CURIOSIDADES DE ANIMALES DOMÉSTICOS,
EN CALDAS
Octavio Hernández Jiménez
ANAFAPA: Nombre de una gata. Como no se ponían de acuerdo para ese bautismo animal, un padre de familia le impuso ese nombre conformado por las primeras sílabas de sus hijos Ana, Fabio y Patricia.
MILACA: nombre de un perro, conformado con las sílabas iniciales de Miriam, Laura y Carlos.
GLORIA: Nombre de una gallina que cantaba únicamente cuando oía las campanas de la iglesia, los domingos y en semana santa.
Doña Bernarda tenía un salón de belleza y una gallina que entraba “muy tiesa y muy maja” al salón y se ubica frente a un espejo de cuerpo entero que había allí, ante el que empezaba a arreglarse las plumas y a posar como una vanidosa señoritinga.
BEETHOVEN, MOZART Y BACH eran los nombres que la dueña les puso a tres gatos buscando que fueran “bien educados y pulidos”.
Contaba Ana Teresa Betancur que, en Neira, había un vendedor de marihuana que cuando la policía lo requisaba nunca le encontraba nada porque escondía las papeletas en el collar de su perro. Este animal no permitía que alguien, fuera de su dueño, se le arrimara. Por esto, al perro lo conocían con el nombre de Bazuquero.
Según María Angélica G., en Palestina había un toro que le gustaba tomar cerveza. Los jornaleros de la finca, los fines de semana, salían al pueblo en compañía del toro y con él se bebían los ingresos de la semana, de cantina en cantina.
En Belalcázar, contaba Gloria C. Restrepo, una vaca cayó de un barranco sobre el techo de una casa. Nadie se imagina las dificultades que tuvieron que vencer el dueño con los vecinos para bajar ese animal de allá arriba. Cuando lograron semejante proeza, a la vaca le impusieron el nombre de La Voladora.
En San José de Caldas había un gato enorme llamado Musingo, por unos; Celina González, protectora de los animales desamparados, lo llamaba Niño y otros lo llamaban Peregrino. Cuando entraba a cada casa sabía cómo lo iban a llamar y atendía. Vivía de casa en casa y en todas era bienvenido. Tomaba el sol del mediodía encaramado en los capacetes de los carros, en la calle. Iba a la iglesia, detrás de las señoras y se ponía a jugar con las camándulas o rosarios y con los ornamentos del sacerdote durante las ceremonias hasta cuando el cura lo desterró porque, con la cola parada (como un demonio) se trepó, en plena misa solemne, a la mesa del altar. Dicen las señoras que, desde el día de la expulsión, el gato del pueblo se volvió neurótico.
Tenían una marrana, en Riosucio que, cuando criaba, corrían los gatos de la casa para la cochera a mamarle. Arañaba a los cochinillos para espantarlos y poder mamar muy a sus anchas. Tuvieron que regalar estos gatos. ¡Pechugones!
En Supía, contaba Patricia Uchima, vivía una familia que tenía estos nombres: Brandt Benny, Boris Bercelio, Billy Benson y comentaba que, según ellos, el apellido de la familia era Dante Bornacelli. La gente se burlaba de ellos porque a su perro le pusieron el nombre de Pablito. Según el pueblo en esa casa todo marchaba al revés.
La relación entre el hombre y el animal abarca los pliegos más recónditos de la subconsciencia. Mateo era el perro de Pepe, un compañero. Lo trajo de su finca, enfermo, a la Clínica Veterinaria. En animalito huyó, nadie supo para dónde. El dueño acongojado puso el grito en el cielo y en las emisoras diciendo que el animal atendía al nombre de Mateo y prometió una buena recompensa. Apareció. Mientras estuvo perdido el animal, despertaba el dueño, en las noches, inundado en sudor y lágrimas. Pesadilla si estaba despierto y pesadilla cuando estaba dormido.
Las personas que prefieren tener micos en casa (muy pocas por cierto debido a los insoportables que son esos animalitos) generalmente los bautizan con nombres como Toño, Lucho, Pepe y Quico.
John F. Ríos y Albeiro Sanabria tuvieron la curiosidad de averiguar los nombres de algunas ovejas en Marulanda Cds. Estos son: Gloriana, Florecita, Dulzura, Anita, Candela, Pepita, Cachón, Chamorro, Carboncillo. Heidi se llamaba así por una serie de televisión en el que aparecían muchas ovejitas. Maruja era una oveja muy grande y la dueña también se llamaba así. Linda era una oveja que tenía una lana muy blanca. No eran denominaciones tremendistas. Entre alguna forma verbal flota un hálito de poesía latente aunque dichos animales no son tan mansos como el Cordero de Dios que ha inculcado nuestra cultura religiosa.
Contaba Erasmo L. que, en Viterbo, don Fulano de Tal tenía una amante llamada Omaira. Cierto día, la esposa legítima de don Fulano supo de La Otra y, presa de los celos, mandó a fabricar una marca de hierro con el nombre de Omaira. Fue al potrero, puso al rojo vivo la marca y se la estampó a la vaca más vieja, más flaca y más destartalada que tenía su marido. Desde ese día la vaca Omaira se volvió el animal más famoso del pueblo. Las amigas de la esposa le reprocharon la acción pues, según ellas, en vez de estamparle el hierro a la pobre vaca, debió haber marcado con ese hierro a don Fulano de tal.
Las inofensivas culebras (no son serpientes) que cargan los culebreros, en cajas de madera y que llevan a las plazas de mercado para que sirvan de anzuelo en la venta de pomadas y yerbas, siempre reciben el inocente nombre de Margarita. ¡Quieta, Margarita!
En una casa, en vez de loro o alguno de los pájaros tradicionales que se ven en las jaulas, tenían como mascota un búho (currucutao o currucao en el oriente y occidente de Caldas), al que llamaban Yordi. Como en el cuento archiconocido del gringo que encargó un loro a un colombiano y en vez de loro le mandaron un búho, Yordi “no hablar pero poner mucho cuidado”.
Unos tumbamonte, por los lados de Samaná, estaban por la tarde comiendo bajo el alero de un rancho cuando empezó a pasar, por los alrededores, una manada de micos. Uno de los trabajadores lanzó, al frente, un pedazo de lo que comía. Un miquito vio y se vino corriendo a agarrar aquel trozo de comida. La mamá se dio cuenta y vino tras él. Agarró al miquito de la mano y se llevó dándole palmadas por abandonar sin permiso la manada.
OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ
(San José de Caldas, 1944), bachiller del Colegio Santo Tomás de Aquino de Apía (1962) y luego profesor del mismo centro educativo. Profesor de la Universidad de Cundinamarca (1974-1975). Profesor Titular y Profesor Distinguido de la Universidad de Caldas, en Manizales (1976-2001). Primer decano de la Facultad de Artes y Humanidades (1996-1999) y Vicerrector Académico (E.) de la misma Universidad (1996). Premio a la Investigación Científica, Universidad de Caldas, (1997). Primer Puesto en Investigación Universitaria, Concurso Departamento de Caldas-Instituto Caldense de Cultura (2000). Primer Puesto Categoría de Ensayo Nuevos Juegos Florales, Manizales, (1993 y 1995). Miembro Fundador de la Academia Caldense de Historia, Socio Fundador del Museo de Arte de Caldas, Miembro de la Junta Directiva de la Orquesta de Cámara de Caldas. Orden del Duende Ecológico (2008).
* OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ ha publicado las siguientes obras: Geografía dialectal (1984), Funerales de Don Quijote (1987 y 2002), Camino Real de Occidente ( (1988), La Explotación del Volcán (1991), Cartas a Celina (1995), De Supersticiones y otras yerbas (1996), El Paladar de los caldenses (2000 y 2006), Nueve Noches en un amanecer (2001), Del dicho al hecho: sobre el habla cotidiana en Caldas (2001 y 2003), El Español en la alborada del siglo XXI (2002), Los caminos de la sangre (2011), Apía, tierra de la tarde (2011). Su ensayo “El Quijote en Colombia” hace parte de la Gran Enciclopedia Cervantina, de Carlos Alvar (2006).
* “El humanista Octavio Hernández Jiménez contribuye a la afirmación de la cultura popular en Caldas. Él, con ese orgullo caldense que siempre expresa en sus escritos, se ha empeñado en divulgar el folclor regional, pensando siempre en afirmar la identidad y autenticidad de la cultura caldense en el marco y relaciones con la cultura popular colombiana. El humanista caldense tiene una fuerza cultural muy significativa en el conocimiento y cultivo del folclor y en los aspectos diversos de la cultura popular que reflejan la esencia del alma colombiana. Octavio Hernández en su obra transmite la idea de que es necesario fortalecer en los caldenses la conciencia regional y nacional como pueblo de grandes valores y atributos” (Javier Ocampo López, miembro de la Academia Colombiana de la Lengua y de la Academia Colombia de Historia, en el texto “Octavio Hernández Jiménez, el humanista de la caldensidad”, 2001).
Título: Orden del Duende Ecológico.
“República de Colombia/ Alcaldía Municipal San José Caldas/ Nit. 810001998-8/ II Fiestas de Mitos y Leyendas. Resolución Nro 093-08 Octubre 09 de 2008. Por medio de la cual se otorga la Orden del Duende Ecológico. El Alcalde Municipal de San José Caldas, en ejercicio de sus facultades Constitucionales y, CONSIDERANDO: Que mediante el Acuerdo Municipal número 216 de 2008, se creó la Orden Del Duende Ecológico, máxima condecoración que el Alcalde Municipal concede a sus ciudadanos más destacados. Que es deber de esta Administración exaltar las cualidades y virtudes de una Persona Ilustre del Municipio que con su actuar ha dejado en alto el nombre del Municipio. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez es reconocido como un señor íntegro en medio de sus labores misionales, amante de la tradición y cultura propias de nuestra región, las cuales da a conocer como embajador de nuestro municipio a nivel regional y nacional. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez se ha destacado como un insigne señor, cívico por excelencia, colaborador incansable; se ha hecho presente en el desarrollo de importantes programas que han impulsado el progreso de nuestro Municipio, difundiendo ejemplo para presentes y futuras generaciones. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez se ha destacado en el estudio de la influencia de los mitos y leyendas y su divulgación dentro del Municipio de San José Caldas. Que según estudios realizados por el Doctor Octavio Hernández Jiménez, dentro de la historia del municipio se creó la figura del Duende Ecológico para preservar las aguas, nombre que hoy recibe la presente Orden. En mérito de lo expuesto, RESUELVE: Artículo Primero: Otorgar la Orden Duende Ecológico al Doctor Octavio Hernández Jiménez. Artículo Segundo: Exaltar las cualidades de tan ilustre personaje, quien con su excelente desempeño ha dejado un gran legado en el arte de escribir y en la conservación del patrimonio cultural. Artículo Tercero: Hacerle entrega de una placa al Doctor Octavio Hernández Jiménez, en acto público a realizarse el día 09 de octubre de 2008. Artículo Cuarto: Copa de la presente resolución será entregada en nota de estilo al Doctor Octavio Hernández Jiménez, en dicho acto. Comuníquese y cúmplase. Expedida en San José Caldas, a los nueve (09) días del mes de octubre del año dos mil ocho (2008). Daniel Ancízar Henao Castaño, Alcalde Municipal”.
octaviohernandezj@espaciosvecinos.com
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