GRACIAS, APÍA

 

Apía, en el Occidente del Viejo Caldas, fue un centro referente en el aspecto vial, comercial, industrial, cultural, religioso y educativo de primer orden, en la primera mitad del siglo XX. Baste recordar que la Industria Licorera de Caldas instaló en este municipio un zacatín para la fabricación y distribución de sus licores en todo el Occidente del Departamento, la parroquia tenía el título de Vicaría Foránea y aglutinaba buena parte de las parroquias del Bajo Occidente de Caldas y del actual departamento de Risaralda, además de que el Colegio Santo Tomás de Aquino y la Normal Superior Sagrada Familia fueron los centros educativos en donde se formaron varias generaciones de caldenses de ese sector, en un tiempo en que en los demás municipios no había establecimiento con un prestigio tan consolidado como el de esas dos instituciones.

 

De esta época dorada trata la obra “Apía: Tierra de la Tarde, Música en la Montaña”, de mi autoría. Conociendo que la historia del Bajo Occidente de Caldas no se entendería plenamente sin la existencia y la influencia de Apía, la Secretaría de Cultura de Caldas bajo la dirección del Doctor Carlos Arboleda G., decidió publicarla y distribuirla en academias y bibliotecas.

 

La obra se presentó, en medio de gran expectativa, en el Club Tucarma de ese municipio, el sábado santo de 2012 y luego, el 11 de agosto, en el marco de las Fiestas Aniversarias, la Administración Municipal a cargo del Dr. Héctor Mario Rendón R. y el Concejo del Municipio, ofrecieron, a Octavio Hernández J., el título de Hijo Adoptivo de Apía pues, en esa localidad estudió buena parte del bachillerato, luego fue profesor del Colegio Santo Tomás y la Normal Superior, además de haber desentrañado parte la historia de esa localidad y su influencia regional.

 

Esta es una recopilación de fotografías de los actos llevados a cabo en el Club Tucarma, en el Colegio Santo Tomás y luego, durante el acto de proclamación como Hijo Adoptivo de Apía. Se trata de unos actos simbólicos dignos del mayor agradecimiento por parte del homenajeado.


(Fotografías de Octavio Hernández J.)

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