Manizales, 24 de enero de 2018

 

Señores

 

NELSON HINCAPIÉ L., LUIS ALFONSO GONZÁLEZ G., LUIS ARTURO ALZATE A., ALBERTO GUTIÉRREZ J., NELSON A. LÓPEZ D., EMERSON GRAJALES R., DIEGO PANESSO E., DIEGO ZAPATA G., ÓMAR MONTOYA M., FERNELL OCAMPO M.

 

Señoras

 

CRISTINA JIMÉNEZ M. Y MYRIAN GARCÍA G.

 

A Ustedes, como miembros del grupo “Hijos y Amigos de Viterbo”, les expreso  mi sentimiento de admiración y gratitud al concederme la distinción Hijo Adoptivo de Viterbo, en el maravilloso acto realizado en la Galería de Arte Yuruparí, el 12 de enero de este año. 

 

En esa ocasión evocamos factores ancestrales como que, en los  días posteriores a la fundación de Viterbo, los primeros pobladores encomendaron a mi bisabuelo Juvenal Jiménez, la construcción de la primera capilla y luego se dio la prolongada presencia de mis abuelos, tíos, primos y demás parientes que, con fervor manifiesto, enseñaron a sus descendientes, entre los que me incluyo, a amar esta tierra tan querida y a sus habitantes tan especiales entre los que se encuentran todos ustedes.

 

También recordamos circunstancias de otra índole como que, en  la celebración del primer centenario de fundación de Viterbo, en abril de 2011, presenté, en el aula máxima del CEFID, el texto “Los Caminos de la Sangre”, escrito y editado con el propósito de rescatar vivencias e historias de aquellas familias que llegaron en los primeros años del poblamiento de esta hermosa región. Fue el homenaje a Viterbo a nombre de mis familiares vivos y difuntos. De la obra, entregué un número significativo de ejemplares a doña Fabiola Hincapié, del Club de Leones, y a doña Adiela Fernández, del Hogar Santa Ana, para que, al venderlos, se hicieran a una colaboración con las obras sociales que ellas dirigían. Ese propósito se logró.

 

El acto del 12 de enero de 2018 se programó con el fin de presentar, en Viterbo, la obra “Los Ídolos del Hogar, sobre el mito y la leyenda en Caldas”, en la que quedaron consignados algunos relatos y creencias que aún se escuchan en labios de los viterbeños. Era imposible dejar de lado esas narraciones que corren el riesgo de olvidarse con el paso acelerado del tiempo.

 

“Hijos y Amigos de Viterbo”: Con esa distinción han escrito una página indeleble en la vida de este nuevo paisano por adopción. Si en algún evento, proyecto o acto puedo colaborarles, cuenten conmigo. Estaré a sus gratas órdenes. Que confluyan más voces y fuerzas cívicas tras el liderazgo de Ustedes.

 

Cordialmente,

 

Octavio Hernández Jiménez

 

 


 

“MANIZALES, CIUDAD DE LAS ALTURAS”

 

Manizales, 1 de mayo de 2017

 

Diseñador

JORGE HERNÁN ARANGO VÉLEZ

L. C.

 

En un día tan lluvioso como este día de fiesta y en la grata compañía de mi familia, he visto varias veces  tu video-libro “Manizales, Ciudad de las Alturas/City of the heights”. No creo que se pueda hablar de coincidencia en cuanto a la atmósfera del día real y el día de tu video-libro pues esa neblina, esa lluvia menuda, ese trueno, son o deberían ser asuntos cotidianos, en la tierra del café. Siempre que nos rodea una atmósfera como esta, nos ponemos alerta, tenemos la oportunidad de conversar sobre el clima con los allegados, a estar prevenidos y a los más soñadores a captar fotografías para no dejar escapar el destello fulminante de algún rayo o esas revelaciones de sombras entre la niebla teatral que se desliza y esconde lo que acabábamos de ver nítidamente y se pierde por horas o minutos de nuestra vista.

 

Eres el autor del concepto, las fotografías, el diseño del video-libro y  los demás elementos que lo integran. La pieza audiovisual manifiesta una estructura, una coherencia, una armonía, una estética y un pensamiento con un tono que no decae. Además, es una obra innovadora en la que los que la ponen frente a sus ojos y la piensan se instruyen y la disfrutan como una obra de arte o una golosina para los sentidos.

 

Síntesis del guion es el texto de Rafael Maya que escogiste como epígrafe y que es una página lírica sorprendente por su belleza, su oportunidad y porque traza el camino que desde la primera fotografía, la primera palabra y la primera nota le imprimiste a la obra. La voz masculina en la parte en español y la voz femenina en la parte en inglés complementan esa enumeración de aciertos.

 

El guion  es mucho más que el armazón lingüístico. Tiene que ver con todo lo necesario para la realización de un film, una obra de teatro o, por qué no, una sinfonía tan bien ensamblada como “Manizales, ciudad de las alturas”. En cuanto a simbología lingüística pensaría que se trata de un sostenido texto poético. Las fotografías son mucho más que un refuerzo de las palabras. Se complementan con ellas en forma admirable. Y el ballet de las nubes, el ascenso de la neblina que lame las rocas, las acuarelas de luz, el fulgor del firmamento, el esplendor de la naturaleza y la alegría de la gente todo eso es guion bien concebido y exaltado.

 

La música es otra columna del guion. Fue minuciosamente seleccionada para no ser un simple fondo o decorado sino una parte estructural del texto sensitivo. Desde que resuena Vangelis sabe uno que se va a encontrar con melodías acordes con el avance rítmico de los grupos humanos, de las aves y las flores, de la luz y la sombra, las empinadas montañas, los cálidos valles y las heridas en la pantalla que provoca el concierto de truenos y relámpagos. Ah, y el juego de cámaras sobre la piel de la arquitectura republicana, los coros de  esculturas  de mármol, bronce y madera y la limpia silueta de la ciudad.

 

En este video-libro compartimos la pluviosidad y la luz de los atardeceres que se derraman por el firmamento desde el Chocó. Chipre no es una fábrica de atardeceres sino un palco, un teatro para ver ese desangre generado por los rayos oblicuos del sol en su choque sobre el espejo de agua del océano Pacífico. Allá sobre el Tatamá está el escenario y tú capturaste ese despliegue trágico. “La tarde se nos muere./ Su agonía sangrienta de crepúsculo herido nos duele más que a ella…”.

 

Muy completo el video-libro en el que resaltas la cultura como el área en la que Manizales se ha destacado. En este sentido, tu  lujosa obra es más que un documento. Es un recuento, un álbum con entrañables nostalgias pero a la vez con fascinantes perspectivas. Es un libro sabio porque le señala a un pueblo la ruta por la  que tendrá que seguir transitando.

 

Cordialmente,

 

Octavio Hernández Jiménez 

 

 


 

BIBLIOTECA PÚBLICA OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ

 

 

Manizales, 19 de marzo de 2017

 

Señores CONCEJALES,

Señor ALCALDE MUNICIPAL y

CIUDADANÍA de

SAN JOSÉ CALDAS.

 

Por asuntos de salud, me resultó imposible hacerme presente en la tradicional celebración del Onomástico del pueblo y en la conmemoración de los primeros 19 años de vida administrativa de San José Municipio.

 

Sin embargo, a Ustedes los acompaño en forma espiritual y por medio de estas palabras que brotan del más profundo y limpio sentimiento.

 

Desde el lejano día en que lancé el primer grito con el que todo recién nacido anuncia a los cuatro vientos su presencia en este mundo, en la que entonces era la casa de mis abuelos paternos, en la esquina oriental de la plaza, desde ese 16 de diciembre, mi vida, en el pueblo y fuera de él, ha sido una ininterrumpida declaración de amor a San José.

 

Ese cariño venía de antes. Siendo un niño de 12 años, Monseñor Octavio Hernández Londoño emprendió un viaje solitario de San José a Popayán con el propósito de continuar los estudios de primeria que no podía adelantar en el pueblo natal pues no había sino hasta tercero de primaria, y luego se trasladó a Manizales y a Roma en donde se doctoró dándonos ejemplo de que cuando uno se propone conseguir conquistar una cumbre en la vida lo alcanza. Buscaba la preparación y la superación que, luego, puso al servicio de las comunidades que le fueron encomendadas.

 

En las veladas y tertulias encabezadas por las tías y luego consignadas en la obra “Nueve Noches en un Amanecer”, sobre literatura infantil en Caldas, los menores de edad atendíamos y memorizábamos los acontecimientos y las anécdotas de los moradores de San José, aprendimos a amar este pueblo y a divulgar, entre propios y extraños, nuestra idiosincrasia y el patrimonio cultural legado por nuestros mayores.

 

He publicado trece libros, innumerables textos en revistas e infinidad de artículos en suplementos, fuera de haber ofrecido muchas conferencias en variados recintos y, por todas partes, he ido exponiendo los fenómenos sociales y las circunstancias que sustentan el modo de ser de los sanjoseños.

 

En este año de 2017, el Honorable Concejo Municipal de San José, en pleno, a la vez que el señor Alcalde Norbey Ospina, han tenido a bien bautizar la Biblioteca Pública del Municipio con mi nombre y apellidos.

 

Acepto este honor no por vanidad pues, a mis años, ya estoy curado de espantos ridículos sino porque, para mí, eso es un indicio de que no aré en el mar y no edifiqué en el viento como le sucedió al Libertador con su propia obra.

 

A través de los años, los textos que he escrito han ido conformando una obra consolidada y reconocida por estudiosos académicos. Fuera de esto, cada vez que mis paisanos me han concedido la palabra, lo he hecho sobre la importancia y utilidad de nuestra historia y la grandeza de nuestra gesta en la fundamentación y consolidación de un conglomerado caracterizado, antaño, por su probado civismo, conquistas espirituales y sociales y algunos vacíos. Esa insistencia personal, lo compruebo ahora, no se ha tomado como una insensatez aunque sí, para mi satisfacción, como una quijotada. Ha valido la pena.

 

La recopilación de los hechos y fenómenos de nuestro devenir histórico, como aparece en las obras “Camino Real de Occidente”, “Lenguaje y Cultura”, “De Supersticiones y otras yerbas”, “Del dicho al hecho: sobre el habla cotidiana en Caldas”, “Los Caminos de la Sangre” y “Cartas a Celina”, obras que cuentan, en buena parte,  con San José Caldas como sujeto más que como escenario, además de la sustentación teórica,  quedan a disposición de la academia y de los lectores a través de medios físicos y electrónicos. Se trata de textos en los que San José seguirá teniendo vigencia, esperamos que por tiempo más dilatado. Para los que dejan pasar buena parte de sus vidas en las bibliotecas  ya no seremos un conglomerado fantasma sino un pueblo con su mapa físico y espiritual que deja oír las voces de su gente transportadas por el viento y los huracanes.

 

Quien les envía estos recados espera que las nuevas generaciones de hombres y mujeres de San José que se vienen preparando para luchar a brazo partido y avanzar por las distintas rutas de la existencia cumplan sus metas con ética, responsabilidad y entusiasmo para que sus conquistas brillen con luz propia y cuenten con el reconocimiento de sus contemporáneos.

 

Al Honorable Concejo Municipal, al Señor Alcalde Magíster Norbey Ospina, a la actual administración, a la ciudadanía de San José de Caldas, la expresión inextinguible de mi gratitud. Lo que queda es la cultura.

 

 

OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ 

 

 

 


 

Manizales, 2 de diciembre de 2016

 

SEÑOR RECTOR,

PROFESORES, ALUMNOS

Y PADRES DE FAMILIA.

Institución Educativa Santa Teresita

San José de Caldas.

 

Leí y comparé los resultados de las Pruebas Saber 11 de Caldas, sin contar Manizales, y de ese ejercicio resultaron algunas reflexiones que quiero compartir con Ustedes.

 

Entre los diez centros docentes con mayor puntaje, en el departamento de Caldas, en el año 2016, cuatro eran oficiales y seis particulares. La institución educativa oficial con mayor puntaje fue el Instituto Educativo Gregorio Gutiérrez González de Manzanares que obtuvo 58,37 puntos. Le siguieron el plantel Nuestra Señora del Carmen de La Dorada con 58,14 puntos, después Nuestra Señora del Rosario de Villamaría con 56,45 y el Colegio de La Presentación de Salamina con 56,2. 

 

La Institución Educativa Santa Teresita de San José Caldas, jornada completa, obtuvo, en promedio, en el año de 2016, 53,51 puntos. Evaluaron a 42 alumnos. Y ahora, sí cabe preguntarnos: ¿Qué representa esta calificación en el contexto departamental? Vale la pena comentar en voz alta que el tradicional Colegio Santa Teresita obtuvo, en este año, una mejor calificación en las Pruebas Saber 11 que la calificación que obtuvieron la Institución Educativa De Occidente, de Anserma que obtuvo 52,7; mejor nota que el Cristo Rey de Belalcázar con 51,22 puntos; una posición mejor que el Nazario Restrepo de Viterbo que sacó 52,56 puntos; mejor nota que La Milagrosa de Viterbo que tuvo 49,80 puntos. Con sus 53,51 puntos, la Institución Educativa Santa Teresita de San José también superó al establecimiento María Inmaculada de Risaralda que obtuvo 52,94 puntos. Mejor dicho: el Santa Teresita obtuvo la mejor nota entre los colegios oficiales del Bajo Occidente de Caldas.

 

Nuestro Santa Teresita de San José superó a los tres colegios de Aguadas, a los de Filadelfia, a los de La Merced, a los de Marmato, a los de Marquetalia, a los de Marulanda, a los de Norcasia, a los de Pácora, a los de Palestina, a los de Supía y a los de Victoria.

 

Pero, no sólo miremos hacia atrás sino que pongamos la mirada en el futuro. En las próximas Pruebas de Saber y en las demás pruebas a que se tenga que someter nuestro alumnado, estará en la obligación de alcanzar a los que llevan el farolito que alumbra como la institución educativa Los Fundadores de Riosucio que sacó 55,16 puntos; el Aureliano Flórez de Anserma que obtuvo 54,42; la institución educativa de Alegrías, en Aranzazu que sacó 54,25 puntos; Nuestra Señora del Carmen de La Dorada con 58,14 puntos. Claro que sobre ellos, están algunos colegios privados en la capital del departamento y en la provincia que sacaron puntajes superiores a 60 puntos como el Instituto Nuevo Mundo de La Dorada que sacó 65,27 puntos y el Gimnasio Palma Real también de La Dorada con 64,52 puntos. En el mundo actual, y esto no excluye la academia, todo se ha convertido en una competencia que no da a nadie ni un respiro.

 

Felicitaciones a la Institución Educativa Santa Teresita de nuestro querido San José de Caldas. Felicitaciones al Señor Rector, a la Señora Coordinadora, a un profesorado tan competente como el que tiene en la actualidad, a los estudiantes de todos los grados, a los padres de familia que se han ido apropiando del papel responsable, vigilante y optimista que deben desempeñar a diario con la labor que desarrollan sus hijos. El Colegio es el depositario de una obligación ante todo ética que, en primer lugar, corresponde sacar adelante a los padres de familia y a la comunidad. Luego de lo ético viene lo académico. No se puede decaer. A problemas pequeños soluciones grandes. Nos espera un futuro cargado de oportunidades, responsabilidades y éxitos. 

 

De todo corazón,

 

 

OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ

 

 

 


 

Manizales, 8 de octubre de 2013

 

Estimado Carlos Julio Herrera B:

Oficina de Asuntos Culturales

San José Caldas

 

De acuerdo con lo convenido en la reunión del pasado 4 del presente mes,  le envío la Justificación para incorporar ciertas áreas del municipio de San José Caldas en el Proyecto Turístico del Bajo Occidente.

 

  1. Recorrido Alto de la Cruz (suroeste)- Unidad Deportiva Centenario (norte):

 

Se trata de un trayecto que hizo parte del Camino Real de Occidente que comunicaba la capital del Estado de Antioquia (Santa Fe y luego Medellín) con la capital del Estado del Cauca (Popayán) y ciudades intermedias. El Bajo Occidente de Caldas y los departamentos  de Risaralda y Quindío pertenecieron al Cauca. Desde el Alto de la Cruz se divisa un territorio en el que los sucesivos éxodos, desde tiempos precolombinos y luego en la Conquista, con la llegada de Jorge Robledo y demás personal que estableció la Colonia española, fue trajinado de norte a sur y viceversa desde las más remotas edades.

 

La exuberancia del Valle del río Risaralda y el dramatismo del profundo Cañón del Cauca, así como el Parque Nacional de Los Nevados (al oriente) y el Parque Nacional de Tatamá (al occidente), son dignos de ser admirados, como de ningún otro, desde este sitio sin igual. El esplendor de la mañana con los nevados descubiertos y de la tarde con sus atardeceres de ensueño, tienen en el Alto de la Cruz su palco más encumbrado.

 

El casco histórico de San José corresponde a la arquitectura de la última etapa de la Colonización Paisa propia de un caserío a la vera del Camino Real. No se trata de arquitectura colonial pues con respecto a la colonia, la arquitectura del Occidente caldense se levantó de 60 a 80 años después de haber terminado la Colonia española.

 

Inicialmente fue lugar de fondas, tiendas, comercio regional. En una esquina de la Plaza principal funcionó el primer Almacén Ley, antecesor de la cadena Éxito. En vez de carros en su calle real se apretujaban los caballos y las manadas de mulas que iban de paso de norte a sur o viceversa. Se trata de una muestra representativa de la arquitectura en bahareque para aprovechar la madera y la guadua que abundaban en los flancos de la cuchilla de Todos los Santos. Bahareque recubierto en láminas de zinc para evitar la lluvia inclinada que llega desde el Chocó.

 

A la entrada sur del pueblo se encuentra la Biblioteca cuyo edificio fue donado por el Gobierno del Japón, en 2010. En la Plaza principal se encuentra, oculto y muy deteriorado, el Monumento al Agua que exhibe el primer acueducto que sirvió a un pueblo en donde el agua no baja sino que sube. La autoridad municipal debe completarlo con la rueda de hierro que le arrancaron. Se puede apreciar la escultura en bronce del Duende, obra del maestro Jorge Vélez Correa. El duende de San José no es personaje de maldades sino que preservó de su destrucción los montes en donde nacía el agua que surtía al pueblo. Es un Duende Ecológico. En otro espacio de la Plaza se puede leer la placa que los habitantes de San José dedicamos a La Luna, el 20 de julio de 1969, con motivo del primer viaje del hombre a ese planeta. Fue toda una fiesta.

 

El Templo de Nuestra Señora del Carmen corresponde a la primera parte del siglo XX. Tiene el mérito de ser un ejemplo de arquitectura gótica en maderas nobles de la región. Alberga un conjunto de obras de arte de sucesivos tiempos, estilos y escuelas. Toda la historia del arte religioso del siglo XX en un mismo espacio: siete esculturas de semana santa del Taller de los Hermanos Carvajal; un óleo de San Isidro del pintor Ángel María Palomino, el Vásquez Ceballos de la Pintura Caldense; el Crucifijo y la Virgen del Carmen del escultor italiano radicado en Medellín, V. Bartolini; las tallas en madera de la Sagrada Familia y el Viacrucis (13 estaciones), del Maestro Fernando Alvarado, para rematar con el enorme óleo sobre madera “El Juicio Final del Siglo XX” (4,50 m por 2,80 m), obra del artista Wálter Castañeda (Eva Clarens) que, en la actualidad, se encuentra en el espacio del coro de la iglesia a la espera de una restauración profunda antes de que los vándalos lo acaben del todo sin saber crimen que se han cometido con la cultura del departamento. Sería una pérdida inestimable para la historia del arte en Caldas.

 

La casa cural del pueblo se conserva intacta con su arquitectura casi centenaria; es de dos pisos y cuenta con un apacible patio central rodeado de corredores. La Casa de la Familia Hernández, con más de cien años de antigüedad, tiene un bello mirador, geométricos artesonados en sus alcobas, detallados trabajos en ebanistería y una colección de obras digna de ser visitada.

 

En donde nacía la antigua Calle de la Estrella se construyó, en 1987, la Alcaldía Municipal. Su arquitectura, con arcos y chambranas no desentona de la arquitectura tradicional del pueblo. Detrás hay un mirador que da hacia uno de los pocos montes primarios con que cuenta la región (Monte de los Hernández) y, en lontananza, el inigualable valle del Risaralda. A la derecha hay otro monte primario (el Monte de Los López) y al fondo la silueta de la capital caldense.   

 

En el extremo norte del casco urbano se encuentra el cementerio tradicional y la Unidad Deportiva Centenario dotada de cancha de fútbol, cancha sintética y una piscina en donde la gente de distintos municipios pasaba las tardes de los fines de semana.

 

  1. Dentro de las obras que la Junta de Turismo, por unanimidad, aprobó para que las autoridades del municipio impulsen en las reuniones con otros alcaldes del Bajo Occidente, está el Bulevard entre La Laguna y la Biblioteca Pública. Se trata de la entrada principal del pueblo y merece adecuarla para recibir de la mejor forma a propios y extraños. Pensamos que la autoridad de San José encargada de las obras públicas debe diseñar un proyecto que empiece por prohibir la construcción de casas al lado del paisaje; debe contemplar, además, andenes para la ciudadanía que transita por esos lados, arborización y faroles. Es por el paisaje que hay que rescatar que esta tierra se proclamó Patrimonio de la Humanidad; nuestro empeño no solo es conservarlo sino defenderlo de posibles amenazas. Es nuestra materia prima. El Alcalde y el Concejo Municipal deben recibir la notificación de este proyecto para que se involucren en él.

 

  1. Otro sitio que según la Junta de Turismo debe comprometer voluntades y recursos económicos entre los miles de millones que anuncia el gobierno central, es la conservación del paisaje entre la Escuela primaria de la localidad y el Alto de la Cruz así como desde el viejo vivero del municipio y la misma Cruz. Un factor ayuda a que se preserven estos miradores: la falla geológica detrás de la Escuela que atraviesa la calle y cae a la carretera cerca a La Laguna.

 

  1. La Junta de Turismo tuvo en cuenta que no se debe considerar como turístico solo lo que hay para ver sino lo que involucre otros aspectos de la vida de las personas y el ejercicio de los otros sentidos del cuerpo como el gusto, el olfato, el oído, el tacto. Por esto, se deben promover los viajes al sector rural con el propósito de conocer las distintas etnias o razas que alberga el municipio de San José, el proceso del café que se cultiva en estas laderas y el proceso como se obtiene la panela, recurso gastronómico de primera importancia.

 

Con estas consideraciones, se tuvieron en cuenta cuatro sectores para incluir en los proyectos turísticos: Viajes al trapiche de Morroazul, al Resguardo Indígena luego de las conversaciones y convenios con la dirigencia de ese sector, viajes a Altomira, a Tamboral y a Pueblo Rico en donde se pueden alojar turistas con cierta facilidad de transporte y de vivienda.

 

  1. La Junta de Turismo, en la pasada sesión, expresó su apoyo decidido a los proyectos que la división municipal tiene en cuanto a la reconstrucción del parque central, con senderos, bancas y vegetación pues es inadmisible un pueblo sin un espacio propicio para el diálogo y la  contemplación tanto de niños como de parejas, ancianos y visitantes. Al remodelar el parque se deben respetar los monumentos que lo ocupan como el del Agua, el Duende y La Luna. Los monumentos hacen parte de un capital cultural y artístico de los miembros de una  comunidad, ya sean niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos. “Los monumentos que hacen parte del espacio público son emplazados y protegidos por normas jurídicas. Esto implica que si alguien desplaza un monumento, aún sin haberlo estropeado, puede incurrir en delito o infracción” (El Tiempo, 9 de octubre de 2013, p.14). 

 

Así mismo, manifestó su apoyo al proyecto de  adecuación del Alto de la Cruz como atractivo turístico y el mejoramiento de la Unidad Deportiva Centenario, lugar de esparcimiento y de visita de equipos foráneos. Juzgó como acertado el proyecto de pintura y embellecimiento de las fachadas para lo cual se deben encomendar las decisiones en el aspecto artístico a profesionales que sean diseñadores o arquitectos pues de no haber un orden y una mente directora todo se convertiría en una mezcolanza. Finalmente estuvimos de acuerdo en impulsar el proyecto por el cual se oculten bajo los andenes las redes de servicios públicos que afean las calles con sus cables y postes cargados de mugre.

 

Señor Encargado de los Asuntos Culturales del Municipio:

 

Los que asistimos gustosamente a la catalogada como primera reunión de la Junta de Turismo del Municipio de San José no hemos recibido  comunicación alguna emanada de la Alcaldía en que se nos solicite el servicio para integrar el grupo que, a pedido de todos, habla en esta carta; ni el Señor Alcalde se hizo presente para la instalación, ni en el transcurso ni al final de la reunión siquiera para señalar pautas; ni después hemos recibido algún recado de parte suya.

 

Por tanto, le pedimos que sugiera a la autoridad competente que si está de acuerdo con que integremos la citada Junta, debe producir un documento en que se nos nombre para que lo tratado, debatido y aprobado tenga validez y no sea un viaje y un tiempo malgastado por los integrantes de los distintos sectores a quienes Usted tuvo la deferencia de convocarnos.

 

Cordialmente,

 

 

Octavio Hernández Jiménez

 


 

Manizales, julio de 2012

 

Señores

Concejales

San José Caldas 

 

En este 2012, muchos han tenido la oportunidad de leer reiterativamente, en la prensa regional, unos datos en los que San José quedaba en desventaja con relación a los municipios con los que configura el Bajo Occidente de Caldas.

 

El Comité de Cafeteros de Caldas dio a conocer, en abril de ese año, el dato según el cual, los cafés especiales eran una excelente  novedad en el Departamento de Caldas. Se arrancó, hacía varios años, con un poco más de 300 fincas que habían cumplido con las rigurosas exigencias, en Aguadas y, en el 2012, ya eran  1.046 fincas distribuidas  por Aguadas, Pácora, Riosucio, Marmato, Supía, Anserma, Risaralda, Belalcázar y Viterbo. San José Caldas brillaba por su ausencia en esos avances (La Patria, 13 de abril de 2012, p.9a). Poco después, unos lotes de cafés especiales de Aguadas y Supía se ubicaron entre los seis mejores cafés del mundo según la firma Rainforest Alliance que adelantó el concurso mundial en Portland, Estados Unidos.

 

Un nuevo texto periodístico trataba del lanzamiento de la Alianza Estratégica, con la presencia de representantes del Ministerio de Agricultura, la Secretaría de Agricultura del Departamento, el ICA y productores de Villamaría, La Merced y Aranzazu,  para la producción y comercialización del aguacate Hass, del que decía: “la variedad Hass, la primera cultivada en el mundo”. Prendió la voz de alerta esta cita: “El aguacate Hass, en Caldas, está presente en Anserma, Belalcázar, Risaralda, Villamaría, Chinchiná, Samaná, Victoria y Marulanda” (La Patria, 24 de abril de 2012, p. 11a). De nuevo,  tampoco aparecía citado San José Caldas. 

 

El día anterior, había estado en Apía (Rda.), dictando  una conferencia y dirigiendo una tertulia,  a las que me habían invitado, con motivo del Día del Idioma. Allá tuve la oportunidad de dialogar con el ex alcalde Francisco Javier Alzate Vallejo sobre los proyectos que él había echado a marchar durante el periodo en que ocupó la Alcaldía.  Entre lo que hablamos me comentó que iba viento en popa la Asociación de Cultivadores de Plátano cuya idea la concibió en una visita que hizo a San José al ver la forma como había arrancado la Asociación de Plataneros en nuestro municipio. No sabía que la Asociación que vio en San José ya se había acabado por deficientes manejos. Remató con este dato: “Y saber que en Apía, la Asociación de Cultivadores de Plátano ha logrado arrebatarles a los compradores particulares que llegan de otras partes a explotar a nuestros campesinos, un total de unos seis mil millones de pesos” (un dólar costaba 1.780 pesos). 

 

En ese municipio ubicado al occidente de San José, adelantan cuatro proyectos con participación de líderes campesinos con miras a presentarlos, en pocos días, como fortalezas propias, en el programa de Paisaje Cultural Cafetero de la Unesco. ¿Cómo marchan los proyectos en que se trabaja, en San José?

 

Estos tres casos muestran que algo no funciona bien en San José. Comentando con algunos paisanos, sintetizaban el asunto en falta de liderazgo. Al preguntar yo, falta de liderazgo en quién o en dónde, me respondieron: en todas partes. San José, a lo largo y lo ancho, se dedicó a politiquear y las garroteras son por asuntos de grupos, de puestos, de auxilios. Esto ha opacado el entusiasmo de la ciudadanía rasa, la unidad, el civismo y, como consecuencia, el desarrollo.  Lo que se considera como desarrollo es puro asistencialismo, como dar unas latas de zinc o unos ladrillos, o son obras que han empujado algunas entidades foráneas como Corpocaldas, Secretaría de Infraestructura (vías) y otras secretarías departamentales. Asistencialismo del Departamento con los municipios.

 

En el Comité Municipal de Cafeteros, la Cooperativa de Caficultores, la Umata, en otras oficinas de la Administración Municipal y ni siquiera en las cafeterías del pueblo, se echan a marchar programas estructurados que muestren a la ciudadanía para qué se crearon. Las juntas de esas mismas entidades, en los municipios vecinos, les pueden enseñar cómo se procede para que su labor, en San José, sea eficiente.  

 

La muestra más palpable es que San José, en los tres casos anteriores, ha sido una lastimosa excepción, en productos que deberían ser de vital compromiso de todos como son el café, el plátano y el aguacate.

 

Quien se atreva a hacer reflexiones como estas se someterá a ser lapidado o insultado por los que se sienten aludidos pues, para mostrar los colmillos y armar zambapalos, han sido muy bien adiestrados. Como exclamaba el Padre Jesús María Peláez, hace cincuenta  años: “¡Pobre Pueblo!”.

 

Cordialmente,

 

Octavio Hernández Jiménez

 

 


Manizales, 8 de octubre de 2013

 

Estimado Carlos Julio Herrera B:

 

De acuerdo con lo convenido en la reunión del pasado 4 del presente mes,  le envío la Justificación para incorporar ciertas áreas del municipio de San José Caldas en el Proyecto Turístico de Bajo Occidente.

 

Recorrido Alto de la Cruz (suroeste)- Unidad Deportiva Centenario (norte):

 

Se trata de un trayecto que hizo parte del Camino Real de Occidente que comunicaba la capital del Estado de Antioquia (Santa Fe y luego Medellín) con la capital del Estado del Cauca (Popayán) y ciudades intermedias. El Bajo Occidente de Caldas y los departamentos  de Risaralda y Quindío pertenecieron al Cauca. Desde el Alto de la Cruz se divisa un territorio en el que los sucesivos éxodos, desde tiempos precolombinos y luego en la Conquista, con la llegada de Jorge Robledo y demás personal que estableció la Colonia española, fue trajinado de norte a sur y viceversa desde las más remotas edades.

 

La exuberancia del Valle del río Risaralda y el dramatismo del profundo Cañón del Cauca, así como el Parque Nacional de Los nevados (al oriente) y el Parque Nacional de Tatamá (al occidente), son dignos de ser admirados, como de ningún otro, desde este sitio sin igual. El esplendor de la mañana con los nevados descubiertos y de la tarde con sus atardeceres de ensueño, tienen en el Alto de la Cruz su palco más encumbrado.

 

El casco histórico de San José corresponde a la arquitectura de la última etapa de la Colonización Paisa propia de un caserío a la vera del Camino Real. Fue lugar de fondas, tiendas, comercio regional. En una esquina de la Plaza principal funcionó el primer Almacén Ley, antecesor de la cadena Éxito. En vez de carros en su calle real se apretujaban las manadas de mulas. Se trata de una muestra de arquitectura de bahareque en guadua que en tiempos idos estaba recubierta de láminas de zinc para evitar la lluvia inclinada que llega desde el Chocó.

 

A la entrada sur del pueblo se encuentra la Biblioteca cuyo edificio fue donado por el Gobierno del Japón. En la Plaza principal se encuentra, oculto y muy deteriorado, el Monumento al Agua que exhibe el primer acueducto que sirvió a un pueblo en donde el agua no baja sino que sube. La autoridad municipal debe completar las piezas que le faltan. Se puede apreciar la escultura en bronce del Duende, obra del maestro Jorge Vélez Correa. El duende de San José no es personaje de maldades sino que preservó de su destrucción los montes en donde nacía el agua que surtía al pueblo. Es un Duende Ecológico. En otro espacio de la Plaza se puede leer la placa que los habitantes de San José dedicaron a La Luna, el 20 de julio de 1969, con motivo del primer viaje del hombre a ese planeta. Fue toda una fiesta.

 

El Templo de Nuestra Señora del Carmen corresponde a la primera parte del siglo XX. Tiene el mérito de ser un ejemplo de arquitectura gótica en maderas nobles de la región. Alberga un conjunto de obras de arte de sucesivos tiempos, estilos y escuelas. Toda la historia del arte religioso del siglo XX en un mismo espacio: Esculturas de semana santa del Taller de los Hermanos Carvajal; un óleo del Maestro Ángel María Palomino, el Vásquez Ceballos de la Pintura Caldense; el Crucifijo y la Virgen del Carmen del Maestro Italiano Bartolini; las tallas en madera de la Sagrada Familia y el Viacrucis (13 estaciones), del Maestro Fernando Alvarado para rematar con el enorme óleo sobre madera “El Juicio Final del Siglo XX” (4,50 m por 2,80 m), obra del artista Wálter Castañeda (Eva Clarens) que, en la actualidad, se encuentra en el espacio del coro de la iglesia a la espera de una restauración profunda antes de que los vándalos lo acaben de eliminar. Su pérdida sería inestimable para la historia del arte en Caldas.

 

La casa cural del pueblo se conserva intacta con su arquitectura casi centenaria; es de dos pisos y cuenta con un apacible patio central rodeado de corredores. La Casa de la Familia Hernández, con más de cien años de antigüedad, tiene un bello mirador, geométricos artesonados en sus alcobas, detallados trabajos en ebanistería y una colección de obras digna de ser visitada.

 

En donde nacía la antigua Calle de la Estrella se construyó, en la última década del siglo XX la Alcaldía Municipal. Su arquitectura, con arcos y chambranas no desentona de la arquitectura tradicional del pueblo. Detrás hay un mirador que da hacia uno de los pocos montes primarios con que cuenta la región (Monte de los Hernández) y, en lontananza, el inigualable valle del Risaralda. A la derecha hay otro monte primario (el Monte de Los López) y al fondo la silueta de la capital caldense.   

 

En el extremo norte del casco urbano se encuentra el cementerio tradicional y la Unidad Deportiva Centenario dotada de cancha de fútbol, cancha sintética y una piscina en donde las gentes de distintos municipios acostumbran pasar las tardes de los fines de semana.

 

Dentro de las obras que la Junta de Turismo, por unanimidad, aprobó para que las autoridades del municipio impulsen en las reuniones con otros alcaldes del Bajo Occidente, está el Bulevard entre La Laguna y la Biblioteca Pública. Se trata de la entrada principal del pueblo y merece adecuarla para recibir de la mejor forma a propios y extraños. Pensamos que la autoridad de San José encargada de las obras públicas debe diseñar un proyecto que empiece por prohibir la construcción de casas al lado del paisaje; debe contemplar, además, andenes para la ciudadanía que transita por esos lados, arborización y faroles. Es por el paisaje que hay que rescatar que esta tierra se proclamó Patrimonio de la Humanidad; nuestro empeño no solo es conservarlo sino defenderlo de posibles amenazas. Es nuestra materia prima. El Alcalde y el Concejo Municipal deben recibir la notificación de este proyecto para que se involucren en él.

 

Otro sitio que según la Junta de Turismo debe comprometer voluntades y recursos económicos entre los miles de millones que anuncia el gobierno central, es la conservación del paisaje entre la Escuela primaria de la localidad y el Alto de la Cruz así como desde el viejo vivero del municipio y la misma Cruz. Un factor ayuda a que se preserven estos miradores: la falla geológica detrás de la Escuela que atraviesa la calle y cae a la carretera cerca a La Laguna.

 

La Junta de Turismo tuvo en cuenta que no se debe considerar como turístico solo lo que hay para ver sino lo que involucre otros aspectos de la vida de las personas y el ejercicio de los otros sentidos del cuerpo como el gusto, el olfato, el oído, el tacto. Por esto, se deben promover los viajes al sector rural con el propósito de conocer las distintas etnias o razas que alberga el municipio de San José, el proceso del café que se cultiva en estas laderas y el proceso como se obtiene la panela, recurso gastronómico de primera importancia.

 

Con estas consideraciones, se tuvieron en cuenta cuatro sectores para incluir en los proyectos turísticos: Viajes al trapiche de Morroazul, al Resguardo Indígena luego de las conversaciones y convenios con la dirigencia de ese sector, viajes a Altomira, a Tamboral y a Pueblo Rico en donde se pueden alojar turistas con cierta facilidad de transporte y de vivienda.

 

La Junta de Turismo, en la pasada sesión, expresó su apoyo decidido a los proyectos que la división municipal tiene en cuanto a la reconstrucción del parque central, con senderos, bancas y vegetación pues es inadmisible un pueblo sin un espacio propicio para el diálogo y la  contemplación tanto de niños como de parejas, ancianos y visitantes. Al remodelar el parque se deben respetar los monumentos que lo ocupan como el del Agua, el Duende y La Luna. Los monumentos hacen parte de un capital cultural y artístico de los miembros de una  comunidad, ya sean niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos. “Los monumentos que hacen parte del espacio público son emplazados y protegidos por normas jurídicas. Esto implica que si alguien desplaza un monumento, aún sin haberlo estropeado, puede incurrir en delito o infracción” (El Tiempo, 9 de octubre de 2013, p.14). 

 

Así mismo, manifestó su apoyo al proyecto de  adecuación del Alto de la Cruz como atractivo turístico y el mejoramiento de la Unidad Deportiva Centenario, lugar de esparcimiento y de visita de equipos foráneos. Juzgó como acertado el proyecto de pintura y embellecimiento de las fachadas para lo cual se deben encomendar las decisiones en el aspecto artístico a profesionales que sean diseñadores o arquitectos pues de no haber un orden y una mente directora todo se convertiría en una mezcolanza. Finalmente estuvimos de acuerdo en impulsar el proyecto por el cual se oculten bajo los andenes las redes de servicios públicos que afean las calles con sus cables y postes cargados de mugre.

 

Señor Encargado de los Asuntos Culturales del Municipio:

 

Los que asistimos gustosamente a la catalogada como primera reunión de la Junta de Turismo del Municipio de San José no hemos recibido  comunicación alguna emanada de la Alcaldía en que se nos solicite el servicio para integrar el grupo que, a pedido de todos, habla en esta carta; ni el Señor Alcalde se hizo presente para la instalación, ni en el transcurso ni al final de la reunión siquiera para señalar pautas; ni después hemos recibido algún recado de parte suya.

 

Por tanto, le pedimos que sugiera a la autoridad competente que si está de acuerdo con que integremos la citada Junta, debe producir un documento en que se nos nombre para que lo tratado, debatido y aprobado tenga validez y no sea un viaje y un tiempo malgastado por los integrantes de los distintos sectores a quienes Usted tuvo la deferencia de convocarnos.

 

Cordialmente,

 

Octavio Hernández Jiménez

 



San José de Caldas, 18 de noviembre de 2014

 

Honorable

ASAMBLEA DEL DEPARTAMENTO DE CALDAS

Manizales

 

Por medio del Señor Diputado Edgar Corrales se ha tenido conocimiento de que en la Asamblea del Departamento están tratando el tema de los municipios que en Caldas carecen de casa de la cultura y le han dado trámite a unos auxilios para dos de ellas, ante el desconocimiento por parte de ustedes de que San José, en el Bajo Occidente, también carece de ella.

 

El 20 de octubre de este año dirigí una carta motivada al Alcalde y al Concejo Municipal de San José con la propuesta de  instalar la casa de la cultura en el edificio contiguo al templo, construido entre 1951 y 1953 para el colegio parroquial dirigido por las Hermanas Vicentinas y luego por las Teresita, hasta 1968. Es propiedad de la diócesis de Pereira. Dialogué cordialmente con el cura Párroco de San José quien sirvió de emisario ante la curia logrando el conveniente beneplácito para una posible negociación.

 

Estamos a la espera de que el señor Alcalde inicie los trámites pertinentes partiendo de un avalúo legal. Mientras tanto, el auxilio de la Honorable Asamblea para el año de 2015 serviría como primera piedra en la dotación de un servicio inaplazable para San José, a la vez que se rescataría para el patrimonio de este pueblo un edificio  cargado de historia y de blasones.

 

De los Señores Diputados,

Cordialmente,

 

OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ

 

Anexo: Carta al Alcalde y Concejo Municipal de San José Caldas con la sustentación para que el antiguo Colegio Santa Teresita sea seleccionado como sede apropiada de la Casa de la Cultura. 

 


San José de Caldas, 18 de noviembre de 2014

 

DOCTOR

BERNARDO GONZÁLEZ

Secretario de Educación de Caldas

Manizales

 

Se ha tenido conocimiento de que en la Asamblea del Departamento están tratando el tema de los municipios que en Caldas carecen de casa de la cultura y le han dado trámite a unos auxilios para dos, ante el desconocimiento por parte de la Secretaría de Cultura de que San José, en el Bajo Occidente, también carece de ella.

 

El 20 de octubre de este año dirigí una carta motivada al Alcalde y al Concejo Municipal de San José con la propuesta de  instalar la casa de la cultura en el edificio contiguo al templo, construido entre 1951 y 1953 para el colegio parroquial dirigido por las Hermanas Vicentinas y luego por las Teresita, hasta 1968. Es propiedad de la diócesis de Pereira. Dialogué cordialmente con el cura Párroco de San José quien sirvió de emisario ante la curia logrando el conveniente beneplácito para una posible negociación.

 

Estamos a la espera de que el señor Alcalde inicie los trámites pertinentes partiendo de un avalúo legal. Mientras tanto, el auxilio de la Honorable Asamblea para el año de 2015 serviría como primera piedra en la dotación de un servicio inaplazable para San José, a la vez que se rescataría para el patrimonio de este pueblo un edificio  cargado de historia y de blasones.

 

De los Señores Diputados,

Cordialmente,

 

OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ

 

Anexo: Carta al Alcalde y Concejo Municipal de San José Caldas con la sustentación para que el antiguo Colegio Santa Teresita sea seleccionado como sede apropiada de la Casa de la Cultura.

 


Manizales, 20 de octubre de 2014

 

SEÑOR

ALCALDE MUNICIPAL

HONORABLE

CONCEJO MUNICIPAL

SAN JOSÉ CALDAS

 

San José pretendió ser municipio desde comienzos de la segunda década del siglo XX, hace cien años. Sus habitantes justificaron la lucha porque no querían rezagarse, con respecto a los demás municipios. Al revivir ese proyecto y triunfar, a finales del siglo pasado, volvió a encenderse la llama de igualarnos a otros pueblos en lo bueno que ellos habían logrado. En 16 años, lo hemos alcanzado, en parte. Uno de las áreas más atrasadas ha sido la de la Cultura pues distintas administraciones han visto en ella un simple decorado para rellenar la programación de ciertas fiestas. No se han preocupado por inculcar y darle sostenibilidad a los ideales de formación ciudadana. La consigna de los que lideran los pueblos más dinámicos es meter la Cultura en la canasta familiar como asunto de la vida cotidiana. Hay excepciones que han sobrevivido, en nuestro pueblo, como el Festival Regional de Teatro además del éxito que constituyó la apertura de la Biblioteca Municipal en el cómodo edificio donado por Japón. Comparémonos con los municipios del Bajo Occidente para que palpemos diferencias en cuanto a puesta en marcha de planes culturales. Uno de los aspectos que se han aplazado por más de quince años es el de dotar a San José de una casa de la cultura digna de nuestras aspiraciones, nuestro patrimonio y nuestra identidad.

 

A comienzos del mes de octubre, el señor Secretario de Cultura de Caldas declaró que, a estas alturas del tercer milenio, entre los 27 municipios de Departamento, había dos sin casa de la cultura y uno de los dos era San José. Agregó que él tenía el propósito de colaborar para subsanar esta deficiencia.

 

El 11 de octubre, en el velorio de Venancio Jiménez, en Pereira, comenté con el señor Alcalde de San José lo expresado por el Secretario de Cultura y me dijo que se proponía organizar la desocupada inspección de policía frente al Hospital para casa de la cultura. Al echar a marchar esta idea, el señor Alcalde no había tenido en cuenta que, de acuerdo con la normatividad oficial, se debe adaptar como casa de la cultura una edificación que  sea de gran aprecio de la población beneficiada, ya sea por sus valores arquitectónicos, históricos, comunitarios o por haber servido como escenario de algún suceso destacado para la vida de la comunidad, características de las que carece la citada inspección. Lástima grande haber derribado, sin un solo lamento, la primera  inspección y corregiduría de la población para levantar, allí, un edificio sin los valores arquitectónicos ni históricos que tenía la casona de elegantes tribunas que aniquilaron.

 

El martes 14 de octubre, dialogué con el señor Alcalde de San José, durante unos minutos, en la Fuente Bolívar de Manizales. Volví  a poner como tema la casa de la cultura de San José. Le expresé al Alcalde que la inspección desocupada frente al Hospital no tenía las  mínimas condiciones para una casa de la cultura por lo reducida y por su ambiente lóbrego y húmedo para la conservación de materiales delicados. Carece de la aireación, luminosidad y arquitectura ideal. Una casa de la cultura no es un simple espacio en que quepan dos o tres escritorios para una burocracia inepta y adormilada.

 

En esa charla, el señor Alcalde comentó que el Instituto de Bienestar Familiar tiene el proyecto de construir un edificio para el jardín infantil en San José de Caldas, de acuerdo con parámetros definidos por ellos como áreas de evacuación urgente, sin escaleras para evitar accidentes de niños y espacios acordes con sus necesidades.

 

Esto me dio la oportunidad para expresar públicamente al señor Alcalde y a ustedes, Señores Concejales, mi punto de vista según el cual la construcción que, por mil motivos merece, en San José, ser restaurada para casa de la cultura es la que, desde 1954 hasta el año 2000, fue sede del colegio de religiosas y luego colegio mixto Santa Teresita. El propósito con el que se levantó es el más noble para cualquier conglomerado: educar a la niñez y juventud equivale a cimentar  una próspera comunidad futura. Tanto la Administración Municipal, el Honorable Concejo y gran parte de la población son conscientes de que, desde hace años, ese edificio debería haber sido declarado patrimonio cultural de San José, con el templo, la casa cural, la alcaldía y dos o tres construcciones más.

 

El 9 de octubre de este año, con motivo de los 60 años del Colegio Santa Teresita, ofrecí una conferencia en el templo parroquial en donde me hubiera gustado verlos a ustedes. Allí expuse el proceso seguido por el Colegio ilustrándolo con datos como que la construcción ocurrió durante el tiempo en que el Padre Jesús María Peláez Gómez fue párroco, el maestro de obra fue Chepe Ramírez y la arena y piedra para el primer piso fueron subidas a lomo de mula desde el Cajón del Diablo, en el río Cauca y el ladrillo desde la ladrillera de Perucho Marín, por los lados de Los Caimos, en las vegas del valle del Risaralda. Los pobladores de San José, hombres, mujeres y niños, organizados en  convites por el cura y la dirigencia local de la época, subimos hasta el pueblo la piedra y la arena que dejaban los arrieros al otro lado de la quebrada La Habana. El Colegio fue dirigido primero por las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul (1953-1957) y luego por las Teresitas Contemplativas (1962-1968). Albergó internas llegadas del Bajo Occidente del actual Caldas, de lo que constituye el departamento de Risaralda, del norte del Valle del Cauca y de algunos otros lugares.

 

La propuesta de hacer del viejo Colegio nuestra casa de la cultura me viene dando vueltas en la cabeza desde hace muchos años tanto que, con motivo de los 60 años de dicha institución, concluí la conferencia con la lectura de este párrafo: 

 

“El edificio en que funcionó el Colegio Santa Teresita, en su primera etapa y que queda anexo al templo,  es una de las construcciones más destacadas del patrimonio arquitectónico que le quedan a San José Caldas. Se trata de una sobria casona de arquitectura paisa,  firme, cómoda y bella, levantada, a mediados del siglo XX,  por nuestros antepasados y muchos de los sanjoseños que aún vivimos, con gran proyección, y que restaurada puede servir de albergue a  los ideales de superación espiritual de nuestra gente. Lo tiene todo: muchas y gloriosas páginas de nuestro devenir se vivieron en ese recinto; amplios salones para exhibir colecciones permanentes de arte, organizar exposiciones temporales de artistas que nos visiten, espacios adecuados para reuniones y conferencias con personal del pueblo o invitados; sección de arqueología e historia local, fotografía, artesanías,  cursos y talleres permanentes para niños, adolescentes, adultos y ancianos, sección de música, archivos fundamentales para el conocimiento de nuestra realidad, espacios suficientes  para instalar sistemas electrónicos y enseñar su uso en talleres para la población; quizá, un almacén para la venta de artesanías y otras mercancías de carácter cultural producidas por habitantes del municipio y sus alrededores;  corredores enchambranados para alborozo de los espectadores y un patio central para obras de teatro callejero, grupos de danza y ratos de esparcimiento; la lúdica hace parte importante de la Cultura. Ah, y abajo, un teatro a la espera de los grupos artísticos que se deben formar aquí y de los que nos visitan”.

Poco a poco, en la medida de nuestro entusiasmo, se puede  restaurar para  que el pueblo se solace. Si llegamos a conformar este sueño, con las  de Salamina, Aguadas y Risaralda, la casa de la cultura de San José sería la mejor del departamento.

 

El domingo 19 de octubre, en las horas de la mañana, visité al Señor Cura Párroco de San José, en el patio interior de la casa cural,  con el fin de dialogar sobre la posibilidad de convertir el viejo Colegio Santa Teresita, propiedad de la curia, en casa de la cultura. Me alegré al ver que la idea cayó en terreno abonado; el señor Cura  expresó que estaba de acuerdo con el planteamiento que le expuse. Muy receptivo. Nos dimos la mano como señal de beneplácito.

 

El señor Cura y yo, en diálogo cordial, trazamos las acciones a emprender antes de ir a la Curia pues él se facilitó para crearle buen ambiente a la idea, en las oficinas de la diócesis. Las acciones inmediatas son: Despojar a muchos habitantes de San José de la enfermedad del desánimo, del desasosiego, de la apatía que los agobia, en esta época, por un motivo u otro.  Entusiasmarnos para que un proyecto de esta envergadura se convierta en una bandera cívica para el pueblo sin excepción de ninguna clase. Hacer equipo es fundamental para convertir un proyecto en realidad. Las obras de trascendencia social se gestan en comunidad. Este proceso empieza cuando se conforme un eficiente y representativo grupo de apoyo pues se ha comprobado, hasta la saciedad, que lo que se deja en las manos de una sola persona, sea quien sea, fracasa.

 

Luego, salir de las oficinas a hacer contactos, buscar aliados y gestionar recursos como es el deber de toda autoridad civil, visitando la Gobernación, Secretaría de Cultura, oficina de Regalías, Ministerio de Cultura, Dirección Regional de Paisaje Cultural Cafetero en donde están a la espera de que les presenten proyectos supremamente bien redactados pues cuentan con los recursos suficientes para financiarlos.

 

Los ciudadanos estarán alerta con relación a la labor del Concejo Municipal encargado de sembrar conciencia, proponiendo enmiendas o adiciones al presupuesto local o presentando otras alternativas legales, acudir a otras entidades o a todas a la vez. En cualquier caso, habría que tener listos los planos del edificio, el avalúo reciente de la citada construcción y demás documentos que ustedes conocen para presentarlos en el momento de decir a las autoridades eclesiásticas: ‘tenemos tanto’.

 

No desechemos la oportunidad que se nos presenta a los sanjoseños  de dejar a las generaciones venideras un maravilloso legado en el campo  de la Cultura que abrirá sus mentes, educará sus sensibilidades y apaciguará sus almas. Un sitio para que florezcan las formas más renovadas de la actual Cultura y de las que dominarán el mundo dentro de pocos años. Entusiasmarnos con esta solución es rescatar un patrimonio que, nada de raro tiene, puede quedar en  manos ajenas que entrarían a destruirlo.

 

La manzana en que está ubicado el Colegio, con el Templo de Nuestra Señora del Carmen y la Casa Cural, es la mejor conservada en cuanto a arquitectura con que cuenta San José. Es un canto a la arquitectura del bahareque que ha sido muy elogiada por arquitectos modernos dada su resistencia ante los terremotos tanto que se ha llamado “estilo temblorero”. Construcciones resistentes, amplias y que a la vez son símbolos de un pasado construido por gente visionaria y que es nuestro deber preservarlo de manos apáticas, intereses mezquinos y la incuria del tiempo.

 

Para que  “todos a una”, como en Fuente Ovejuna, entremos a defender proyectos de gran envergadura y nos enfervoricemos con este sueño se requiere que los responsables del destino de nuestro pueblo, desde la Alcaldía, Concejo Municipal, instituciones religiosas, educativas y de otra índole hasta los ciudadanos más desprevenidos inculquen un acendrado sentido de pertenencia pues de esto es de lo que carecemos en mayor medida, en San José. Pocos se sienten responsables para inculcarlo cuando es deber ineludible de cada habitante, joven o viejo. 

El pretexto que algunos pueden difundir para no avanzar  es el de que adquirir ese edificio es muy enredado y costoso pero, como sostiene la gente visionaria, la plata está hecha; lo que falta es salir a conseguirla. Lo mismo sucedió, en Marsella, con la soberbia casa de la cultura de la que se ufanan los marselleses que antes fue colegio de monjas y en Viterbo con el Colegio La Milagrosa que era de vicentinas y pasó a ser un bien del municipio. Llegaron a acuerdos satisfactorios con la misma curia diocesana con la que los sanjoseños tendremos que negociar, ojalá muy pronto. Si uno se compromete  de corazón con una meta, la saca adelante. Insistamos y persistamos en este proyecto hasta sacarlo adelante.

De ustedes,

Cordialmente,

 

OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ

 


 

SOTANAS INQUIETAS DURANTE LA COLONIA 

 Octavio Hernández Jiménez 

La obra “Algunas Sotanas Inquietas de Antioquia”, de Vicente Fernán Arango Estrada, publicada por Hoyos Editores, de Manizales, en el  año 2006, con 128 páginas, viene a convertirse en el eslabón más reciente de una larga cadena que, para las letras y la historia, se inicia en los mismos albores de la lengua castellana.

Sabemos que el primer texto escrito que se conserva de nuestra lengua data del siglo X d.C. por lo que, en estos años, hemos celebrado el primer milenio de la consolidación de nuestro idioma. Ese texto es una oración de briosa entonación con revestimiento latino: “Cono ayutorio de nuestro dueño Christo, dueño Salvatore, qual dueño yet ena   honore e qual dueño tienet ela mandacione cono Patre, cono Spíritu Sancto…”. Como si se tratara de conglomerados humanos, los idiomas  también cuentan con su propia idiosincrasia. Según la filosofía del lenguaje, el uso de un idioma determina la forma de pensamiento. El inglés, desde sus orígenes, ha sido lengua de comerciantes, el francés y el alemán, desde su primeras frases, por los mismos tiempos del español, han sido idiomas de diplomáticos y políticos, el italiano, en su primer texto, es un idioma de leguleyos y el Español, como lo afirmaba Carlos V es, en el mundo occidental, “el idioma para hablar con Dios”. Por lo menos, en nuestro caso, no sería tanto para hablar con Dios o de Dios pero sí de sus ministros.

En el siglo XIV aparece el Arcipreste de Hita con su obra Libro de Buen Amor. Arcipreste fue el título dado a un cura con varias parroquias o que tenía cierta preeminencia sobre ellas. El Arcipreste de Hita era un cura inclinado a sostener cuitas permanentes con los tres enemigos mortales del hombre: el demonio, el mundo y la carne. Sobre todo con los dos últimos. En cuanto al amor, se manifiesta en las páginas del libro como un inigualable conocedor y practicante: Cuando arranca la obra, a modo de tesis, expresa lo siguiente: “Como dice Aristóteles cosa es verdadera:/ El mundo por dos cosas trabaja: la primera,/ Por aver mantenencia; la otra cosa era/ Por aver juntamiento con fenbra placentera”. Es todo un tratado práctico de erotismo relacionado con un hombre sediento del goce con varias mujeres, texto que pocos pueden darse el lujo actualmente de redactar. Apoteosis de  sensualidad para todos los tiempos.

En el siglo XVI aparece la picaresca. Pícaro no es un antisocial sino una persona que vive en el límite entre lo permitido y lo prohibido, haciendo precario equilibrio entre lo correcto y lo inadmisible. Se trata de una técnica satírico-social eminentemente española. El Lazarillo de Tormes es el mejor ejemplo de picaresca.  En la novela Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán, se habla de un pícaro que se hace clérigo en Alcalá y que luego se enreda con una mesonerilla de cuyos amigos vive espléndidamente. En “La Vida del Buscón don Pablos, ejemplo de vagamundos y espejo de de tacaños”, de Francisco de Quevedo y Villegas, se cuenta, entre muchas cosas, la historia de un cura viejo que hizo un poema de cincuenta octavas a cada una de las once mil vírgenes, que logran alborotar hasta las pulgas del infierno.

A los hispanoamericanos nos llegaron los primeros pícaros en las carabelas pero no solo como simples grumetes sino también como frailes y conquistadores, muchos de ellos con la biografía, en la cabeza, de Félix de Lope de Vega y Carpio, hombre de letras, consagrado sacerdote y a quien se le contaron matrimonios y amoríos a granel, antes y después de su ordenación.  Del proceder relacionado con la picardía en las capas dirigentes de esa sociedad  sobran ejemplos en los cronicones de la colonia.

Un siglo después de esos frailes y conquistadores que, como diría el Tuerto López,  trajeron “ese progreso/ que le trajo a los indios cimarrones,/ con la espada y la cruz, el gonococo”, se presentó un brote de picaresca clerical, minuciosa y fielmente retratada por Vicente Fernán Arango, entre curas de la naciente Antioquia y aquellas mujeres indígenas o criollas que se atravesaban ante sus ojos y eran llevadas luego a sus lechos en forma pasajera o a convivir con sus reverencias en las casas curales sin que hubiera habido un cisma divisorio en la Iglesia a pesar de las advertencias y reconvenciones de los obispos de Popayán. Sí, de Popayán, pues, de lo que casi nunca se habla es de que,  en lo civil y eclesiástico, la Antioquia de la primera etapa colonial perteneció al que fuera luego Estado Soberano del Cauca, su posterior y fiero contendor. Antioquia es hija preclara del Cauca.  Sus conquistadores, curas y primeras remesas poblacionales llegaron del sur. Había que poblar un vasto territorio y en esto colaboraron, con toda la curia del caso, conquistadores y  muchos clérigos. Un deber de patria.

El  Sínodo de Popayán, en 1617, se interesaba en que los curas “doctrineros no tengan indias ni mujeres sospechosas” (p.10). Y en 1717, a los cien años de la anterior asamblea eclesiástica, el obispo se interesa en que “los clérigos no tengan en sus casas ni fuera de ellas concubinas ni otra mujer que el derecho repute por sospechosa” (p.10).

Esos párrocos demasiado humanos  tal vez vieron un día venir el amor en la misma forma que se le presentó al inmortal cura de Hita: “Ay quán fermosa vyene doña Endrina por la plaza./ Qué talle, qué donayre, qué alto cuello de garza./ Qué cabellos, qué boquilla, qué color, qué buenandanza./ Con saetas de amor hiere, cuando sus ojos alza”.

Vicente Fernán Arango Estrada no es un poeta como Juan Ruiz pero sí un buen husmeador y seleccionador de cronicones y documentos y, en este caso,  de las obras de autores como los Presbíteros Javier Piedrahita en su “Historia Eclesiástica de Antioquia” (1973) y Guillermo Duque Botero con su  “Genealogías de Salamina” (1993) y sus “Apuntes para la Historia del clero en Caldas” (1957), archivos civiles y eclesiásticos,   fuera de otras obras como las de William Jaramillo Mejía, “Antioquia bajo los Austrias” y sobre todo, como un faro de luz del mayor número de bujías para esta obra, las consultas a las obras de Rodrigo Escobar Restrepo, en sus notas a la Genealogía del Padre Guillermo Duque y sus apuntaciones críticas a los apellidos de raigambre en Antioquia, aparecidas a comienzos de este siglo en El Colombiano de Medellín. Hay otros investigadores de la mayor credibilidad que sirvieron de sustento a los juicios y comentarios emitidos por Arango Estrada, en la obra que presentamos, en esta noche decembrina.

Esos comentarios y juicios se lanzan a veces con la carga detonante de un adjetivo como cuando habla de “ejército de espurios retoños” (p.5), “actuaciones no ejemplarizantes y libidinosas de los prelados de la montaña” (p.5), “incómoda página del clero antioqueño” (p. 5), “escarceos amorosos de estos desvergonzados ministros” (p.5), “no solo de padrones de la raza estuvo plagado el clero antioqueño sino de verdaderos problemas vivientes para sus obispos quienes tuvieron que aceptar las diabluras de sus ministros ” (p.11),  y, como lo dicen los mismos decretos, las penas eran aplicadas a “clérigos sediciosos, incorregibles, adúlteros, soldados, robadores, deshonestos y escandalosos” y aquellos que, “terminada la misa decían palabras indecentes e injuriosas amenazando con sacar la lengua a los pícaros que los acusasen ante los jueces” (p.15). Y qué tal este juicio más que gramatical, digno de la catilinaria de un obispo: “Verdadero campeón de la desfachatez y el descaro, el muy calenturiento y desvergonzado padre de 8 hijos, en varias mujeres, el Pbro. Facundo Ramírez Herrera, que más bien debiera haberse llamado Fecundo” (29).

No está por demás detenernos en el tal Facundo pues viene a ser casi paisano nuestro. Nació en Anserma, la Abuela de Caldas, en 1589, y fue ordenado sacerdote en 1614. Murió en agosto de 1665. Más que “calenturiento y desvergonzado”, como lo  cataloga el historiador,  es uno de los personajes más destacados en las páginas de la obra que presento ante Ustedes y, para mi humilde parecer, Facundo Ramírez debería ser reconocido como   uno de los personajes más llamativos y activos de nuestra historia comarcana, más que para increparlo, para verlo como un coterráneo digno de admiración.  No todos los famosos lo son por lo que hicieron vestidos. Su descendencia no solo se dedicó a poblar la tierra por donde pasó y se detuvo dejando su marca indeleble sino que se entregó al servicio de Dios y de su Iglesia, por medio de una prole “innumerable como las estrellas”. Entre sus nietos tuvo una priora de monjas carmelitas, una “religiosa profesa de velo negro” y nada más que una abadesa del convento de la Concepción, las tres en Bogotá. El cura Facundo Ramírez Herrera fue el glorioso abuelo de tres jesuitas, uno de ellos, Miguel quien escribió un Tratado sobre la Concepción de María (p. 31), tal vez obsesionado desde niño por el misterio de su propio nacimiento. De María Elvira, otra hija natural de este sacerdote, según Rodrigo Escobar Restrepo, citado por Arango Estrada, “descienden todos los Cardona de Antioquia” (p.32);  de Ana Herrera, otra hija de Facundo, según las mismas fuentes, descienden los Muñoz de Antioquia;  Marcela, otra de sus hijas es el “tronco generacional de todos los Parra antioqueños (p.33) y, como al caído caerle, de Pedro Herrera, posible hijo de Facundo, deriva el apellido Herrera, de Rionegro (p.34). Se espera una convocatoria nacional para levantar la estatua en honor del Pbro. Facundo Ramírez Herrera. Según parece no serían muchos los colombianos que se escaparían como aportantes. Anserma debería interesarse en el asunto y su monumento se convertiría en lugar de peregrinación para la gente estéril. Claro que es difícil que lo construyan cuando no cuentan ni siquiera con la estatua de su fundador. Por escasos cincuenta años no lograron coincidir en el mismo sitio el Mariscal Jorge Robledo y el  Padre Fecundo.

Pero si algunos se escapasen de contribuir al monumento a Ramírez Herrera tal vez se interesen en levantar monumentos a otros levitas como al Padre Gonzalo Mejía (1609) quien se amancebó con una india y de ella tuvo una hija y un hijo, origen de muchos antioqueños que ostentan ese apellido (p.37). Los Lezcano tienen en su ascendencia a Juan Taborda de Lezcano (p.40) quien se hizo sacerdote y tuvo 4 hijos naturales con una misma mujer. Los Jaramillo cuentan, entre sus ascendientes, al sacerdote Luis Jaramillo Guzmán, quien al morir dejó un hijo natural “de 14 o 15 años” (p.50). Los Salazar también están representados en esta obra sorpresiva y sorprendente. El Pbro. Gregorio Salazar, nacido en 1663, tuvo una hija natural y el Pbro. Fabián Salazar es el padre de tres hijas espurias, en una india de la ciudad de Antioquia (p.64). Una rama de los Restrepo  tuvo su origen en Juan José Tomás de Restrepo, hijo del sacerdote Juan Ambrosio de Restrepo (p.47). La obra se refiere a muchos más. Y sepan, señoras y señores que no me da el mínimo empacho en comentar que, según Rodrigo Escobar R., en sus Apellidos, publicado en El Colombiano, 27 de octubre de 2003, citado por Vicente Fernán Arango (p.68), el señor José Hernández Zapata, nacido en 1704, era hijo espurio de Jacinta Hernández Henao y el doctor Francisco José Zapata, cura de La Tasajera, hoy Copacabana, Antioquia.  Comenta Arango que, el tal doctor Francisco José era “otro de aquellos sacerdotes que creyeron ser padrones de la raza, creencia que asumió con lujo de detalles” (p. 68). Esa tal Jacinta Hernández “era hija de Antonio Hernández y Antonia Henao, caleña, formadores del quinto tronco generacional de los Hernández en Antioquia”. No voy a continuar en este abrebocas resolviendo incertidumbres o incongruencias en las partidas de bautismo de los aquí presentes. Si les pica la curiosidad por  enterarse de una escueta verdad desconocida hasta este momento, sobre su incierto árbol genealógico,  compren el libro al autor y traten de salir de las dudas.

Es de destacar el tono jupiterino y moralista que a veces envuelve la prosa de Arango Estrada en ciertos juicios que aparecen en este texto pero lo expresado se compensa cuando, en forma comprensiva, afirma lo siguiente con la mayor lucidez: “Los conceptos de matrimonio e ilegitimidad, en la época colonial y en los primeros días de la República, eran muy distintos a los de hoy y como cosa sorprendente fueron comprendidos con mayor laxitud y modernismo que hoy día” (p. 18). Además, el autor de “Algunas Sotanas Inquietas de Antioquia” también cita a Guillermo Duque cuando explica que, solamente en el Concilio de Trento, en 1563, la iglesia católica regula el sacramento del matrimonio. Muchos de los casos repasados en la obra de Arango Estrada habían ocurrido, apenas, cien años desde el período en el que el trono de San Pedro había sido ocupado por Inocencio VIII y Alejandro VI, el Papa Borgia, padre de César, Lucrecia y Juan. Nunca renegó de su prole y quiso, en cambio, iniciar con César una dinastía en Europa. Iván Cloulas recuerda, en “Los Borgia” (Javier Vergara Editor, 1988, p.85) que, “Durante el pontificado de Inocencio VIII, en 1490, un vicario pontificio creyó obrar bien al ordenar a todos los clérigos o laicos que vivían en Roma que despidiesen a sus  concubinas públicas o secretas, so pena de excomunión. Pero el Papa desautorizó esa iniciativa, al declarar que el derecho canónico no imponía nada por el estilo”.

Tal vez, por eso, lo acontecido en mil seiscientos y pico, fuera aparentemente menos escandaloso que si se cometiera en el siglo XXI. Acababan de reglamentar, en Trento, la doctrina y el ritual que, en adelante, regularía el matrimonio en esa institución. Hoy contamos con una tradición que, en época de lo citado, apenas se estaba formando y se entraba combatiendo usos y costumbres que chocaban con lo que se acababa de promulgar. A eso se agregan las costumbres de indígenas y de negros que, por las culturas de donde provenían, no veían con malos ojos que un sacerdote, al fin varón,  se amancebara con una mujer. Es un asunto no de doctrina sino de disciplina. No toca con la legislación divina sino humana.

Al pasar los siglos, desde cuando se presentaron las situaciones citadas en esta obra, se fue atornillando más y más la vigilancia sobre la vida sexual de los clérigos hasta llegar, en el siglo XX, entre la feligresía, a mencionarse casi exclusivamente a nivel de esporádicos  rumores. Se clausuró herméticamente esa válvula de escape, tan necesaria, para suceder lo que les ocurre a las ollas a presión cuando se les tapona el orificio con que vienen dotadas: la olla explota y puede causar una tragedia. Eso explica, en parte, la crisis entre la más alta jerarquía eclesiástica y sus sacerdotes, en asuntos de disciplina sexual, entre la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI. El globo, inflado en forma persistente durante varios siglos, vino a caer en las antípodas del asunto. Fuera de esto, el fenómeno de que trata el libro que presentamos esta noche, pareciera tomar nuevos bríos. Según noticias de mediados de noviembre de 2006, casi cien mil sacerdotes católicos, alrededor del mundo,  esperan que el Vaticano resuelva la situación de sus matrimonios con mujeres que son asuntos cumplidos y sin vuelta de hoja. En el Perú estrenan la denominada Iglesia Católica Apostólica de Sacerdotes Casados Nuestra Señora de Guadalupe que cuenta con más de cien curas que tienen esposas e incluso hijos. Su propósito: luchar por una Iglesia Católica en la que el celibato no sea una imposición (El Tiempo, 2 de diciembre de 2006, p.1-15).

Recalquemos que este asunto no fue hipócritamente tapado, en la provincia de Antioquia, región  genealogizada por Vicente Fernán Arango Estrada y un grupo de serios y pacientes autores entre los que se encuentran varios sacerdotes de aquilatados méritos.  Esas vidas intrincadas también se han presentado en distintas regiones y  tiempos sucesivos dando lugar, si mucho, a murmuración de corrillo. Un botón de muestra lo encontramos en la obra del poeta Luis Carlos López. Ocurrió en Cartagena de Indias, durante el año 1927. El vate observó una situación y la elaboró como sarcástico poema, con el nombre de “Al Padre Garcerant”. Con estos versos, el poeta colombiano, como otro alegre Arcipreste de Hita prolonga una tradición que consagra a nuestro idioma como la lengua religiosa y clerical por antonomasia en el mundo occidental. Retomo esos versos escuetos como síntesis de la obra “Algunas Sotanas Inquietas de Antioquia”  que acoge la Academia Caldense de Historia, con sumo beneplácito, como fruto investigativo de uno de sus miembros, a quien felicitamos y animamos a proseguir en su paciente empeño:

Robusto como un mástil de mesana,

El cura de mi pueblo

Es varón de pelo en pecho

Que usa pantalones bajo la sotana.

Se afeita antes de misa, por la mañana,

Todos los días, al saltar del lecho.

Es presumido y gasta en su provecho

La colecta de toda la semana.

A sus criadas, las trata con blandura.

Y solo tiene para su servicio una,

Muy limpia y diligente…

Madre de un chico parecido al cura.

 

Manizales, 28 de abril de 2012

 

Estimados

Integrantes de la Banda de Música

Apía (Risaralda)

 

Como si se tratara de una peregrinación cívica y religiosa, durante la pasada semana santa y el Día del Idioma, estuve en ese querido pueblo. Dirigentes de Apía aprovecharon la ocasión para presentar en público mi obra “Apía: Tierra de la Tarde”, pues en esa temporada, muchos apianos regresan a su tierra guiados por el corazón y sus nostalgias.

 

Tuve la oportunidad de escuchar la Banda de Música, en distintos eventos religiosos y profanos, de aquellos días como el Concierto del Jueves Santo, en el templo, en el que ofrecieron la propia versión de las páginas más exigentes de Beethoven, Bach, Mozart, Haendel y las procesiones del viernes, entre las que vale la pena evocar la del Santo Sepulcro. Le seguí el paso a la Banda, en aquella “noche estrellada”, lo que para mí equivalió a un suntuoso concierto ambulante por las calles de Apía.

 

La actuación de la Banda y las Masas Corales, dirigidas por el Maestro Carlos Fernando López N., en el Club Tucarma, con ocasión del lanzamiento de mi obra, el sábado santo, por la tarde, se puede inscribir en la historia de los eventos culturales de mayor trascendencia que se hayan escenificado en Apía, en muchos años.

 

Nos hicimos presentes representantes de varias generaciones y delegaciones de varios municipios risaraldenses y caldenses, como una sola familia, ante la convocatoria de la Cultura y de la fascinación que ella ha ejercido sobre las juventudes apianas de todos los tiempos.

 

Propios y extraños salieron del Club Tucarma sorprendidos por la belleza de la música que Ustedes interpretaron en dicha ocasión. Obras de Bach y de maestros apianos, dirigidas por un maestro apiano de renombre e interpretadas por jóvenes apianos que ya son duchos en esos instrumentos y partituras entonadas por otros apianos, es un acontecimiento para tenerlo presente en la memoria colectiva.

 

A esto se añade el concierto matutino que la Banda de la que Ustedes son orgullosos integrantes ofreció, en el amplio y bello Auditorio de la Institución Educativa Santo Tomás de Aquino, nuestro Colegio, el lunes 23 de abril, con motivo de la celebración del Día del Idioma, en este año dedicado a la totalidad de mi obra literaria. Recibí el homenaje como exalumno, exprofesor y autor de textos con los que me he propuesto rescatar un pasado glorioso que, de otra forma, estaría a punto de desaparecer.

 

 

Ustedes tienen varias ventajas con relación a quienes no han tenido la oportunidad de pertenecer a una institución tan prestigiosa como la Banda Musical de Apía. Se están formando con la más exigente disciplina tan necesaria en las responsabilidades futuras con las que, dentro de pocos años, tendrán que enfrentarse; tienen la oportunidad de conocer los momentos más sublimes del arte por excelencia cual es la Música; ella abarca el resto de las artes y han aprendido a apreciar lo más valioso del repertorio colombiano o sea que al interpretar nuestros ritmos conocen la Patria y enseñan patria.

 

Pasados los años quedará, entre las pavesas del recuerdo, este acontecimiento tan bello y tan grato. Con mis felicitaciones va mi eterna gratitud.

 

De todo corazón,

 

 

 

 

OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ


 

CARTA ABIERTA EN DEFENSA DEL PATRIMONIO CULTURAL

 

San José (Caldas), mayo de 2006

Señor

Cura Párroco

L. C.

 

Entre las obras prioritarias que hacen parte del Patrimonio Cultural y material de este pueblo se encuentra el Templo de Nuestra Señora del Carmen, de invaluable valor arquitectónico y muchas de las obras que alberga esta construcción desde hace ochenta y un años.


A partir de la constitución de la parroquia, en 1925, los sanjoseños, en gesto admirable, se han interesado por dotar el templo de exquisitas obras que sirvan para completar visualmente las enseñanzas de la religión cristiana, que engalanen el recinto con las mejores muestras de la sensibilidad cambiante de acuerdo a los tiempos y den fe sobre las etapas históricas por las que ha transitado la comunidad que las ha donado. Ese mismo fenómeno ha sucedido en todos los recintos que actualmente enorgullecen a los pueblos de Colombia y del mundo. Huellas invaluables del paso fugaz por esta tierra.


El Templo de Nuestra Señora del Carmen de San José Caldas ofrece, a la contemplación de propios y visitantes, la más completa muestra de arte religioso del Siglo XX que se pueda encontrar en cualquier templo del Departamento de Caldas y de la Diócesis de Pereira. Se parte del cuadro de San Isidro Labrador del pintor riosuceño Ángel María Palomino, de comienzos del siglo pasado, donado por uno de los fundadores del pueblo; luego pasamos a la estatuaria de semana santa labrada en fina madera, en el taller de la familia Carvajal, entre cuyas obras sobresalen las imágenes de la Dolorosa y del Nazareno; después llegó a nosotros, por donación de una comunidad veredal, la maravillosa escultura del altar central, de mediados del siglo XX, para rematar con las tallas en cedro rosado El Hogar de Nazareth y quince estaciones del Viacrucis, obras del Maestro Fernando Alvarado y el cuadro al óleo Juicio Final del Siglo XX, del pintor Walter Castañeda, cuya hoja de vida académica y profesional lo consagran como uno de los artistas vivos más representativos del Departamento de Caldas. La iglesia de San José Caldas presenta un invaluable recorrido de cien años por el arte sacro, en esta región de la patria.


Buena parte de la población local, entre cuyos habitantes nos encontramos los firmantes de esta misiva, agradecemos a los sacerdotes que, a través de los años, permitieron, con toda la autoridad que emanaba de su cargo, que ellas fueran adquiridas a precios muy altos y que, pasado el tiempo, conserven una ubicación constante como referencia de quienes entran a contemplar, como se acostumbra en los grandes templos del mundo, esos productos del talento humano que nos ponen en contacto con la Belleza Suprema y poder mostrarlas, con orgullo y satisfacción, a quienes peregrinan por los sitios escondidos de nuestra provincia.


Los Señores Obispos han gobernado la Diócesis de Pereira en forma digna y eficiente. Ellos, durante sus administraciones, han realizado las periódicas visitas canónicas a todas las dependencias de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen de San José sin que hubiesen objetado la presencia en el templo de las aludidas obras de arte. Por el contrario, ellos han insistido a sus sacerdotes por el respeto a las adquisiciones atesoradas por los pueblos en sus iglesias y estimadas porque aglutinan con sentido de pertenencia.


Las muestras de arte sacro que defendemos son plegarias fervorosas que provocan la meditación en las verdades de la fe por drásticas que parezcan, como es el caso del Apocalipsis del Nuevo Testamento en que se inspira el cuadro del Juicio Final, con cantidad de antecedentes, a partir de la Edad Media, que trabajaron el mismo tema y cuyos resultados han sido aceptados, con beneplácito, por las autoridades eclesiásticas en muchísimos templos del mundo católico, obras que invitan a la reflexión religiosa, levantan el espíritu y la sensibilidad de quienes se detienen en ellas y ofrecen indicios claves sobre la comunidad que las atesoró amorosamente en ese recinto.


A través de los años, varias obras artísticas y ciertos objetos han abandonado para siempre nuestra iglesia en medio de un extraño silencio que no queremos que se repita. Los móviles que animaron a quienes les dieron de baja del patrimonio de nuestro templo no correspondían a sanos criterios de orden teológico, ni de comprobada crítica de arte o de aprecio por nuestro devenir como comunidad de creyentes.


El florero de Llorente que explica esta carta es la sorpresiva y perentoria solicitud del Señor Cura hecha en la tarde del Miércoles de Ceniza a Octavio Hernández Jiménez para que retirase del Templo las tallas en madera y el cuadro Juicio Final del Siglo XX donadas por él, con todos los trámites previos, en distintas efemérides, y la negativa expresada por este ciudadano para retirarlas ya que, luego de pública donación, pertenecen a la comunidad cristiana de San José.


Es equivocado difundir la opinión según la cual las obras de arte deben sacarse de los templos y enviarlas a museos y casas de la cultura. San Pedro, en el Vaticano, la Capilla del Sagrario, las iglesias de San Francisco y San Ignacio, en Bogotá, son auténticos museos para honor y gloria de nuestra cultura. Con ese cuento se han ido empobreciendo templos del mundo y, por desdicha, de Colombia. Se vende a menosprecio, se destruye y se desprecia buena parte de lo que constituye el patrimonio que enorgullece e identifica el alma de los pueblos.  


El simbolismo de estas firmas es la toma de conciencia despertada por el incidente en la comunidad afectada que se expresa vigorosamente en defensa de la totalidad de su patrimonio cultural.

Pretendemos que nuestro patrimonio artístico conserve los mismos espacios que ha tenido a través del tiempo.


Cordialmente,

Octavio Hernández Jiménez

cc. Nº 17.126.190


1º Anexo: Doce páginas con 175 firmas de ciudadanos de San José encabezados por 7 concejales, el Señor Alcalde y el cuerpo docente del municipio.


2º Anexo; Cinco páginas con 93 firmas de estudiantes del Colegio Santa Teresita que se solidarizan con lo expuesto en esta carta.


Concejales que firman la anterior carta: Fernando Grajales Osorio, Darío Monsalve Cardona, Adriana Margarita Rendón Ospina, Emilio Amaya, Reinel Antonio Zuleta, Juan Bautista Cerón, Alberto Escobar. Silvio Ríos Yepes, Alcalde. Norbey Ospina, Secretario de Salud. Nancy Stella Hernández R., Secretaria de Educación. Juan Carlos Yepes, Planeación Municipal. Daniel Ancízar Henao C., Director UMATA. Víctor Alfonso Montes Correa, Veterinario Umata. Fredy Gallego Clavijo, Inspector de Policía. Roger López Gartnier, Juez Municipal. María Orfilia Yepes Z, Sandra Maribel Muñoz, Gloria Carmenza Mesa, Gloria Inés Ocampo, profesora; Juan Emilio Agudelo, profesor jubilado, Idalba Jiménez Ríos, líder comunidad Tamboral; Ludivia Velásquez Escudero, Carlos Alberto Bedoya, Edgar Velásquez, Juan Carlos Yepes Gil, Adalberto García, Olga Liliana Grajales, Andrés Mauricio Gutiérrez, A. Holguín, Rubén Darío Ocampo, pintor; Luz Edith Escobar, comerciante, Cenaida Calle de E. Profesores primaria y secundaria del municipio: José David Londoño L, Análida Zamora Ll., Mario López Yunis, Dora Bibiana González Palau, Guillermo Antonio Vélez Rivera, Héctor Jairo Bedoya Montoya, María Cénida Cortés, Jairo Alzate Giraldo, Rodrigo Escobar Gómez, Yegny Ramírez Arboleda, Luz Dary Grajales Hernández, Beatriz Elena Betancur F, Marta Irene Raigosa H., Gladys Palacio, Ricardo Andrés Clavijo Vargas, Nora Elena Ortiz P., Bárbara Rosa Villa Zapata, Maríaelena Corrales, José Antonio Jaramillo P., Hernando Montes, jubilado. Personal Hospital San José: luís Alejandro Arango García, sicólogo; Fabiola Castaño G., Carolina Cruz Salazar, Natalia Gutiérrez, bancaria; Sandra Milena Orozco, Olga Yenni Hernández G. Luz Miriam Cardona G., Lucero S. Suárez, Luz Elena Castrillón, Ilda Milena Guapacha, Juan Orlando Corrales, Tatiana Vallejo, Alba Lucía T., María Cénide Salazar, Mary Ruth González, Claudia Juliana Salazar, Claudia Duque Sánchez, Milton L. Pérez Gómez, médico. Ciudadanía en general: Gloria Edith Acevedo, Libia Serna, Luz Adriana Veracino, Yermi Alejandra Vera, Orlando Ospina, Gloria Buitrago Granada, Julio Francisco Montes, María Pastora Obando, Fabio Ospina Flórez, Juan Gabriel Cardona, Pastora Ospina Flórez, Francisco Román, José Alonso Llano, Alicia Escobar Restrepo, María Nelly Grajales, Yolanda González Zapata, María Eugenia Llanos, Luz Stella Giraldo C., Omaira Luz Ospina, Nelson Montes, Leonor Buitrago, Luz Dary Grajales R, Claudia Bedoya R., Lucier Arango B, Olga Lucía Clavijo C., José Elver García, Dora Ángela Bedoya, Beatriz Elena Ciro R, Ofelia González, Antonio Utima, Guillermo Garcés, Gladys Elena Marín, Jair Cruz, Liliana Patricia Rendón, Adriana María Puerta, María Natalí Quintero, Luz Elena Llanos, Guillermina Osorio, Teresa Salinas, Noelva Clavijo C., Yolanda Correa, Germán Grajales Osorio, Tulia Osorio Murillo, Arnoldo Bedoya M., Oscar Mauricio Corrales, Héctor A. Zapata, Anatilde Ríos Villada, Rubelia Arias, Martha Betancur, Ligia Betancur, María Idaly Echeverry, María Ruth Sánchez, Ángela Patricia Gómez, Iovanna Zapata Sánchez, Gloria Inés Escobar Calle, Damaris Rendón, Adriana Margarita Rendón, Hermis Fernando Marín, Nubia Velásquez Jaramillo, Nelson Sepúlveda, Luz Mery Zapata, Carmen Luisa Restrepo, Norberto Agudelo Montes, Arbey Osorio, Sor María Valencia, Arcesio Osorio, Arbey Galeano, Helmer González, Unilber González, Henry Jaramillo, Tito Fabio Hernández Jiménez, luís Felipe Castañeda, Helmis Bedoya B., Darío Sánchez Grajales, William Jaramillo L., Beatriz Elena Bedoya, Oscar Mauricio Corrales, Arturo Valencia, María Edy Yepes, Liliana Salazar, Carmen Castaño. (Varias firmas de la ciudadanía en general, aunque cuentan con número de cédula legible, su rúbrica no lo era). Alumnos Colegio Santa Teresita: Valentina Velásquez M., Viviana Vanesa Fajardo G., Elkin Mauricio Cañón B., Carolina Mejía O., Carlos Mario López Iglesias, Carlos César Zapata S., María Isabel Palacio C., Jhovanny Stiven Agudelo, Laura Marcela González, Daniel Eduardo Ocampo, Juan David Londoño, Mitchell Andrea Correa, Nelly Viviana Grajales, Ana María Iglesias G, Carlos Mario Torres, Silvia Sánchez, Jair Alberto Giraldo, Yineth Millerly Ramírez, Fernando Alzate O., Juan Gabriel Marín, Sandra Milena Rincón, Heidy Viviana Londoño, Nelly Luliana Correa, Deisy Lorena Grajales, Juan David Hoyos, Víctor Manuel Arroyave, Daniela Mejía, Brayan Andrés Martínez, Juan David Sánchez, Yenny Alexandra Álvarez, Yenny Paola Rodas, John Edier Arias, Daniel Alejandro Giraldo, Jhon Esneider Bedoya, Andres Fernando Ríos, Ray Estiven García, Andrés Fernando Bueno, Ángela María Grajales, Yorlady Castaño, Jonier Cardona, Ángela María Sánchez, Pedro Ángel Grajales, Janssi Viviana Salazar, Stefania López, Alexánder Soto, Arcángel Castro, Sebastián García, Marisol Cardona, Edgar Echeverry, Yonier Correa, Javier Alexánder Grajales, Ysik Alexander Pérez, Viviana Sucerquia, Pedro luís Valencia, John Milton Ospina, Marinela Alzate, María Juliana Castrillón, Luz Diany Granada, Leidy Yuliana Giraldo, Gloria Eugenia Zapata Marín, Carlos Mario Cardona, Carlos Andrés Henao, Cristian Cerón, Fabián Grajales, Edwar Fino, Felipe Alejandro Grajales, Julián Andrés Jiménez, Omar Andrés Zapata, José Fernando Gallego, Carlos Mario Londoño, Yenni Tatiana Ríos, Elizabeth Gómez, Jeison Adrian Correa, María de los Ángeles Quiroz, Brayan Slivan Montaño, Juan Sebastián Londoño, Yonier Hernando Serna, Maribel Grajales, Samuel Antonio, Herman Andrés Echeverry, Yaneth Vanesa Valencia, Yesid Palacio, Gloria Inés García, Tatiana Vanesa Bedoya, Diana Carolina García, Madeleyne Franco, Andrés Fernando Ríos, Jaime Eduardo Giraldo, Heidy Mariela Tamayo, Leidy Viviana García, Angie Carolina Cano. (Nota: Según la Profesora Gloria Inés Ocampo, varios alumnos no firmaron la carta de apoyo al patrimonio cultural del pueblo porque jamás habían entrado al templo por lo que no sabían de qué se trataba).


Manizales, 15 de agosto de 2010

 

Poeta

HERMANN  LEMA

E.S.M.

 

Hago caso omiso de tu advertencia inicial: “Si no tienes nada que dar,/ no traspases los umbrales de mi soledad” porque llegó la hora de contarte que,  desde la década de los sesenta del pasado siglo, leí tus versos, en algún periódico de Anserma, si no estoy mal en los que cantabas a los elementos y con los que obtuviste una medalla de oro, en Bogotá. “Canto a la tierra madre/ por cuyos poros vivo y me alimento”. Supe que teníamos un poeta digno de seguir sus huellas.

 

Ha pasado el tiempo y es hora del humilde reconocimiento por parte de este avisado lector.

 

De trecho en trecho, he tenido la oportunidad de deleitarme, como con cuentagotas, de alguno de tus huidizos poemas: “Yo soy el trashumante/ de los caminos ciegos.// De las abarcas rotas/ sobre los hombros viejos,// Yo soy el Ashaverus/ de los senderos negros”. Era la temporada en que me deleitaba con  Alfonsina Storni, Francisco Luis Bernárdez, Carlos Castro Saavedra, Dora Castellanos, Javier Arias, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre o cualquier jardinero de palabras del Siglo de Oro español.

 

Alcanzaste el cenit cuando diste a conocer el “Soneto Profano”. Instante irrepetible de la poesía caldense. Muchos elogios se han prodigado sobre estos catorce renglones porque, en ti, como en otros poetas universales al estilo de Argensola, el del “cielo azul que todos vemos” que “no es cielo, ni es azul”, bastaba con que dejaras un texto en que ni una palabra puede cambiarse de lugar, para que entraras en contacto con la Gloria. Deja que lo beba de corrido para calmar mi sed:

 

“Esta angustia, Señor, y esta fatiga/ y esta llaga interior que me lacera,/ las abriste, Señor, como se abriera/ la herida que en tu pecho se prodiga.// Y me diste, Señor, por sombra amiga,/ otro leño más duro que el que hiciera/ la flor sobre tus hombros; Tu madera,/ reclinada a mi cruz, es una espiga. // No comprendo, Señor, por qué tan fiero/ has clavado mis manos y mis sienes/ y la lanza fatal en el costado//. Y en esta desazón en que me muero/ Tú también me abandonas y no tienes,/ piedad para este cristo derrotado”.

 

Estos versos no los transcribiría yo en letras doradas ni de bronce; yo los imprimiría con sangre de cordero sobre el lino puro de un altar. Sobre el lienzo de otra Verónica. Porto este soneto,  en mi faltriquera, por la vida pues, a todos los mortales nos llega la ocasión de musitarlo antes de comprobar, como lo advierte Jorge Manrique,  “de cuán poco valor/ son las cosas tras que andamos y corremos”.

 

Larga vida al vate de nuestro destino y a su obra.

 

 

OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ

 


Manizales, 3 de agosto de 2010

Doctor

Humberto Gallego Gómez

Director General

Orquesta de Cámara de Caldas

L.C.

 

Aprovecho los festejos provocados por los 20 años de vida de la Orquesta de Cámara de Caldas para felicitar tanto a esa Entidad como a Usted que ha logrado,  a brazo partido, salir adelante y ubicarla en esa cumbre aparentemente inalcanzable para esa clase de empresas.

 

A pesar de que el tango diga que “20 años no es nada”, sabemos por experiencia que es mucho; puede ser toda una vida. En este caso, 20 años de lucha, 20 años de constancia, 20 años de esperanzas y formidables realizaciones.

 

Y ya que estamos mencionando temas musicales, evoquemos la cueca chilena: Vamos para “la segunda”. Se inicia una nueva etapa. Hemos superado la adolescencia y empieza la juventud de la Orquesta. Otro período marcado por las virtudes ya cultivadas porque sin ellas, nada se podrá alcanzar a pesar del tiempo transcurrido. El tiempo solo no hace milagros. Son obras de seres como Usted, con un tesón a toda prueba.

 

Con mis parabienes para todos los integrantes de tan formidable Institución,

 

Me suscribo,

Atentamente,

 

 

Octavio Hernández Jiménez

 


TESTAMENTO

 

                                                                                Octavio Hernández Jiménez

 

El Estado del Japón y, en su nombre, el Señor Embajador ante el gobierno de Colombia,

El Estado colombiano y, en su nombre, la Señora Viceministra de la Cultura,

Las Autoridades del Departamento de Caldas y del

Municipio de San José de Caldas,

Todas las personas mayores de edad aquí reunidas, sean docentes, administrativos, comerciantes, artesanos o campesinos rasos,

Dejamos como herencia, a las generaciones  que han de nacer, crecer y educarse para la vida, en esta montaña encantada, la Biblioteca Pública, con lo que contiene y sobre todo lo que significa.

 

 Más que un acopio de papel impreso y de máquinas rutilantes, una biblioteca vale por lo que representa. Una biblioteca es un instrumento y un símbolo.

 

Jóvenes, Niñas y Niños:

Como un bello signo de los tiempos, esta inauguración ocurre a menos de ocho días de la conmemoración del Bicentenario de la Independencia de Colombia que, como dijo la actual Ministra de Cultura,  para nuestra memoria común debe ser un “período de reflexión”. No es coincidencia.

 

De hecho, este recinto se convierte, de por sí, en el Centro Municipal de la Memoria Viva, uno de los programas ideados por el Ministerio pero sin suficiente divulgación entre nosotros.

 

Esperamos que, aquí, Ustedes descubran, como uno de esos tesoros escondidos con que jugábamos en la infancia, la respuesta a lo que fuimos y la razón de ser de nuestra idiosincrasia.

 

Esta Biblioteca Pública alberga, en sus cinco mil volúmenes, buena parte de lo que identifica y enorgullece a las sucesivas generaciones que han pasado cuchicheando, con lo más granado del pensamiento y el arte universales, por los caminos de esta Patria amorosa, generosa y dolorida, pletórica de riquezas naturales, étnicas y humanas.

 

 En los espacios de esta Biblioteca resolverán muchas dudas como miembros de una sociedad con anhelos de una educación con calidad. Pero, más que convenientes respuestas aparecerán nuevas e imprescindibles preguntas. Aquí se calma y acrecienta la Sed de conocimiento.

 

 En la niñez, escasos adultos de los aquí presentes tuvieron la oportunidad de disfrutar de una biblioteca tan hermosa y bien dotada como la que estamos inaugurando. Nos formaron con pedagogía oral y pizarras o, si mucho, con cuadernos y cartillas. Cincuenta años atrás, quien se propusiera estudiar después de tercero de primaria tenía que salir del pueblo, a caballo, dejando atrás los seres más queridos.

 

En 1925, un niño, después de haber cursado tercer año de primaria, en San José, fue llevado, primero a caballo hasta La Virginia y luego en vapor por el río Cauca hasta Puerto Tejada, rumbo a  Popayán,  para que cursara el resto de primaria y el bachillerato.

 

 Así empezó un periplo que concluyó cuando se doctoró en la Universidad Gregoriana de Roma. Al morir ostentaba el título de Monseñor Octavio Hernández Londoño. Fue el primer profesional titulado que produjo este pueblo y a la vez un ejemplo de máxima superación para los que buscan salir adelante a brazo partido.

 

 Los pesimistas sobre el futuro del libro pueden tranquilizarse pensando que está lejano el fin de los bellos volúmenes, con su olor a tinta fresca e impresos para acariciar con las yemas de los dedos.

 

Más demorado está el fin de la lectura morosa, ejercicio que siempre ha encontrado la forma de prolongarse en el tiempo. ¿Para qué los libros de papel? Una fórmula que dirime la aparente contienda entre tradición y tecnologías puede ser: Se leen volúmenes de papel impreso, por exquisito placer, y se consultan  bibliotecas virtuales para trabajos académicos.

 

Fuera de destinatarios, Ustedes,  niñas, niños y adolescentes, tendrán el deber de convertirse en promotores y gestores  de la herencia que, hoy, depositamos, en sus manos y ante sus sorprendidos ojos.

 

 No se admiten convidados de piedra. Modelen las mentes a la medida de sus  esperanzas. Si hacen correcto y dinámico uso de los libros que contienen el tesoro más preciado de la cultura y la ciencia,  se podrán convertir en campeones de su propio futuro y si los rechazan con desprecio serán, Ustedes, los “edificantes de su propia ruina”.

 

 

  ***

 

(* Palabras pronunciadas por Octavio Hernández Jiménez, a nombre de la Comunidad de San José Caldas, en el acto inaugural de la Biblioteca Pública, el lunes 26 de julio de 2010).

 

 

 


CARTA SIN RESPUESTA (*)

 

 

Manizales, 17 de junio de 2010

 

Honorable

CONCEJO MUNICIPAL

San José Caldas

 

Señores Concejales:

 

Pongo a su consideración mi obra “SAN JOSÉ DE CALDAS, LA MONTAÑA ENCANTADA”.

 

Se trata de la historia de nuestro pueblo que empecé a redactar hace 20 años cuando la decana de Medicina de la Universidad de Caldas, en esa época, comentó, en el Consejo Académico, que había visitado a San José, aún corregimiento de Risaralda, y que le había llamado la atención que las personas con las que habló en la calle no supieran nada del pueblo y no existía un documento en qué consultar su historia. Y remató su comentario con esta frase que me hizo reaccionar por lo descarnada: “Mejor dicho, si por algún desastre natural, ese pueblo desapareciera del mapa, no quedaría rastro sobre la tierra de que hubiera existido”. En ese momento, puse manos a la obra.

 

Se trató de un trabajo arduo, sostenido y a la vez gratificante. No es una monografía relámpago, para salir del paso o para ganarse una nota cuando apenas se está aprendiendo a redactar. Todos los datos han sido consultados, sobre todo,  en la tradición oral de nuestros viejos y menos viejos del campo y del pueblo, en las vivencias personales durante más de sesenta años que es el tiempo con que cuento y en las vivencias de allegados, en los archivos que encontré, a nivel  institucional y personal, en las cartas y en los informes de prensa que he ido acumulando y que luego han servido para levantar los textos y las aseveraciones que aparecen en ellos.

 

Es un trabajo riguroso, profesional, a cargo de un egresado de Filosofía, Letras e Historia, miembro fundador de la Academia Caldense de Historia y del Centro de Escritores de Manizales, profesor universitario de varias materias afines, coautor de las obras “”Patrimonio y Memoria Cultural de Caldas” (1994-1995) y “1905-Caldas, Cien Años-2005”, obras distribuidas en fascículos con el periódico La Patria; investigador en ciencias sociales hasta haber sido distinguido con varias condecoraciones, por parte de la universidad y del gobierno.

 

Para demostrar lo anterior anexo mi hoja de vida, a la vez que las entradas bibliográficas que aparecen en la obra, más de 100, que cito al final de la historia. Aunque parezca increíble, no hay en Caldas, hasta este momento, una obra que tenga tanto sustento bibliográfico como la que propongo a Ustedes, en cuanto a monografías e historia se refiere.

 

Hasta 2010, he logrado redactar, sobre San José, más de mil páginas, en forma de ensayos, crónicas, memorias e historia regional. Y sigo escribiendo. Sin embargo, les ofrezco, para publicación de la primera edición, por parte de esa Corporación, un poco menos de la mitad de ese paginaje. Son unas 450 páginas, en computador, en las que desarrollo los siguientes temas con sus respectivos subtemas:

 

1.       Contexto regional.

2.     Vida civil.

3.     Vida cotidiana.

4.     Vida religiosa.

5.     Vida cultural.

6.     Vida educativa.

7.     Vida económica. 

 

Los demás capítulos los dejo en remojo para que sean publicados posteriormente. Sigo ampliándolos y puliéndolos.

 

Hasta 2010, he publicado diez libros distintos sobre asuntos académicos y culturales y la impresión de estas obras ha corrido por cuenta de otras tantas instituciones. Participé en varios concursos y el premio obtenido consistió en su publicación por cuenta de cada entidad patrocinadora.

 

Dado lo que representa un Concejo en la vida de cada municipio, ofrezco al Honorable Concejo Municipal de mi patria chica la oportunidad de gestionar y decidir sobre la publicación de la Historia de San José. El artículo 313 de la Constitución Política de Colombia (1991), parágrafo 9, determina que corresponde a los Concejos Municipales “Dictar las normas necesarias para el control, la preservación y defensa del patrimonio ecológico y cultural del municipio”.

 

Dotar al pueblo de su historia oficial puede tratarse de una de las obras de divulgación, defensa y preservación cultural más ambiciosas que emprenda el Concejo Municipal, durante este período, si nos atenemos a la utilidad que tiene la cultura para cada comunidad, según Unesco: “La cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo… A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto en formación, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca nuevas significaciones y crea obras que lo trasciendan” (Declaración de México, 1982).  

 

De aceptar la propuesta para la primera edición de esta obra, les comento que, antes del primer capítulo, se daría crédito al Concejo Municipal de San José Caldas 2008-2011 con los nombres de sus integrantes. Conservaré los derechos de autor para posteriores ediciones.

 

Anexo a esta carta, varias recibos sobre distintas cotizaciones para la publicación de 400 ejemplares, en papel de calidad promedio y con fotografías básicas dentro del devenir de nuestro conglomerado escogidas por el autor. 400 ejemplares sería una cantidad proporcionada a la población del Municipio, a los compromisos básicos de ustedes con las respectivas comunidades veredales, el casco urbano, pueblos vecinos, la capital del Departamento y colonias en otras ciudades del país y del exterior. Hay un San José en el exilio que no se puede pasar por alto.

 

No exijo remuneración alguna por la escritura de la obra. Ha sido un trabajo hecho con un amor tan grande, profundo y desinteresado que el resultado no tiene precio. Solicito, eso sí, el 20 por ciento de los ejemplares publicados como ‘derechos legales de autor’, con el propósito de hacer el depósito, como ordena la Ley correspondiente, en la Biblioteca del Congreso, la Biblioteca Nacional, fuera de ejemplares para bibliotecas de universidades en Manizales y Bogotá, en las Academias de Historia más representativas del país, otras bibliotecas sobresalientes como la Luis Ángel Arango y varias del exterior. Mejor dicho, en sitios dispersos para que jamás se cumpla lo que pronosticó la decana  que cité al principio de esta carta.

 

No sé si, dentro de sus alternativas a las que pueden recurrir, para lograr la publicación, esté solicitar a ciertas entidades con arraigo en San José, colaboración económica para sacar adelante este proyecto, a cambio de cierto número de ejemplares. Creo que dos meses, a partir de la fecha de entrega de esta propuesta, es tiempo suficiente para que Ustedes tomen la decisión sobre la propuesta de edición de esta obra.

 

La edición vería la luz en buena hora pues, empezamos a celebrar los 110 años de la llegada de las primeras familias a esta cuchilla fuera de que, en octubre, se deben celebrar las Fiestas de Mitos y Leyendas que han ido haciendo tradición. Un acto dentro de esta celebración sería la presentación en público de la obra.

 

 

Cordialmente,

 

 

 

OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ

 

 

Anexo:

1.       Hoja de vida.

2.     Bibliografía utilizada en la obra.

3.     Cotizaciones de tipografías.

 

 

(*) Hasta el 14 de abril de 2011 no se ha recibido respuesta alguna de parte del Concejo Municipal a este ofrecimiento. Ni siquiera para decir que no les interesan estos asuntos. El pueblo sigue sin historia.

 

Manizales, 24 de noviembre de 2012

 

Honorable

Concejo Municipal

San José Caldas

 

Respetados y respetadas Concejales:

 

Tuve la oportunidad de estar presente en la sesión del 9 de noviembre de 2012 que Ustedes adelantaron en compañía del Señor Alcalde y el Señor Comandante de la Policía en nuestro municipio.

 

Al final, en el punto correspondiente a las intervenciones de los miembros de la Corporación, el Señor Concejal Bernardo Montes quiso averiguar sobre el motivo por el cual, los arquitectos de la obra de la nueva Inspección, en el sitio en donde quedó una vez la vieja Corregiduría, se tomaron la libertad de añadir, al amplio espacio asignado, el espacio de media calle, sin un permiso escrito que se sepa, de las autoridades civiles como son los alcaldes saliente y entrante, la oficina de Planeación Municipal, de la Personería o de algún empleado que hubiese levantado la voz para tomar cartas en el asunto.

 

Para algunos, se trata de un detalle sin importancia. Se supo que la Señorita Edith Londoño Pérez estuvo corriendo con el fin de que le resolvieran el interrogante de quién había dado el permiso, pero perdió el tiempo. La obra avanzó como si nada.

 

Lo que se ha hecho se puede catalogar como un atentado contra el Patrimonio Histórico y Cultural de San José. En 1912, el cura párroco de Belalcázar, en compañía del alcalde de ese municipio cuando era San José de Belalcázar antes de ser San José de Risaralda, trazó la Calle Real y las bocacalles del naciente poblado. Miren lo anchas que las hicieron cuando no había carreteras y no se sabía que iban a transitar carros.

 

Por la Calle Real pasaban las muladas del Cauca para Antioquia y de esta sección para la otra, mientras que, por la Calle de las Travesías, transitaban los habitantes del poblado cuando iban y venían del nacimiento de agua que fue la causa del traslado del Guamo o San Gerardo hasta este sitio. Era un chorro tan grande que más abajo construyeron el matadero. Se llamaba Calle de las Travesías porque no era recta sino que bajaba de acuerdo al camino que no era empinado. Era la Calle del Agua que, en el pueblo, desembocaba a un lado de la Inspección de Policía y, al frente de la casa de doña Lucena Villegas que fue la primera casa construida en el nuevo San José por don Juvenal Jiménez, el papá de don Jesús María, Marcos y Teófilo Jiménez. Juvenal construyó la primera capilla y luego la iglesia de Viterbo.

 

 

Personas sin conocimiento de la historia cometieron ese atentado ya sin remedio. Pasados los años, en vez de abrir calles se cierran. Un día le dio al señor tesorero, Noé Serna, por cerrar la calle de la plaza a un lado de la casa de Venancio Jiménez. Luego, en el instante en que empezaron a hacer las zanjas para la construcción de la casa ubicada después de la casa de la familia Ospina y a un lado de la casona del señor Marín (Musingo) yo corrí a la Corregiduría a poner en conocimiento que la casa que iban a empezar no conservaba la amplitud de la Calle Real (que pudo haber tenido) y el corregidor me contestó que él no se iba a meter en problemas con nadie y ya vemos lo que tenemos ahora: una calle en cuya esquina casi no alcanzan a voltear los carros, cuando por el terreno pudo ser una calle amplia aún para estacionamiento de vehículos. A la calle real, en el sector de El Carmen, ninguna autoridad previó dejar espacio para bocacalles como sí previeron los viejos de hace un siglo. ¿Para qué las bocacalles?, preguntará alguno. Son estrategias que los pueblos se inventaron para evitar que en uno de esos incendios que a veces se desatan, de un momento a otro, sin dar espera de nada, se queme todo el pueblo. O sea que una bocacalle tiene una función más útil que simplemente mirar el panorama.

 

Hablando de esto, la Calle de las Travesías era el sitio desde donde mejor se miraba el Valle del Risaralda, en la zona urbana. San José es un pueblo que vive del paisaje y sus autoridades insisten en cerrar cualquier espacio desde donde se pueda divisar. No le podemos exigir que quien venga al pueblo tenga que subir a La Cruz para mirar el paisaje. Posiblemente no tenga tiempo o no quiera. Y estamos hablando de una época en que hemos sido catalogados como Paisaje Cafetero, Patrimonio de la Humanidad.

 

De modo pues que la pregunta del Concejal Bernardo Montes mereció haber sido resuelta en forma más seria y con documentos en mano sobre ese despropósito. Felicitaciones al Concejal Montes porque se constituye en vocero de los sanjoseños interesados más en el pueblo que en otros asuntos y a nombre de los que llegan y se extrañan de ver un pueblo que cada día tapona más el tesoro más preciado que le regaló la naturaleza.

 

Deseo éxitos a los Señores Concejales y una temporada de Navidad y Año Nuevo llena de felicidad.

 

Cordialmente,

 

 

 

OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ