SAN JOSÉ CALDAS: ASÍ SE RENUEVA UNA TRADICIÓN

 

Octavio Hernández Jiménez

 

Casi siempre hemos escuchado que una costumbre se vuelve tradición cuando los viejos, en forma reiterada, la transmiten a los jóvenes. Estos aprenden y repiten el ciclo al enseñar a sus descendientes lo que cuando niños ellos aprendieron. Las Fiestas Patronales, en San José de Caldas, ya cumplieron en este mes de julio 89 años de estar celebrándose en medio del mayor boato. Las veredas han sido organizadas por los alféreces y estos evolucionan consiguiendo el dinero para pagar los gastos de la comunidad, en el día asignado. Se veían muchos viejos y jóvenes, hombres y mujeres encargados de llevar la imagen, las banderas de seda, los pabellones, las ofrendas florales, las cintas y la música que sonaba desde la alborada a las cinco y media de la mañana hasta el castillo de juegos artificiales, a las nueve o diez de la noche.

 

Pero las cosas han ido cambiando. Los viejos iban entre la feligresía que marchaba detrás de la imagen de Nuestra Señora pero los encargados de representar a los mayores en medio de los desfiles fueron, por lo general, adolescentes y niños. Todos se han fijado en la forma como se desempeña cada oficio de la celebración respectiva. Cuando llegó el Padre Jaramillo, a finales del siglo XX, quienes le enseñaron, en vivo, el ritual de la procesión de medio día fueron dos niñas de unos 8 y 10 años. Padre, coja el incensario; Padre, échele incienso a la imagen; Padre, diga Salve; Padre hágase a un lado para que pase la vereda; Padre, espere que se organicen; Padre, de la orden de partir; Padre, que arranque la música.

 

Entre el 7 y el 16 de julio de 2016 se volvió a repetir el ritual de las fiestas patronales en San José. Permanece aún la columna vertebral de la celebración mariana pero se notó que han ido evolucionando ciertos aspectos, como el descomplique en el vestuario en comparación con los trajes de paño, las corbatas, los trajes de seda con sombreros de plumas, guantes, tacones y mantos. El comportamiento individual era más responsable pues no se vieron por parte alguna las órdenes disciplinarias de los mayores. Menos vanidad y más autenticidad. Los adolescentes asumieron, como responsabilidad de grupo, desde hacer carteles con mensajes, adornos ingenuos pero muy propios, los ramos de flores, la interpretación de la música marcial, de bandas o de chirimía hasta recorrer, en forma incansable, las procesiones a medio día y noche.

 

Estas no fueron, en muchos aspectos, las fiestas de los jóvenes sino que, se podría decir, con toda propiedad, las fiestas de los adolescentes, los niños y los  bebés. Se adelantó el aprendizaje y la participación en la vida comunitaria. Este conjunto de fotos trata de demostrarlo.      

 

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Comentarios: 1
  • #1

    Francisco Javier Hernández J. (domingo, 07 agosto 2016 23:15)

    Excelente artículo. Y Es que en San José las fiestas de La Virgen del Carmen fueron y siguen siendo tan patronales como patrimoniales y ahora son los hijos de los hijos los que se juntan para mantener vigente tan cara tradición, lo que de por sí es más que loable porque contagia a quienes por algún motivo llegan a tener contacto con las sacras y paganas celebraciones.