INAUGURACIÓN DE LA EXPOSICIÓN

"CIEN AÑOS DE LA PARROQUIA DE N.S. DEL CARMEN DE SAN JOSÉ DE CALDAS (1925–2025)"

Sala Cultural Casa Octavio Hernández Jiménez

13 de julio de 2025


En el marco del centenario de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, San José de Caldas se viste de fiesta para conmemorar cien años de historia, fe y tradición. Esta exposición es un homenaje profundo a las raíces espirituales y culturales de un pueblo que ha sabido custodiar su identidad con orgullo.


En este significativo acto, exaltamos la labor del maestro Octavio Hernández Jiménez, incansable promotor del arte, escritor sensible y docente universitario, quien ha dedicado su vida a enriquecer el alma cultural de su pueblo natal. Gracias a su visión, compromiso y amor por San José, hoy contamos con esta sala cultural que lleva su nombre y que se convierte en un faro para las nuevas generaciones.


San José de Caldas, tierra de grandes hombres, tradiciones vivas y espíritu comunitario, encuentra en esta exposición no solo un espacio de memoria, sino también un punto de partida para seguir construyendo cultura con sentido y pertenencia.

¡Felicitaciones por esta obra invaluable! Que viva el arte, la historia y la fe de San José de Caldas.


Con Cariño.


Familia Zapata Carvajal.




Octavio Hernandez Jimenez: Las manchas que aparecen en las dos páginas se deben a los recortes de prensa, sobre el libro de William, que había guardado allí. Como si fuera un artista, el paso del tiempo dejó su impronta en el papel. Octavio Hernández Jiménez

Nota bene

Se me ocurrió sacar de la biblioteca el libro donde reposa el soneto de Bellay que es muy borgiano o viceversa. Borges es muy Bellaysiano. El francés existió unos 400 años antes que don Jorge que, con seguridad lo leyó, en francés, cuando niño. Hubiera querido que  conocieran  el trajín del soneto  ustedes que han  estado en esa onda. Lean y relean A Roma. Me  sugestiona tanta belleza y tanta certeza. OHJ

JAIME RAMÍREZ ROJAS

 

Augusto León R. Y hablaste así con inspirado acento, como solo lo podías hacer tú y lo merecía Jaime. Ustedes, más que amigos y paisanos, parecían hermanos. Cuando unos amantes de las letras organizaron el homenaje que se le tributaría, el día del Idioma, en el Banco de la República, asistí porque bien nos merecíamos la deferencia de reencontrarnos con Jaime y contigo que, según los organizadores, serías el oferente del acto. Como en una escena del Quijote, y ese era su día, todo se vino al suelo. La situación de Jaime ya apuntaba al desenlace fatal. Yo le dije a él, en el whatsap que le envié por esos días: En el campo abierto de la cultura hay muchas semillas más por esparcir fuera de las que has plantado. Pero Jaime ya no respondía, teniendo como tuvo las palabras como juguetes encantados. Una vida plenamente vivida. Juana de Ibarbourou describe una situación similar a la nuestra con estos versos: "Ahí tienes, amigo, hecho porción quieta de polvo liviano, a aquel pino inmenso que nos dio su sombra fresca y movediza, durante el verano". Y concluye su poema con esta advertencia impostergable: "Yo, que soy tan pequeño, ¡Qué montón tan chiquito de polvo seré cuando muera!". Octavio Hernández J.

 

 


VITERBO CDS Y SU SEMANA MAYOR


En el papel de Jesús, Julián Díaz J., es todo un señor actor. La caracterización es convincente. El dominio del personaje, sus actitudes, sus palabras, los ademanes solemnes con las manos, los pasajes emotivos, las escenas trágicas, dramáticas, enérgicas o pausadas, los grupos que conforman esculturas vivientes, se complementan con el vestuario, el maquillaje, la fotografía, el sonido y la música adecuada. Jesús y María, además de varios personajes secundarios, logran transmitir convicción y seguridad en sus actuaciones. El grupo de fariseos reviven los sentimientos de odio, envidia y frustración que no faltan en la vida social. Las escenas de los milagros, de la cena y sobre todo de la crucifixión, muerte, descendimiento , sepultura y resurrección de Jesús, provocan el éxtasis en muchos espectadores. La semana santa en vivo de Viterbo (Caldas), es mucho más que un acto ritual. Es una de las mejores obras de teatro público que se pueden ver representadas, en el Eje Cafetero, no solo en el aspecto religioso sino artístico. La dirección de la obra, estuvo, por 10 años, bajo la responsabilidad de Julián Díaz y quien, en 2025, hizo el papel de Jesús; Cristina Jiménez que lleva varios años en el papel de María, la madre de Cristo ; Mariana Asís, comunicadora social y, en esta ocasión, asesora de dirección, la logística y la escenografía son dignas de aplauso y de ser perpetuadas en la historia regional. La semana santa de Viterbo, en abril de 2025, mereció la admiración del publico y, en el futuro, el apoyo de las entidades administrativas y de otros organismos pues equivale a darle vida a quienes, con ingentes esfuerzos, educan y consolidan la idiosincrasia caldense.


Octavio Hernández Jiménez


CRISTO DE LOS FUNDADORES

 

Octavio Hernández J.

 

El conocido "Cristo de los fundadores" llegó a San José, en 1914, en la misión organizada por el párroco de Belalcázar. Ante él tuvieron lugar los primeros bautismos, primeras comuniones y matrimonios masivos de los primeros colonos y los primeros niños nacidos en San José Caldas. El Cristo de los fundadores estuvo ubicado en el altar central del templo hasta 1955 cuando se bendijo el altar con el baldaquino y el Cristo de V. Bartolini, escultor italiano llegado a Medellín, en la Segunda Guerra Mundial. El Cristo de Bartolini es una joya del arte sagrado en el Gran Caldas.

 

El Cristo de los fundadores recorrió la calle real del pueblo, en las sucesivas procesión del santo sepulcro. El cofre de madera, con estilo gótico, tiene diseño del arquitecto Álvaro Carvajal, autor también de la arquitectura del templo actual, en la parte que tiene en madera. El Cristo de los fundadores y el cofre son preciosas relíquias que merecen ser conservadas, conocidas y veneradas, en el primer Centenario de fundación de la parroquia (1925 2025).

 

EL PINTOR RUBÉN D. OCAMPO

 

Cada pueblo, en cada época, cuento con ciertas personas que, por la calidad de su trabajo, ayudan a ese conglomerado a progresar y a conta con una fisonomía que los caracteriza entre los demás pueblos de la región. Igual sucede con los países, en las artes, las ciencias, la industria y los deportes.

 

Rubén Darío Ocampo, conocido como Guayos o Guayitos, es un pintor de San José Caldas que empezó a hacer pinitos como artista a comienzos del siglo XXI. Recuerdo cuando, en el 2007, conseguí a Mario Arcila como maestro de obra para restaurar mi casa, diagonal al templo, trabajo por el que quedé muy satisfecho, y, en ese entonces le traje a Rubén Darío, un lienzo limpio y varios óleos y pinceles. Con ese material pintó el frontis del templo y, en primer plano, a su abuelo Manuel Villada (El Ñato), en el toldo de la carnicería que sacaba a la plaza, primero los domingos y después los sábados; detrás del templo, pintó unos nubarrones que presagian lluvia. Para muchos, fue el primer cuadro del joven pintor.

 

Después se volvió experto en caligrafía de avisos comerciales hasta incursionar en el mundo de los murales. Murales exteriores como el de carrera tercera, antes de subir la cuesta que lleva a la biblioteca pública. En ese mural gigantesco predomina la fauna silvestre de San José, en su hábitat.

 

A comienzos de 2025, decoró un gastrobar, en la calle real, junto a los billares Mi Viejo. La flora está representada en una rama con el café maduro y un manojo de multicolores hojas de la región. La fauna vive en el inquieto colibrí o tominejo y una mariposa transparente. En la pared externa de la panadería de la esquina, evocó al ave simbólica de San José, la 'eufonía saturata', con el pico abierto y la garganta amarilla.

 

Rubén Darío llega a ocupar el puesto que, por 50 años, ocupó Alcides Arenas, el pintor costumbrista que decoró, con sus pinturas folclóricas, corredores de casas campesinas, cantinas, cafés y oficinas públicas. Muchas personas, al partir del pueblo, llevaban en su equipaje algún paisaje que exaltaba los atardeceres de San José Caldas, con el templo, las casas del sector histórico, La Cruz y el Tatamá. 

 

Rubén Darío Ocampo se ocupa de la realidad del pueblo visto con ojos y técnicas pictóricas más modernas comparadas con las del siglo pasado que utilizó Alcides Arenas. Los dos artistas enorgullecen a los sanjoseños que sienten palpitar a su patria chica en las obras esmeradas de sus hijos.  Octavio Hernández Jiménez.

 

Comentarios: 0