JORGE HERNÁN ARANGO V., FOTÓGRAFO Y DISEÑADOR GRÁFICO 

 

Octavio Hernández Jiménez 

 

Jorge Hernán Arango Vélez es un manizaleño de la segunda mitad del siglo XX, destacado en el diseño gráfico de afiches, plegables, folletos, periódicos y libros tan exclusivos como “Caldas, Cien Años – Historia y Cultura 1905-2005”, en el que el profesional tuvo a cargo el diseño integral de esta obra, incluidas las fotografías. Todo lo que salía de su estudio y sus manos contaba con sello de calidad y gusto artístico. Su trabajo era totalizador. Como un quijote de la fotografía, emprendió innumerables viajes por el departamento de Caldas y otras regiones de Colombia para captar con sus cámaras el material visual que necesitaba en sus publicaciones. 

 

En esas travesías por los Caminos de Caldas afianzó su relación con el medio social y ambiental en que se desenvuelve la vida de este pueblo que aún está por descubrir y exaltar. De ahí partió el proyecto de editar “El Recreo”, periódico bimensual, cuyo primer número correspondió a los meses de junio y julio de 2013 y se editó hasta 2017. Lo proyectaron como coleccionable de lecturas amenas, bajo la dirección ejecutiva de Beatriz Elena Corrales L., el diseño integral de Jorge Hernán Arango V., y la financiación de la Asociación de bares, restaurantes y cafés (Sibarca). El director y diseñador escogía un tema para cada número y Beatriz los distribuía por los municipios de Caldas. En el proceso llegó la oportunidad de ampliar el lema del periódico con un eslogan que lo resumía todo: “Es tiempo de la lectura, del deleite… es hora de El Recreo”. 

 

Entre los videolibros realizados por Jorge Hernán Arango Vélez hay uno sobre el área urbana y entornos de Manizales con el nombre de “Ciudad de las alturas/City of the heights” y otro, de tamaño heróico como se merece el tema, con el título “Tesón de una estirpe – Catedral Basílica de Manizales” (2007), con guión y textos del Pbro. Horacio Gómez Orozco, de la Academia Caldense de Historia, fallecido en 2022. A Arango Vélez le resultó una odisea captar, con rigor profesional, las fotografías de los vitrales que filtran la luz natural, los cuadros en espacios de luz deficiente y las fotografías viejas que dan a conocer las épocas por las que ha pasado el edificio más icónico de los caldenses. Jorge Hernán tuvo que amarrar la cámara a unos travesaños para que, en un tiempo exacto de ida y regreso, captara cada vitral en todo su esplendor. Los videolibros de Arango Vélez son obras de arte apreciadas por dirigentes caldenses que los adquirieron para obsequiarlos, en navidad, a sus clientes más exclusivos. 

 

Hay que admirar la sensibilidad, la calidad y la técnica de Arango Vélez en el manejo de las cámaras, en las fotografías de los vitrales de la catedral que, por el polvo y la mugre que los empañaban, en el 2007, estaban a la espera de una restauración cada vez más aplazada. Los vitrales lucen impecables, en el libro de la catedral, de Jorge H. Arango V, como acabados de salir de los talleres de Champigneulle y Gerente, en Francia, en París, de Rambusch y Polloni en Italia y de la Casa Velasco de Cali.  En este trabajo tan minucioso, como en los desplazamientos, Jorge Hernán contó con el apoyo necesario, de Beatriz Elena Corrales.  

 

A las siete de la noche de uno de los días de la temporada dedicada a fotografiar los tesoros artísticos de la catedral basílica, Jorge Hernán captó la majestad de una tempestad desde la atalaya de la catedral que perfora el firmamento. Al fotógrafo manizaleño lo conmovían los fenómenos telúricos a cielo abierto, de atardeceres sobre el Tatamá, rocas cenizas en el páramo del Ruiz o arroyos entre cafetales y arrayanes florecidos. 

 

Una anécdota, entre tantas que contaba Jorge Hernán, fue la de las peripecias que pasó para fotografiar las joyas metálicas de la sede arquidiocesana, fundidas en plata, hechas en plata martillada o con baño dorado, que reposaban en las bóvedas del Banco de la República, en Manizales, y que también aparecieron en el libro mencionado. Las directivas de la sede bancaria no accedieron a modificar las condiciones impuestas para penetrar en esos espacios seguros, ni los tiempos de espera, ni los estrictos horarios, ni los celadores que vigilaban cada resuello, ni las incomodidades locativas pues las piezas no podían abandonar los nichos en que reposaban. A pesar de estas precariedades, las fotos se pueden contemplar relucientes y aisladas de su precario contexto, en ese libro que es otra maravilla del arte editorial.  

 

Otra serie de fotografías tomadas por Jorge Hernán Arango, dignas de admiración, son las que hizo de los vitrales de la Casa Velasco de Cali y que lucen en el templo del barrio Villa Pilar de Manizales. En una tertulia sobre vitrales, Jorge Hernán y yo estuvimos de acuerdo en que uno de las mejores vidrieras con que cuenta la capital de Caldas era la de San Pedro Claver ubicada en un hogar de ancianos, a cargo de una comunidad religiosa que ocupa una casa amplia, en el barrio Versalles.  

 

Hablando de producción editorial, Arango Vélez utilizaba los contrastes en los colores, generalmente partiendo del negro profundo y brillante, tal vez con discretos arabescos que les imprimían solemnidad a sus productos cuando tenían que ver con libros o eventos solemnes. A partir de 2012, estuvo muy compenetrado con los pedidos de la curia arquidiocesana que buscaba entronizar en los altares a un piadoso sacerdote. El Pbro. Horacio Gómez le confíaba a Arango Vélez lo que decidía que fuera editado. 

 

La Secretaría de Cultura del departamento de Caldas, bajo la dirección, en ese entonces, de Carlos Arboleda González también le confió a Arango Vélez el diseño de varias colecciones de libros, como la de 2012, en la que se editaron el Carnaval de Riosucio, La Villa de Santiago de Arma, Pasión y Patria, El Sombrero Aguadeño y Diccionario de Emociones. En 2011, diseñó la edición de mi libro “Apía, Tierra de la Tarde” título al que agregó, en la portada, la frase “Música en la Montaña” acorde con la visión del atardecer en el Cerro del Tatamá, la noche estrellada y la silueta de una guitarra, frutos de su imaginación de artista. 

 

Otra razón por la que Jorge Hernán ocupa un sitial privilegiado en la historia del diseño gráfico y bibliografía en Caldas es por su empeño en sacar adelante la colección de la obra de Bernardo Arias Trujillo (2009), para lo que contó con la colaboración y financiación de Lucio Michaelis, propietario universal de los derechos sobre la obra del eximio escritor caldense. 

 

Escuchar a Jorge Hernán rememorando las anécdotas vividas, disfrutadas y padecidas para editar las obras de Bernardo Arias, era apasionante. Pasaba uno absorto oyéndolo reconstruir la crónica menuda como que, luego de publicar en Argentina la obra “Por los caminos de Sodoma”, a Colombia solo importaron diez ejemplares de los que se perdió uno, quemaron ocho y se salvó otro que entró por derecho propio a la casa fuerte de Michaelis. Fue una proeza lograr que alguien muy allegado al empresario permitiera sacar una fotocopia de ese libro y procesar el dibujo de la portada, muy exclusivo, pues fue hecho para la primera edición, con estilo y entornos de la belle epoque. 

 

La mayor parte de las obras de Arias Trujillo quedó con portadas en las que, sobre fondo negro, aparecen figuras que abren el apetito de leerlas: Hasta julio de 2013 había publicado Diccionario de Emociones, En Carne Viva, Por los Caminos de Sodoma, la edición corriente de Risaralda y la edición excelsa (2009), de amplio formato que es todo un alarde de lujo y de buen gusto.  

 

La obra “Risaralda” (2009), fue editada en la Editorial Blanecolor de Manizales, en gran formato, a todo color, papel de alta calidad y una diagramación pensando en el prestigio de la obra, del autor, del editor y en el deleite del lector. Arango Vélez logró de la lectura y la contemplación del diseño y las fotografías un recuerdo inolvidable. 

 

Como se trataba de una edición completa tomada de los originales, aparece la página en que se recuerda que “Risaralda” (1935), no nació como obra literaria sino como guión para una película, por lo que se lee, en la portadilla original, “Escenario y decoración”. Además se señala que fue: ”Filmada en dos estampas… Película en español y hablada en criollo. Reparto: Muñecos principales…, Muñecos mínimos, Afiches decorativos, fondo para filmación y sincronización, objetos ornamentales, Escenario y Decoración”. En 1925, se filmó “Manizales City”, con gran éxito. Al final de lo que se conserva de la película Manizales City, aparecen las ruinas humeantes de la ciudad incendiada. “El teatro Olimpia ya reducido a trágico teatro”. 

 

Y, ¡qué fotografías las que tomó Jorge Hernán para “Risaralda!”. Son más que ilustraciones del texto escrito. El conjunto y distribución de las tomas podrían constituir un texto visual autónomo en el que el fotógrafo y diseñador gráfico perpetúa el universo caldense como no se había logrado antes. 

 

Por fin, Risaralda se impone como un retrato literario y visual del Gran Caldas. El texto literario de Arias Trujillo, unido al texto visual de Jorge Hernán Arango, ante nuestros ojos, descubre lo que fuimos y seguimos siendo. Lo que fue el Valle del Risaralda, contados días después de la Creación, y cómo lo han ido convirtiendo en una zona industrial atiborrada de bagazo, desechos químicos, cauces secos y lluvia de pavesas de caña, fuera de decenas de condominios pero también de desplazados de la violencia, la miseria y las inundaciones.   

 

Jorge Hernán Arango Vélez falleció el 30 de octubre de 2022. 

 

 

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