MANZANARES,
EL MUNDO DE SONIA ISABEL Y SUS MUÑECAS
Octavio Hernández Jiménez
En 1993, cuando Manzanares (Caldas) estaba cumpliendo 130 años de fundación, tuve la oportunidad de entrar a la luminosa casa de esquina de la familia Duque Hoyos. Desde el primer momento, la niña Sonia Isabel Villegas Duque quería que yo conociera su colección de muñecas. Cada rato entraba a la sala, al comedor, buscando al grupo encabezado por la abuela y las tías, en los corredores o el jardín, para reiterar la invitación al huésped que aplazábamos para otro momento pues estábamos empeñados en asuntos más prosaicos.
Al caer la tarde se vencieron todos los plazos por lo que nos dirigirnos al primer piso para ver cuál era el cuento en que estaba tan empeñada la niña que pisaba ya los umbrales de la pubertad.
Mientras bajábamos la escala, volví a experimentar la primitiva sensación que desde siempre me han inspirado esos minúsculos engendros. Las muñecas son entretenimientos de niñas cándidas; un pasatiempo tan insípido para mí que, en esta ocasión, volvía a despertar esa reacción que fluctúa entre la compasión y el terror. Ejercicio apropiado, prejuzgaba yo, para menores de edad con menos sospechas que los adultos.
Desde niño, también concluí que la muñequería era una actividad pedagógica, en que las niñas, jugando, jugando, se preparan para ser madres y amas de casa. Una catequesis cultural que transmitía el cuento sin mucho dolor. En aquella época, el universo de los muñecos aún no hacía parte de la actual industria, excesivamente sofisticada, cuyo soberbio mostrario se abría ante los ojos de los visitantes apenas chirriaron los goznes de la vieja puerta.
El primer piso que da al patio central quedó vacío desde cuando la casa de los abuelos se fue agotando por substracción de materia pues la familia creció y alzó las alas; las bestias y ganados que entraban a la pesebrera se acabaron al terminarse la relación de trabajo con ellos, y, por lo mismo, empezaron a sobrar los cuartos de trabajadores y aparejos.
Una de aquellas piezas, en que se nota a primera vista la orfandad de alguien que se fue pero ya no vuelve, fue escogida como domicilio de las muñecas de Sonia Isabel. Se trata de un reino misterioso, poblado de silencios y preguntas.
SEÑALES DE INTIMIDAD:
Como si fuera avezado guía de los tesoros de un museo, Sonia Isabel abre las vitrinas y saca una por una, con extraña reverencia, algunas piezas de su extensa colección: Estrellita, gorda y de pelo corto; Din-dón, gordito y con un mechón rebelde; Sarita, de trapo y de pelo largo; Daniel, de pelo mono y hace chichí; Glotona, de trapo y de pelito rosado; Glotón, de pelo azul.
Andrea parece asustada con ese pelo al estilo flechas; Teresita se llama así porque la regaló Teresita; Laura era mona antes de arrancarle el pelo; la Chocoana es de pelo quieto y de labios abultados; parece que tocara en una orquesta; Serafina es de trapo y pelo de lana blanca.
Muñecos de muchas procedencias que representan los múltiples y más absurdos caprichos de la humanidad en cuanto a color del cuerpo de acuerdo con la mitología social, modas de los peinados, trajes de hadas; la parafernalia de los adultos vuelta miniatura. Todos los muñecos modernos que, como fetiches, simbolizan los cánones de una sociedad consumista.
Por esto mismo no se ven los muñecos de la vieja guardia ya que ellos representan otros valores que han sustituido con la actual remesa. Ni un Pinocho, ni un Ratón Pérez. Ninguno de aquellos seres que hicieron exclamar a Silva: “Con el recuerdo vago de las cosas/ que embellecen el tiempo y la distancia…”.
El mundo de los muñecos ha corrido tan rápido que en la colección de una niña de doce años ya no se encuentran el estúpido Pato Donald, las figuras de Walt Disney, el grotesco Topo Gigio, ni las figuras de plástico que, como encimas, acompañan los productos que anuncian en los programas infantiles de la televisión.
Muñecas dormilonas y una muñeca a la que le palpita el corazón. La propietaria tiene tres barbis, una Cindy y Juanito, ese muñeco que gatea. Ah, ¡y Carolina, que hace pucheros! Muñecas que orinan, que hablan y dicen Mamáaaaa. Muñecas que cantan, que bailan y muñecas que lloran. Para un caso tan desesperado como este, Sonia Isabel cuenta con cajas de pañuelos y un novedoso repertorio de canciones de cuna para calmarlas y para que no agoten muy rápido el surtido de pilas.
VESTUARIO:
Luego, me condujo a los armarios en donde guarda el vestuario y los instrumentos para entretenerse jugando con las muñecas: Pañales, calzones, eslipin, camisetas que, según la propietaria, es de lo que más ensucian. Camisitas, medias, gorros, escarpines, esqueletos, baberos, piyamas, conjuntos enterizos, batolas, mamelucos, vestidos largos, cobijas, sacos, toallas y cuanto trapo en su bondad ha inventado la civilización del desperdicio. Tiene hasta pañales desechables pero que casi no usan porque en toda demostración son cogidos fuera de base.
El ropero, en esta casa de mentiras, viene de Bogotá y otras ciudades. La abuela, la madre, las tías y demás personas detallistas que llegan de viaje, aparecen con el último modelo para los muñecos de Sonia Isabel. U otro muñeco en persona.
La ropa bordada o tejida, como las carpetas de las mesas en la casa de las personas mayores, corre a cargo de doña Graciela Hoyos Jiménez (de Duque), la abuela experta en esponjados de mora y subidos de panela, exquisita dulcería típica de Manzanares. Ella también distrae el tiempo libre enredando hilo mientras masculla recuerdos de una maternidad antaño exuberante pero ya cancelada.
Varias piezas de ropa huelen a viejo por el descuido de todas las niñas al guardar prendas sin secar pero, sobre todo porque, con sus doce años, va siendo hora de que la dueña vaya dejando a un lado la colección para empezar a contemplar muñecos de carne y hueso.
Los años de aprendizaje han sido toda una fábula. Si persiste en estos menesteres sublimatorios será una diestra ama de casa. Claro que también puede suceder que quede exorcizada, para perpetua memoria, de repetir, en vivo y en directo, esclavitud semejante.
MOBILIARIO:
En otros muebles reposan los chupos, biberones, bacinillas, coches, camas con sus respectivos tendidos, corrales para que no se vayan de bruces y les de un ataque de berrinche como a cualquier muñeco; mesas de todos los tamaños, materiales y colores; salas y comedores de diversos estilos y tamaños; planchas para las muñecas que planchan; máquinas de colores para las que cosen; televisores de pilas para que las muñecas de pilas se entretengan con Supermán y Batman, sin olvidar las cocinas que van desde las más reducidas, pasando por las de plástico hasta rematar con las cocinas integrales. Los muñecos del próximo futuro vendrán con teléfonos celulares y computadoras que aún no se han masificado en el mundo macro.
En vajillas sucede otro tanto: desde las de cerámica, aluminio y plástico hasta rematar con una soberbia vajilla de porcelana china para las muñecas que, a veces, si les funcionan las pilas, patalean por el alimento. Hay otras que, como dice Sonia Isabel, son muy resabiadas y no comen nada.
A varias de las personas que ingresan a ese reducto de la fantasía podría preocuparles ver que carece, como cualquier ciudad colombiana, de un quirófano adecuado a las necesidades de la población pues en esta colección también hay muñecas embarazadas y muñecas vestidas de enfermeras de la Cruz Roja. Pero, no. En su demostración, Sonia Isabel le extrajo el muñequito-bebé por cesárea y lo puso en una incubadora colocada en un área restringida del cuarto.
PREFERENCIAS:
La propietaria tiene dos muñecos preferidos: Carolina que vive dormida pero sonriendo a punto de despertar. Comenta ensimismada: Me gusta porque no molesta aunque no deja de dar lidia.
En un rincón de la vitrina observo un muñeco viejo, tuerto, sin cabello porque alguien, algún día, se lo arrancó, con la tez mordida y con mal de tierra que cunde por toda la piel. Le comento: Sonia Isabel, pero, este muñeco desentona en esta colección. Teniendo muñecas tan lindas, ¿por qué no se deshace de éste? Fue como si le hubieran asestado un golpe en el centro de sus más delicados sentimientos. Lo cogió en sus manos, lo miró y luego respondió: Una buena madre quiere por igual a todos sus hijos.
Claro que ella, como toda madre, tiene puestas sus complacencias en aquel hijo que la vida ha maltratado en forma feroz. Aunque eso le choque al resto de muñecos.
OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ
(San José de Caldas, 1944), bachiller del Colegio Santo Tomás de Aquino de Apía (1962) y luego profesor del mismo centro educativo. Profesor de la Universidad de Cundinamarca (1974-1975). Profesor Titular y Profesor Distinguido de la Universidad de Caldas, en Manizales (1976-2001). Primer decano de la Facultad de Artes y Humanidades (1996-1999) y Vicerrector Académico (E.) de la misma Universidad (1996). Premio a la Investigación Científica, Universidad de Caldas, (1997). Primer Puesto en Investigación Universitaria, Concurso Departamento de Caldas-Instituto Caldense de Cultura (2000). Primer Puesto Categoría de Ensayo Nuevos Juegos Florales, Manizales, (1993 y 1995). Miembro Fundador de la Academia Caldense de Historia, Socio Fundador del Museo de Arte de Caldas, Miembro de la Junta Directiva de la Orquesta de Cámara de Caldas. Orden del Duende Ecológico (2008).
* OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ ha publicado las siguientes obras: Geografía dialectal (1984), Funerales de Don Quijote (1987 y 2002), Camino Real de Occidente ( (1988), La Explotación del Volcán (1991), Cartas a Celina (1995), De Supersticiones y otras yerbas (1996), El Paladar de los caldenses (2000 y 2006), Nueve Noches en un amanecer (2001), Del dicho al hecho: sobre el habla cotidiana en Caldas (2001 y 2003), El Español en la alborada del siglo XXI (2002), Los caminos de la sangre (2011), Apía, tierra de la tarde (2011). Su ensayo “El Quijote en Colombia” hace parte de la Gran Enciclopedia Cervantina, de Carlos Alvar (2006).
* “El humanista Octavio Hernández Jiménez contribuye a la afirmación de la cultura popular en Caldas. Él, con ese orgullo caldense que siempre expresa en sus escritos, se ha empeñado en divulgar el folclor regional, pensando siempre en afirmar la identidad y autenticidad de la cultura caldense en el marco y relaciones con la cultura popular colombiana. El humanista caldense tiene una fuerza cultural muy significativa en el conocimiento y cultivo del folclor y en los aspectos diversos de la cultura popular que reflejan la esencia del alma colombiana. Octavio Hernández en su obra transmite la idea de que es necesario fortalecer en los caldenses la conciencia regional y nacional como pueblo de grandes valores y atributos” (Javier Ocampo López, miembro de la Academia Colombiana de la Lengua y de la Academia Colombia de Historia, en el texto “Octavio Hernández Jiménez, el humanista de la caldensidad”, 2001).
Título: Orden del Duende Ecológico.
“República de Colombia/ Alcaldía Municipal San José Caldas/ Nit. 810001998-8/ II Fiestas de Mitos y Leyendas. Resolución Nro 093-08 Octubre 09 de 2008. Por medio de la cual se otorga la Orden del Duende Ecológico. El Alcalde Municipal de San José Caldas, en ejercicio de sus facultades Constitucionales y, CONSIDERANDO: Que mediante el Acuerdo Municipal número 216 de 2008, se creó la Orden Del Duende Ecológico, máxima condecoración que el Alcalde Municipal concede a sus ciudadanos más destacados. Que es deber de esta Administración exaltar las cualidades y virtudes de una Persona Ilustre del Municipio que con su actuar ha dejado en alto el nombre del Municipio. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez es reconocido como un señor íntegro en medio de sus labores misionales, amante de la tradición y cultura propias de nuestra región, las cuales da a conocer como embajador de nuestro municipio a nivel regional y nacional. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez se ha destacado como un insigne señor, cívico por excelencia, colaborador incansable; se ha hecho presente en el desarrollo de importantes programas que han impulsado el progreso de nuestro Municipio, difundiendo ejemplo para presentes y futuras generaciones. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez se ha destacado en el estudio de la influencia de los mitos y leyendas y su divulgación dentro del Municipio de San José Caldas. Que según estudios realizados por el Doctor Octavio Hernández Jiménez, dentro de la historia del municipio se creó la figura del Duende Ecológico para preservar las aguas, nombre que hoy recibe la presente Orden. En mérito de lo expuesto, RESUELVE: Artículo Primero: Otorgar la Orden Duende Ecológico al Doctor Octavio Hernández Jiménez. Artículo Segundo: Exaltar las cualidades de tan ilustre personaje, quien con su excelente desempeño ha dejado un gran legado en el arte de escribir y en la conservación del patrimonio cultural. Artículo Tercero: Hacerle entrega de una placa al Doctor Octavio Hernández Jiménez, en acto público a realizarse el día 09 de octubre de 2008. Artículo Cuarto: Copa de la presente resolución será entregada en nota de estilo al Doctor Octavio Hernández Jiménez, en dicho acto. Comuníquese y cúmplase. Expedida en San José Caldas, a los nueve (09) días del mes de octubre del año dos mil ocho (2008). Daniel Ancízar Henao Castaño, Alcalde Municipal”.
octaviohernandezj@espaciosvecinos.com
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