CRISIS DE BIENVENIDA A TULIO MARULANDA

 

Octavio Hernández Jiménez

 

El 15 de junio de 1995, el señor rector Guido Echeverri, ingresó a la Sala de Consejos de la Universidad de Caldas y presentó al señor vicerrector académico Tulio Marulanda como el funcionario que presidiría las reuniones del Consejo Académico e informó sobre el nombramiento de decanos encargados mientras se avanzaba en una reforma polémica que venía trastabillando de tiempo atrás.

 

Tulio debutó dando a conocer el listado de los que ingresarían a la universidad, para el segundo semestre de ese 1995. Todavía se hablaba de Educación, Medicina, Veterinaria, Agronomía, Filosofía y Letras, Bellas Artes, Geología, Trabajo Social y Derecho.

 

Ocho días después, el 22 de junio de 1995, el Consejo Académico, empezó a bucear en aguas profundas que se calentaron con el paso de los días. Se trató de la emergencia hospitalaria debido al paro de médicos residentes.

 

Tulio Marulanda habló de las tensiones del momento, anunció que habría vacaciones para los profesores, dio a conocer fechas y solicitó que el Consejo pasara a debatir asuntos puramente académicos. Parecía que estaba cogiendo el toro por los cachos pero, poco a poco, empezaron a salir aristas por toda parte.

 

Gloria Mercedes Escobar y yo informamos que los profesores rechazaban salir a vacaciones, en esa encrucijada. Sería enfriar un movimiento que se veía crecer. Constantino Vallejo, representante de los estudiantes, dijo que no entendía cómo la Universidad daba la espalda a estudiantes y profesores, al mandarlos para las casas. El vicerrector dijo que eso disminuiría la tensión entre estudiantes y padres de familia.

 

Los decanos José Jaramillo (Educación), Alejandro (Filosofía), Oliva (Bellas Artes), Henry (Agronomía), Luz Miriam (Enfermería) solicitaron que el Consejo Académico apoyara el movimiento y que de nada serviría salir a vacaciones. 

 

Iván Escobar, decano de Derecho, habló de rescatar la autonomía universitaria, rechazar las presiones de Mineducación, en campos tan particulares como los calendarios universitarios y evitar los enfrentamientos entre Consejo Académico y la Asamblea de Profesores que avanzaba en las propuestas a  la Reforma del Estatuto Orgánico.

 

El decano de Geología comentó que, en el proceso de la reforma, se debería involucrar a toda la sociedad, intra y extra universitaria y, quien esto escribe, como representante profesoral, manifestó su extrañeza ante un Consejo Académico que se limitaba a escuchar, de parte del vicerrector, una decisión de vacaciones que, sin pretenderlo, iba en contra de un movimiento con agenda en marcha, que requería continuidad para desarrollarla.

 

Se hizo presente el señor Rector, Guido Echeverri, para informar sobre las reuniones sostenidas, en Bogotá, con la comisión de rectores y la representación de profesores universitarios, a instancias del gobierno. Con los profesores,  planteó una agenda de 3 temas: Asamblea permanente, recursos económicos y los alcances de la ley 4 de 1992.

 

El Comité de Crisis del Ministerio decidió tomar como documento de análisis la carta del comité profesoral de la U. de Caldas. El Ministerio reiteró que no dialogaría con los profesores mientras no levantaran la Asamblea Permanente.

 

En el Ministerio se ufanaban de que si, al movimiento adelantado por la Universidad de Caldas y otras universidades dispersas, no se involucraban las universidades Nacional, Antioquia, Valle y UIS, languidecería. Y los profesores de la Universidad de Caldas, con terquedad, sosteníamos lo contrario.

 

Los profesores, en ese momento, deberíamos dar la sensación de fortaleza, adentro y afuera de la Universidad. Salir a vacaciones menguaría el ímpetu. Sostener ese punto de vista, ante el Consejo Superior, más que una recomendación, debería ser una decisión unánime. El Académico veía con buenos ojos continuar con el calendario académico.

 

Tulio Marulanda, en el Consejo del 29 de junio de 1995, llegó directo a tratar el tema de los cursos nivelatorios de preuniversitarios ofrecidos por la Universidad de Caldas que se habían enredado, con el correr del tiempo. Tulio preguntó: ¿qué fórmula hay para que los mejores estudiantes del nivelatorio tengan una forma legal y conveniente para ingresar a la U? Se buscaba ante todo una sana competencia con quienes no lo habían cursado.

 

El decano de Geología manejó ese programa en el principio. El Consejo Académico, en 1994, había cambiado las reglas de juego y por no dar prerrogativas, tuvo que soportar una avalancha de tutelas.

 

Tulio Marulanda lideraría una comisión para mejorar el régimen de selección.  El llamado nivelatorio complicó el ingreso a la U. La universidad se comportaba como otro colegio de esos que también ofrecían esos cursos.

 

El decano de Derecho y el representante profesoral pusieron sobre la mesa el tema del reducido número de aspirantes que lograba ingresar al primer semestre en la Universidad de Caldas. Apenas se recibía el 20% de los inscritos. Un escándalo. De 3.500 aspirantes en esa temporada se aceptaban 700 para primer semestre. Habría que encontrar la forma de recibir más alumnos competentes seleccionados entre los que se presentaban.

 

El Rector informó que el Consejo Superior, en su última sesión, había aclarado que al Consejo Académico le correspondía decidir sobre vacaciones de profesores y estudiantes.  

 

El Dr. Guido comentó que el asesor del Mineducación continuaba con la decisión de no dialogar con los profesores. El Comité de Crisis resolvió expedir decretos sin consultar con el estamento profesoral. El asesor, Armando Correa M., habló de la “fecodización” de los profesores universitarios. FECODE se había plantado firme y había salido adelante.

 

El gobierno de Samper pensaba que el movimiento profesoral no tenía la solidez, unidad y coordinación necesarias para vencer. El rector comentaba: lo único cierto es la incertidumbre. Se debía permanecer con la universidad abierta sin salir a vacaciones.

 

El señor rector recalcó que se debería permanecer con la universidad abierta, sin salir a vacaciones. Expresó que estaría dispuesto a consultar con el Ministro la posibilidad de que aceptara la mediación de una comisión parlamentaria.  Urgió unidad y la fuerza en el profesorado hasta darle solución de fondo a la problemática de las universidades públicas.

 

El 6 de julio de 1995, el vicerrector Tulio Marulanda informó que la comisión presidida por él y conformada para dirimir el pleito sobre las vacaciones había tomado la decisión de respetar el calendario académico con el que se inició el semestre y por tanto el personal debía salir a mitad de año a vacaciones, distribuido en dos grupos, lo que produjo malestar y desconcierto pues, en las reuniones anteriores, el Consejo Académico se había mostrado de acuerdo con el movimiento profesoral.

 

Votos afirmativos: 10 (decanos). Votos negativos 3 (Gloria Mercedes E., Octavio H. y el decano de Geología). Voto en blanco: 1 (estudiante). Se pasaba de no aceptar las vacaciones a aprobarlas.

 

Los decanos de Trabajos Social, Medicina, Agronomía y Filosofía y Letras eran partidarios de salir a vacaciones, en dos tandas. La situación en el Consejo Académico se podría titular: Comedia de las contradicciones.

 

En la Asamblea General de Profesores, Jorge Iván Cruz, delegado de estudiantes, dijo que los profesores de Filosofía habían decidido regresar a clase.

 

Los decanos de Filosofía y Desarrollo Familiar hicieron ver como insatisfactorias las decisiones aprobadas en asambleas diezmadas de profesores pues muchos no asistían a la universidad por esos días. Se debería encontrar el mecanismo para que sí asistieran. Que si no iban a las asambleas por lo menos estuvieran físicamente en la Universidad.

 

Los profesores de Derecho se fueron a vacaciones el 4 de julio sin la nueva resolución pues hacían ver que obedecían el anterior calendario académico que legalmente no se había modificado. El resto de facultades tomaría vacaciones desde el 10 de julio hasta el 4 de agosto, en dos tandas. Medicina saldría en 3 tandas. Se llegó a decir que no tomar vacaciones era apoyar intereses ambiguos.

 

El decano de Geología, viendo las incongruencias que se padecían en el Consejo Académico por esta situación, dijo que eso demostraba la falta de moral. Hacía 15 días se había dicho en este recinto que el gobierno nacional quería atomizar el movimiento profesoral y por tanto no se podían aprobar las vacaciones. Protestas de los decanos de Trabajo Social y Derecho por el lenguaje usado al hablar de falta de moral.

 

Por teléfono, desde Bogotá, el Rector recalcó su inconformidad con la decisión del Consejo Académico de decretar vacaciones profesorales. Habló del significado político de una y otra decisión. Tulio Marulanda asumió la responsabilidad de haber puesto en el orden del día lo de las vacaciones para los profesores, sin haber consultado con el señor rector. “Si lo he desautorizado, pongo a su disposición el cargo de vicerrector”. La continuación del académico quedó para las 5 de la tarde.

 

Gloria Mercedes y yo salimos a reunirnos con la junta directiva de Aspu. El señor rector viajó de Bogotá a Manizales, en forma veloz. María Elvira Escobar y Alberto Robledo, representantes de la Asociación de Profesores de la U. de Caldas, ingresaron a la sala de reuniones. A las 5 p.m., el vicerrector pasó a ser maestro de ceremonias y el rector presidió la reunión. “Doy excusas, dijo el vicerrector. Retomo el tema porque el señor rector piensa que se debe tratar en presencia suya”.

 

El planteamiento rectoral se estructuró alrededor de dos puntos: Respeto a la autonomía del Consejo Académico en sus asuntos y hacer ver que la decisión que se tomara tendría ingredientes académicos y políticos. A esas alturas del tiempo y del conflicto se habían formado sensibilidades extremas.

 

María Elvira Escobar, presidente de ASPU, informó que el pleno, llevado a cabo en Bogotá, rechazó las vacaciones. Las universidades que regresaron de vacaciones, como la de Magdalena, Cartagena y Tecnológica, continuaron en asamblea permanente.

 

Alberto Robledo, delegado de profesores al Consejo Superior, hizo ver que, aunque a las asambleas no asistiesen todos los profesores, los que votaban tenían la representatividad del estamento, se expresaban y eran los que luchaban. En el Consejo Superior advirtieron que salir a vacaciones no soluciona el problema.

 

El doctor Guido dijo que “no veo cómo salir a vacaciones propenda por una solución. Van a ocurrir cosas, cualquier día. Se anuncia declaratoria de ilegalidad. El gobierno, a todo, le da tratamiento de orden público. El ministro es arrogante. Esta semana sucederán cosas: ¿por qué no las esperamos? Nuestra actitud hasta ahora ha contribuido a generar lo que se producirá de un momento a otro. No huyamos al efecto que hemos propiciado”.

 

Los médicos residentes se declararon en cese de actividades y el Hospital amenazaba con romper el contrato con la Universidad de Caldas.

 

El profesorado de las facultades expresó la indecisión de no saber si acatar las vacaciones. El Académico las había ratificado pero, en la sesión de esa tarde, el rector planteó esta nueva pregunta: ¿Quiénes están de acuerdo con la reconsideración de la decisión tomada esta mañana? Once votos a favor, cuatro en contra y uno en blanco. Todo quedó como estaba hacía 15 días. La sesión había comenzado a las 8 de la mañana y la de la tarde concluyó a las 8 de la noche.

 

Al día siguiente, 7 de julio de 1995, hubo asamblea general de profesores en el Teatro 8 de Junio. Ratificación de continuar en asamblea permanente y apoyo al Consejo Académico en su última decisión.

 

En horas de la tarde, el Ministerio de Trabajo declaró ilegal el movimiento universitario. El 10 de julio, a las 9 a.m., el Consejo Académico decidió sacar al profesorado a vacaciones tratando de cerrar el camino a las sanciones del gobierno central.

 

El quince de junio de 1995 se avivó esta crisis. El 15 de junio de 2015, 20 años después, se apagó la vida de Tulio Marulanda, uno de los actores en esa temporada de desconciertos. No escatimó energías para afrontar y desenredar tantas situaciones complicadas que se atravesaron en su vida académica y administrativa.