APORTES CALDENSES AL CONOCIMIENTO DEL COVID-19

 

Octavio Hernández Jiménez 

 

Cuando el Gobierno decretó el primer confinamiento, en marzo de 2020, ya estaban adecuando el laboratorio de Biología Molecular de la Universidad de Caldas  para realizar  las pruebas de la Covid-19. En el acondicionamiento, el Alma Mater caldense aportó 100 millones de pesos, la Gobernación de Caldas 100 millones y la Alcaldía otros 100 (un dólar costaba 4.100 pesos). Tomarían las muestras, en Manizales, y los resultados se expedirían en el Instituto Nacional de Salud (INS), en Bogotá.   

 

Nadie había oído hablar de los Equipos de Contención Epidemiológica (ECO), hasta cuando avanzaba la pandemia del coronavirus. Por lo menos en Manizales tenían como finalidades buscar personas en riesgo de contagio y,  luego, a su alrededor físico o habitacional, quiénes podían haber adquirido el virus; en caso positivo, se les decretaba aislamiento y cuarentena. “Se han dado casos en los que un solo contagio positivo estuvo en contacto estrecho con 35 personas. A todas las pusieron en cuarentena y vigilancia” (B. Eugenia Giraldo, 14 de agosto de 2020, p.4).  

 

Según el epidemiólogo Juan Diego López, de la Secretaría de Salud de Manizales, “Esa búsqueda activa es la más efectiva para contener la enfermedad covid-19”, y agregó que, en el momento por el que se atravesaba, “el principal foco de infección son los hogares. Vemos contagios de padres a hijos o de jóvenes que relajan las medidas” (Ibid.).  

 

De acuerdo con el mismo epidemiólogo, “hay que tener en cuenta el período de incubación que se toma desde que la persona está expuesta hasta que desarrolla el primer síntoma: diarrea, dolor de cabeza o de garganta, fiebre o malestar general. Hay otro período clave y es el de infectividad, en el cual la persona empieza a transmitir el virus, que para la covid-19 se da dos días antes del inicio de síntomas hasta seis o siete días después” (Ibid.).

En estos casos, los rastreadores visitaban hogares en la capital de Caldas para detectar el virus. La línea telefónica por la vida era la 123.  

 

La clínica Versalles de Manizales ha tenido una destacada actividad en lo relacionado con el tratamiento del coronavirus. En octubre de 2020, el personal de este centro de salud se sentía orgulloso de haber salvado la vida de un paciente con una terapia experimental basada en la aplicación de células madre que se obtienen de la médula ósea de un paciente o donante, de tejido vascularizado o de un cordón umbilical como sucedió  en esta ocasión. “Lo que se buscó con esto fue regenerar tejidos especialmente pulmonares”, según el infectólogo Jorge Iván Marín, involucrado en el procedimiento (Elizabeth Rojas, 29 de octubre de 2020, p. 5).  

 

Ese procedimiento ya había sido practicado en España. “Al regenerarse el daño, a los pacientes se les puede retirar el respirador y quedar con mínimas secuelas pulmonares o sin ellas. Después del suministro de dichas células, pudieron separar al paciente del respirador  que le asistía la función. Ello sucedió al quinto día de ejecutado el procedimiento” (Ibid.).  

 

Al paciente lo sacaron de la Unidad de Cuidados Intensivos después de más de un mes de estar en ella. Estuvo hospitalizado casi tres meses y de ahí para la casa a seguir un plan de recuperación integral. El procedimiento había sido avalado antes de practicarlo por un comité de ética y un grupo interdisciplinario y la familia había firmado un consentimiento informado, informó Orlando Ríos, gerente de la Clínica Versalles.  

 

En el primer año de covid-19, se vislumbraron muchos avances, en medicina y ciencias afines de la salud, provocados por la nueva pandemia. Entre ellos varios aportes caldenses a los estudios sobre esta patología. En una de las primeras investigaciones de las que se tuvieron noticias participaron la Universidad Autónoma de Manizales (AUM) y el Banco de la Imagen Médica de la Comunidad Valenciana de España, con la ayuda de la Secretaría TIC, la Alcaldía de Manizales y del SES Hospital de Caldas. Además hacían parte de esta investigación Team Bioinformatics and Artificial Intelligence y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional.  

 

De la Autónoma de Manizales participan los profesores Reinel Tabares y Óscar Cardona y un grupo amplio de estudiantes de Ingeniería Biomédica e Ingeniería Electrónica que hacen parte del Semillero de Bioinformática e Inteligencia Artificial. La financiación corría por cuenta del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Minciencias).   

 

Los estudiantes de la Autónoma se dedicaron a valorar cantidades de radiografías buscando, según el profesor Reinel Tabares, “crear modelos computacionales de inteligencia artificial para hacer la detección de covid-19 a partir de imágenes de rayos X. Pensamos en el desarrollo de un software para apoyar a la comunidad médica”  (Elizabeth Rojas, 31 de enero de 2021, p.4).    

 

El profesor Tabares reveló la diferencia visual entre un enfermo de covid-19 y una persona sana: “En una persona con coronavirus se ven unas opacidades cuando se le hace la imagen, a manera de manchas. Esas son las que queremos detectar a partir de inteligencia artificial”. Para lograr esa finalidad, según el investigador, tienen “algoritmos que hacen la detección de la covid-19, con un alto porcentaje de precisión, lo que los lleva a entender cómo es la evolución de la enfermedad” (Ibid.).  

 

La ventaja de las imágenes radiográficas sería que estas eran más baratas y menos demoradas que las pruebas PCR, solicitadas en la actualidad. La radiografía es más barata y más rápida. Se calculaba que el procedimiento del que hacía parte la Universidad Autónoma de Manizales podría costar alrededor de $20 mil pesos. Claro que sin las arandelas posteriores que suben los precios.  

 

Pero, no solo se detectan imágenes del presente y del pasado sino también del futuro. De acuerdo con el adagio según el cual desde el desayuno se sabe lo que va a ser el almuerzo, la estadística puso en funcionamiento las proyecciones para ver el mapa del mundo dentro de unos años, de acuerdo con la vacunación contra el covid-19 que apenas empezaba en una docena de países y esto dedujeron, vieron o soñaron.  

 

Pronosticaron que, al ritmo que íbamos, para finales del año 2021, estarían vacunados Estados Unidos, Islandia, Israel y Europa. A mediados del año 2022,  tendrían la vacuna puesta los habitantes de  Noruega,  Rusia, Arabia, Turquía, Australia, Suráfrica, Groenlandia, Canadá, Méjico, Brasil, Perú, Chile, Argentina. A finales de 2022, corresponde el final de la vacunación a la mayor parte de Asia, Tailandia,  Indonesia, la Polinesia, Marruecos, las costas mediterráneas de Argelia, Libia, Egipto, además de Etiopía, Kenia, Uganda  y Somalia.  

 

En América, a fines del 2022, concluirían la vacunación en Centroamérica, Colombia y Ecuador. A inicios de 2023, seguirían vacunando en la mayor parte de África, Afganistán, Turkmenistán,  Uzbekistán, Myanmar (Birmania) y, en América, Bolivia, Venezuela y Guyanas.     

    

Quedaba flotando la pregunta de si era posible la inmunidad de rebaño con una vacunación tan espaciada pues, cuando están vacunando en el 2022 y aún en el 2023, los de la primera temporada estarían, posiblemente, esperando la segunda o tercera vacuna para otra cepa o linaje de virus, si es que la que empezaron a poner no ofrece inmunidad definitiva.   

 

Día a día aparecen nuevos inventos como el de la aplicación AppSanare que le brinda acompañamiento a un equipo de la Secretaría de Salud de Manizales. “La Universidad Autónoma de Manizales (UAM) presentó un modelo soportado en las tecnologías de Google para el desarrollo, almacenamiento y soporte de la plataforma para acceder a los datos de forma interactiva. Carlos Andrés Zapata O., docente investigador de la UAM y desarrollador de la AppSanare verifica que la persona se encuentre dentro del cuadrante asignado para el confinamiento y en caso de que exceda el límite de distancia, mayor a 30 metros con referencia al punto indicado, notifica a la Secretaría de Salud y a la Policía Nacional” (La Patria, 16 de julio de 2020, p.4).    

 

En la emergencia del coronavirus, la Universidad de Caldas no se quedó atrás. 200 mil personas, entre marzo y diciembre de 2020, se comunicaron con el programa de Telesalud, primero, por cuestiones mentales, en la dirección www. Coronavirustelesalud.com. Esteban Granada, el director del programa comentó: “Trabajamos con todos los grupos poblacionales, pero en especial con los adultos mayores, la primera infancia y los adolescentes. En esto fue importante el apoyo de la Universidad y la Gobernación de Caldas, con la Dirección Territorial de Salud. También hay que hablar de la IPS Universitaria, pues gracias a ello logramos validar la atención con diferentes especialistas” (Elizabeth Rojas, 3 de febrero de 2021, p.5).  

 

El director de Telesalud completó el esquema de servicio que traían inicialmente con la salud mental. “También sirvió nuestra plataforma para que los pacientes que estaban en la zona rural de los municipios pudieran acceder a las atenciones y así evitar la descompensación de sus cuadros médicos. Otros actualizaron sus procesos. En eso contamos con la tecnología satelital” (Ibid.).   

 

En el año 2021. Telesalud solo tenía  permiso para prestar servicios de  salud en Colombia pero aspiraba ofrecerlos en 10 países de Latinoamérica.  

 

Al llegar a Colombia la temporada de las vacunas, en febrero de 2021, Telesalud de la Universidad de Caldas promovió un “Curso Virtual sobre Vacunación Covid Caldas” que contenía 4 unidades: Aspectos básicos de las vacunas,  manipulación y administración del biológico, manejo de reacciones adversas asociadas a la vacunación y farmacovigilancia de vacunas. El curso era de carácter obligatorio para el personal asistencial que laboraba en inmunización en el departamento de Caldas. Estaba a cargo de Lucía Y. Betancur, de la IPS Universitaria y otros profesionales, varios expertos del Ministerio de Salud, el médico Juan David Salazar y Esteban Granada, director de Telesalud. El curso tenía una duración de 16 horas (Elizabeth Rojas, 11 de marzo de 2021, p.5).    

 

Para completar este panorama halagüeño, la Universidad de Manizales convino con el Instituto Nacional de Salud (INS), “que el equipo de bioinformática de GRAM haga parte del Consorcio de Vigilancia Genómica Nacional. Con este paso se inauguraba la vigilancia genómica de patógenos en el Eje Cafetero”. En cristiano, eso quiere decir que, ante la posibilidad de la llegada de nuevas variantes del coronavirus covid-19, se incrementa un proceso de vigilancia genómica que según la Wikipedia, es “la secuencia de ADN contenida en 23 pares de cromosomas en el núcleo de cada célula humana”.  Se busca visualizar la estructura de los genomas que están dentro de las células. Palabras mayores de las ciencias biológicas. 

 

 

 

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