia sirvió a Mira de Amescua para su obra El Esclavo de su culpa y, luego, a Calderón de la Barca (1600-1687) para El Mágico Prodigioso. En estas obras aparece el justo seducido por el demonio y a punto de perder el alma.
Las componendas entre el ser humano y los espíritus del Mal pasan de Asia y África, a Europa. Merlín “tuvo por padre al diablo”. En el siglo XVII aparece una Historia de Fausto y en el siglo XVIII, la Vida, hechos y bajada al infierno de Fausto, obra de Klinger, amigo de juventud de Goethe.
En la literatura clásica abundan las obras que reviven el tema, como en Fausto, de J.W. von Goethe (1749-1832), en la que el protagonista vende el alma al Diablo, por intermedio de Mefistófeles, pero al final se salva. De igual forma, en las obras El Condenado por Desconfiado, El Burlador de Sevilla y Convidado de Piedra, de Tirso de Molina (1583-1648), se insiste en que no se puede jugar con cosas de ultratumba ni desconfiar de la misericordia divina. En estas obras se reúnen, en forma simbólica, lo real, lo posible, lo imposible, la fe, la verdad, la utopía, la magia y la ciencia.
En Salem (Estados Unidos), entre 1692 y 1693, 150 personas fueron acusadas de practicar la brujería; ahorcaron a 20 y lapidaron a una. Sus acusadores lograron que confesaran, utilizando la tortura, pactos diabólicos realizados en los bosques que rodeaban el poblado. Se han perpetuado, en la historia mundial de la infamia, como las Brujas de Salem.
En tiempos posteriores, se supone que ya pasaron de moda los pactos con el Diablo. Sin embargo, en el Bajo Occidente de Caldas, varias situaciones se hicieron objeto de leyenda, como el relato según el cual, en una curva del río Risaralda, visible desde Anserma, hay un charco a donde bajaban los que iban a hacer el pacto con el demonio. Se lanzaban desde la carretera y en el aire le decían: - Satanás, aquí estoy para hacer un pacto con usted. Al caer al agua, debajo de una piedra enorme que hay allí, se abría un salón amplio ocupado por doce legiones de demonios y, en un trono, el rey de los infiernos. El parroquiano le planteaba al Maligno la posibilidad de conseguir dinero, amores, placeres, vida prolongada u otros beneficios que él, por sus propios medios, no había logrado conseguir. El Diablo le advertía: - Todo lo que usted pretende se lo conseguiré a cambio de su alma. A partir de ese momento, cambiaba la suerte del individuo. Al morir, como lo habían convenido, se iba derechito al infierno.
Contaban que, entre los años treinta y cuarenta del siglo XX, un caballero (H.A.) hizo pacto con el Diablo, en San José de Caldas. Negoció el alma a cambio de que jamás perdiera en el juego de dado, en las peleas de gallos, fuera de que sus caballos ganaran las múltiples carreras que organizaban en el pueblo y en los contornos. Se tapó de plata. Comentaban que, pasados los días, en una cabalgata en la que participaban propios y extraños, el caballero divisó al Diablo. Cuando estuvieron el uno al lado del otro, el Diablo le advirtió: - Hoy, nos vamos juntos. Presa de terror, al pasar por la Calle de la Iglesia, en donde hubo una puerta llamada “Puerta del Perdón”, el caballero se lanzó de la bestia y cayó dentro del templo. El Diablo no logró echarle mano para arrastrarlo a la morada infernal. H., gritando, confesó al cura Peláez (1942-1962) que, en ese momento, presidía una ceremonia, lo que pasaba. El sacerdote le roció agua bendita pero H brincaba como una pelota en medio de alaridos y gritos de que se quemaba; le impartió el perdón al verlo arrepentido. Sin dar explicaciones, el párroco clausuró la Puerta del Perdón también conocida como Puerta Falsa.
Como toda leyenda, este relato cuenta con una parte comprobable y otra deformada. Existió el sujeto mencionado. Tuvo mucho dinero y disfrutó de constantes placeres con amigos, caballos, gallos y sobre todo, tangos, mujeres y aguardiente. Cuando tomaba licor en algún café, cambiaba billetes por monedas para lanzarlas por montones a la calle con tal de que los muchachos lucharan entre ellos por hacerse a la plata. Nació la leyenda de que sus excesos eran fruto de un pacto con el Diablo. Fueron ciertas las cabalgatas, soberbios sus caballos y aún hay testigos de cuando, en una semana cívica, desde el puesto que ocupaba en el tablado de la improvisada plaza de toros, al ver que el torete no quería embestir al torero, se puso de pie, sacó el revólver y, desde su puesto, mató al animal de un tiro en la frente. En medio del estrépito, los músicos y asistentes a la corrida desalojaron la plaza. Pasado el tiempo, H. quedó en la inopia. La nueva temporada por la que empezó a trasegar este personaje coincidió con la clausura de la Puerta del Perdón que no deja de inquietar a los viejos moradores de aquel pueblo.
El exorcismo es un asunto que no ha sido bien visto por la sicología, la siquiatría y la parasicología y quien creyera, por una porción no despreciable de teólogos. Existen unos límites, entre sí, que no reconocen las ciencias.
Asistí, por casualidad, a una ceremonia de exorcismo, en el templo parroquial de San José, cuando era párroco el Padre Pablo Grajales (2000-2005). Cualquier tarde calurosa de semana, yo recorría el templo, con una cámara fotográfica colgada, como siempre, cuando ingresó una turba arrastrando una mujer que gritaba y se retorcía; subieron junto al altar mayor en donde el cura se empeñó en liberarla del demonio que, desde hacía días, había tomado posesión de ella. El sacerdote entonó un antiquísimo ritual, en latín, promulgado durante el pontificado del papa Pablo V y le ordenó a la bella muchacha, campesina, de unos 16 años, que orara con él en voz alta pero ella era incapaz de pronunciar, siquiera, una sílaba del Ave María; en cambio, con fuerza, sí lo escupió varias veces en la cara. El sacerdote se valía del libro de oraciones, el agua bendita y la cruz procesional mientras los acompañantes sudaban tratando de controlar a la energúmena posesa. Decidí aprovechar la ocasión para tomar unas fotos y ya llevaba varias cuando una señora que estaba al lado mío me dijo: - Oiga, que no tome fotos. Yo le pregunté que quién lo prohibía y ella me dijo que el cura. Cuando otras personas la contradijeron, pues el cura estaba distante y dedicado a la liturgia de ocasión, la mujer comentó que había escuchado una voz que le dijo al oído: - Dígale a ese tipo que no me tome fotos. Cuando mandé revelar el rollo, en Manizales, pues en ese entonces no existían cámaras digitales, salieron las demás fotos del rollo pero ni una de las tomadas durante el exorcismo.
El siguiente episodio no es mito ni es leyenda; es una historia cruel. Por seguir los dictados de la ignorancia, aún se presentan situaciones reprochables. A comienzos de 2010, en una vereda de San Antonio del Chamí (Mistrató) se presentó una pareja de personas adultas acompañadas de una niña de 12 años y un niño de 8 años, hijos de la mujer. Provenían de los Llanos Orientales y llegaron con el propósito de dedicarse a buscar oro, en ríos caudalosos, mientras los niños entretenían su tiempo jugando en la enramada. En el lapso de unos días, el individuo no encontró oro por lo que se le metió a la cabeza que los niños eran culpables. Le dio por suponer, sin fundamento, que él estaba perdiendo el tiempo porque ellos le estaban haciendo algún maleficio. Un día subió del río a la casucha, asesinó en forma despiadada a los dos niños y los lanzó al río pues, como comentó, en la cárcel, a una reportera, “se le metió el Diablo al corazón para aconsejarle: ¡Mátalos, mátalos, mátalos!”, y él le obedeció. La justicia condenó al individuo y a la madre desalmada a 57 años de prisión cada uno. Como moraleja de esta desventura, el Director de la Policía concluyó: “Las alianzas con el Diablo nunca son buenas”.
Hay gente que vive buscando al Diablo en todas partes; debe ser que lo tiene adentro.
OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ
(San José de Caldas, 1944), bachiller del Colegio Santo Tomás de Aquino de Apía (1962) y luego profesor del mismo centro educativo. Profesor de la Universidad de Cundinamarca (1974-1975). Profesor Titular y Profesor Distinguido de la Universidad de Caldas, en Manizales (1976-2001). Primer decano de la Facultad de Artes y Humanidades (1996-1999) y Vicerrector Académico (E.) de la misma Universidad (1996). Premio a la Investigación Científica, Universidad de Caldas, (1997). Primer Puesto en Investigación Universitaria, Concurso Departamento de Caldas-Instituto Caldense de Cultura (2000). Primer Puesto Categoría de Ensayo Nuevos Juegos Florales, Manizales, (1993 y 1995). Miembro Fundador de la Academia Caldense de Historia, Socio Fundador del Museo de Arte de Caldas, Miembro de la Junta Directiva de la Orquesta de Cámara de Caldas. Orden del Duende Ecológico (2008).
* OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ ha publicado las siguientes obras: Geografía dialectal (1984), Funerales de Don Quijote (1987 y 2002), Camino Real de Occidente ( (1988), La Explotación del Volcán (1991), Cartas a Celina (1995), De Supersticiones y otras yerbas (1996), El Paladar de los caldenses (2000 y 2006), Nueve Noches en un amanecer (2001), Del dicho al hecho: sobre el habla cotidiana en Caldas (2001 y 2003), El Español en la alborada del siglo XXI (2002), Los caminos de la sangre (2011), Apía, tierra de la tarde (2011). Su ensayo “El Quijote en Colombia” hace parte de la Gran Enciclopedia Cervantina, de Carlos Alvar (2006).
* “El humanista Octavio Hernández Jiménez contribuye a la afirmación de la cultura popular en Caldas. Él, con ese orgullo caldense que siempre expresa en sus escritos, se ha empeñado en divulgar el folclor regional, pensando siempre en afirmar la identidad y autenticidad de la cultura caldense en el marco y relaciones con la cultura popular colombiana. El humanista caldense tiene una fuerza cultural muy significativa en el conocimiento y cultivo del folclor y en los aspectos diversos de la cultura popular que reflejan la esencia del alma colombiana. Octavio Hernández en su obra transmite la idea de que es necesario fortalecer en los caldenses la conciencia regional y nacional como pueblo de grandes valores y atributos” (Javier Ocampo López, miembro de la Academia Colombiana de la Lengua y de la Academia Colombia de Historia, en el texto “Octavio Hernández Jiménez, el humanista de la caldensidad”, 2001).
Título: Orden del Duende Ecológico.
“República de Colombia/ Alcaldía Municipal San José Caldas/ Nit. 810001998-8/ II Fiestas de Mitos y Leyendas. Resolución Nro 093-08 Octubre 09 de 2008. Por medio de la cual se otorga la Orden del Duende Ecológico. El Alcalde Municipal de San José Caldas, en ejercicio de sus facultades Constitucionales y, CONSIDERANDO: Que mediante el Acuerdo Municipal número 216 de 2008, se creó la Orden Del Duende Ecológico, máxima condecoración que el Alcalde Municipal concede a sus ciudadanos más destacados. Que es deber de esta Administración exaltar las cualidades y virtudes de una Persona Ilustre del Municipio que con su actuar ha dejado en alto el nombre del Municipio. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez es reconocido como un señor íntegro en medio de sus labores misionales, amante de la tradición y cultura propias de nuestra región, las cuales da a conocer como embajador de nuestro municipio a nivel regional y nacional. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez se ha destacado como un insigne señor, cívico por excelencia, colaborador incansable; se ha hecho presente en el desarrollo de importantes programas que han impulsado el progreso de nuestro Municipio, difundiendo ejemplo para presentes y futuras generaciones. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez se ha destacado en el estudio de la influencia de los mitos y leyendas y su divulgación dentro del Municipio de San José Caldas. Que según estudios realizados por el Doctor Octavio Hernández Jiménez, dentro de la historia del municipio se creó la figura del Duende Ecológico para preservar las aguas, nombre que hoy recibe la presente Orden. En mérito de lo expuesto, RESUELVE: Artículo Primero: Otorgar la Orden Duende Ecológico al Doctor Octavio Hernández Jiménez. Artículo Segundo: Exaltar las cualidades de tan ilustre personaje, quien con su excelente desempeño ha dejado un gran legado en el arte de escribir y en la conservación del patrimonio cultural. Artículo Tercero: Hacerle entrega de una placa al Doctor Octavio Hernández Jiménez, en acto público a realizarse el día 09 de octubre de 2008. Artículo Cuarto: Copa de la presente resolución será entregada en nota de estilo al Doctor Octavio Hernández Jiménez, en dicho acto. Comuníquese y cúmplase. Expedida en San José Caldas, a los nueve (09) días del mes de octubre del año dos mil ocho (2008). Daniel Ancízar Henao Castaño, Alcalde Municipal”.
octaviohernandezj@espaciosvecinos.com
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