ANTE LA MONTAÑA VIEJA Y LA MONTAÑA JOVEN:

 

Machu Picchu es la ocasión para vislumbrar, en la Tierra, lo que puede ser perpetuo.  Si no se viaja con pasión, Machu Picchu es una ruina, una experiencia de moda, un paseo más hacia el silencio y el misterio. Pero sucede que Machu Picchu no es un simple retazo de pasado. Paradójicamente, en esta fortaleza, mirando al río que se va y la piedra inmutable, se puede meditar y soñar sobre los presocráticos y su teoría del Tiempo fugaz. Es la oportunidad que perseguimos para enfrentarnos a la  imagen que evoca más lo Eterno.

 

(Fotografías de Octavio Hernández J.)

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