DESEMPLEO COVID AL POR MAYOR

 

Octavio Hernández Jiménez

 

La situación social se agrava cuando aumentan las cifras del hambre entre sus gentes. El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) dio a conocer los datos de la pandemia del coronavirus, en lo que se relaciona con el desempleo en las distintas capitales del país, entre marzo y mayo de 2020.

 

De acuerdo con sus análisis, las capitales con mayor desempleo eran, en este orden: 1- Neiva (32,8%). 2- Ibagué (31,7%). 3- Armenia (30,7%). 4- Popayán (29,7%). 5- Riohacha (29,3%). 6- Cúcuta (29,2%). 7- Florencia (27,1%). 8- Sincelejo (25,6%). 9- Villavicencio (24,8%). 10- Cali (23,0%). 11- Valledupar (22,6%). 12- Medellín (21,6%). 13- Manizales (21,4%). 

 

De acuerdo con el DANE, las ciudades con menor desempleo, aunque de por sí alto, eran las siguientes: 1- Barranquilla (14,0%). 2- Cartagena (16,1%). 3- Pasto (18,5%). 4- Bucaramanga (18,8%). 5- Bogotá (19,2%). 6- Quibdó (19,3%). 7- Santa Marta (19,7%). 8- Tunja (19,9%). 9- Pereira (20,7%). 10- Montería (20,7%).

 

El DANE entregó las cifras de Manizales y Villamaría, que en muchos ítems pueden extenderse al departamento de Caldas, como en cuestiones agropecuarias y mineras, y que fueron de una tasa de desempleo del 21,4%. De acuerdo con los archivos de la institución, esa cifra solo se veía tan desmejorada desde septiembre de 2.000, cuando llegó a subir al 22,4%.

 

En mayo de 2019, el desempleo en Manizales fue de 11,3%, lo que equivalía a 42 mil 598 personas sin trabajo. Con estos 10 puntos, en Manizales y Villamaría, la cifra subió a 18.487 personas más con los brazos cruzados. Esto sin contar los desempleados de almacenes, restaurantes, bares, discotecas, peluquerías, balnearios, transporte intermunicipal, oficinas e iglesias en los pueblos de Caldas; los trabajadores individuales que tuvieron que confinarse y los trabajadores del campo que jamás han tenido dolientes.

 

Las personas empleadas eran 188.928, en el 2019,  pero descendieron a 156.924, en 2020, unos 32.000 trabajadores menos (Juan Carlos Layton, 1 de julio de 2020, p.10). Son datos que no sorprenden a nadie, en ninguna parte del mundo pero si sacudiría a la gente al considerar que sumado el tiempo de las personas en confinamiento mundial, equivaldría a la pérdida de 305 millones de empleos.

 

La canciller alemana, Ángela Merkel, el 1 de julio, hablando de la situación económica por la que transita Europa, a causa del coronavirus, dijo que se trataba de una de las peores crisis que hubiera padecido ese continente en toda su historia. Y, de repente, se ponía uno a darle un pasón a la historia de Europa para concluir que esta plaga quedará inscrita en páginas tan tétricas como las correspondientes a las pestes por las que transitó Grecia, el imperio romano, luego la Peste Negra que mató unos 50 millones de personas, las pestes que periódicamente diezmaban más a las ciudades del periodo colonial como Cartagena, Mompox, Tunja y Bogotá que escasos historiadores las tienen en cuenta; la mal llamada gripa española que pudo haber matado unos 100 millones de personas, en el mundo, con la diferencia de que la peste del coronavirus covid-19 fue la primera en la que el planeta, al mismo ritmo,  padecía los envites del siniestro ciclón.

 

Un ciclón, entre cuyas consecuencias estará haber arrasado con muchos decenios de esfuerzos combatiendo el desempleo, las injusticias y el desconocimiento de los derechos humanos. Algo así como que el derecho a la salud de las personas, en el sistema social, económico y laboral que nos gobierna,  depende, en forma estricta, de un contrato de trabajo o la persona no tiene la posibilidad urgente de que lo mire un médico. Una subordinación inconcebible. Habrá que enfilar baterías porque los investigadores prevén que la pandemia del desempleo arreciará en el inmediato futuro.     

 

Los casos de contagio se multiplicaban tanto que América Latina se ubicó en primer lugar como foco de contagio en el mundo, superando a Estados Unidos y a Europa. Estamos ante la tormenta perfecta. La salud y la economía en un remolino destructor. Con el agravante de que, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), de la que Colombia hace parte, analizó los datos de la economía entre sus miembros y concluyó que “Colombia será el país miembro que sufrirá el mayor descalabro debido a la situación de partida (desempleo del 21% en mayo), y a que, como buena parte de Suramérica, es de las naciones más sacudidas por el coronavirus”.

 

La peste avanza sin descanso. En Colombia, a 8 de julio, ya eran 124.494 los contagiados y 4.359 los muertos. En Caldas las cifras  subían, lentamente, a 278 contagiados; en Manizales a 140; en La Dorada, a 82; en Villamaría, a 17; en Chinchiná a 10; en Marquetalia, a 7; en Riosucio, a 5; en Manzanares y Viterbo, a 3.

 

De una aparente calma que daban las anteriores cifras, los caldenses pasamos a asustarnos cuando supimos que, “según el secretario de Salud de Manizales, los 41 sospechosos de tener covid-19, y que están hospitalizados, hacen parte  de los 3 mil 500 en  Caldas y de ellos 826 en Manizales que están a la espera de los resultados de sus exámenes” (B. Eugenia Giraldo, 8 de julio de 2020, p.5). El Laboratorio de Salud Pública de Caldas toma las muestras y el Instituto Nacional de Salud en Bogotá, las lee y devuelve con los resultados. Esta gestión demora entre 10 y 20 días. No han llegado los de finales de junio y comienzos de julio.

 

El laboratorio de Biología Molecular de la Universidad de Caldas estaba paralizado. Apenas, el 8 de julio, volvió a leer las pruebas de la región. Esta semana procesará unas 30 muestras diarias y la próxima semana pasarán a 60. Esto se da gracias al proyecto de regalías que se efectuó entre la Universidad, la Gobernación y las fundaciones Lúker y Julio Mario Santodomingo (Ibid.).

 

Hay personas cansadas de tanto confinamiento que suponen que hemos alcanzado la segunda ola de la pandemia,  pero que se bajen de esa nube porque la directora de la Organización Panamericana de la Salud acaba de precisar  que Latinoamérica no está experimentando una segunda ola de contagios sino que sigue en la primera que continúa creciendo y afecta a las regiones que anteriormente no tenían muchos casos. Por ejemplo, decimos nosotros, el Eje Cafetero.

 

 

 

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