“CONSUMMATUM EST”, DE FRANCISCO JAVIER LÓPEZ N.

 

 

 

Manizales, 5 de julio de 2016:

 

Estimado FRANCISCO JAVIER LÓPEZ NARANJO: Escuché la melodía Consummatum Est, de tu autoría, y quedé sorprendido por la totalidad y por cada uno de sus elementos: la letra, la armonía, la cadencia, el tono y la profundidad de las voces, los efectos sonoros, la altura e insistencia en un inesperado clima espiritual… Es una creación en que cada parte encaja en el todo.

 

Tus versos son: “Ven, oh muerte, ven;/ Ya despójate del velo;/ Llévame volando al cielo,/ mientras canto:/ ¡Consummatum Est!”. Esos versos sencillos y profundos te emparentan, nada más y nada menos, que con Santa Teresa de Jesús, la poetisa del Siglo de Oro español, que cantaba: “Vivo sin vivir en mí,/ Y de tal manera espero;/ Que  muero porque no muero”, o, en otra composición de arrebatado lirismo, “Véante mis ojos,/ Dulce Jesús bueno;/ Véante mis ojos,/ Muérame yo luego”.  En la vida todos hemos recibido influencias de alguien; el acierto está en saber seleccionar las influencias.  

 

La interpretación, con alumnos de la Escuela de Música Comarca de Apía, es magistral. Los arreglos para banda y coros dirigidos, en esta ocasión, por el amigo y Maestro Mario Becerra López, inscriben la citada pieza musical en los libros de la mejor música seria que se ha producido en nuestro país. Parece humor negro si te digo que llegué a soñar: Siquiera la escuché antes de que les dé por entonarla en mi entierro.

 

Felicitaciones para ti, para Mario, para las personas que tienen las voces privilegiadas de soprano, tenor, contralto y bajo. Para Carlos Fernando y Federico, maestros de estos alumnos en la Escuela de Música Comarca. Para el jefe de producción y los encargados de las mezclas y la grabación. Para el Maestro Fidel Echeverri en cuyos estudios se logró esa calidad de sonido. Para Delmer, el hijo de don Fidel, que maneja el estudio.

 

Fidel Echeverri sorprende a los apianos por ese don musical de que hace gala, a diario; por su constancia y acierto en la enseñanza de la música al grupo de niños que escuchamos, en el Centro Literario del pasado 23 de abril, y en la “callada manera” de su pedagogía.

 

A medida que escuchaba, en absoluta paz, tu más reciente producción músico-literaria, me hacía a la idea de estar parado, en el atrio del templo de Apía, en la lejana noche del sábado santo del año 1935, cuando ingresaba el Maestro Carlos Echeverry García a dirigir los coros que solemnizarían la ceremonia de los Siete Dolores de María. En ese instante, un tiro inesperado truncó la plácida y fructífera vida de Echeverry García, autor de Morenita Apiana, Brisas del Tatamá y demás obras musicales recogidas bajo el título de Estampas Rurales.

 

La muerte de Carlos Echeverry, con tu creación musical de fondo, estimado Francisco Javier, bien podría servir para la filmación de una película, idílica al principio y trágica al final (en un crescendo acompasado como lo es la obra en sí) que, con seguridad, impactaría a los espectadores.

 

Te felicito de corazón, en un momento en el que, por asuntos que vienen transcurriendo, en Apía, no hay más que exclamar: ¡Consummatum Est!

 

OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ 

 

 

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