MARILYN MONROE:
SENSUALIDAD EN NUESTRA ADOLESCENCIA
Octavio Hernández Jiménez
Texto de apertura del Encuentro de Escritores, realizado en Apía (Rda.), los días 11 y 12 de agosto de 2012.
Una de las características del mito es la de que, quienes lo adoptan se apropian de él, padecen por él y tratan de promoverlo desde lo íntimo de sus corazones. Esto es lo que ha pasado con una mona oxigenada, de piernas largas, labios bulbosos, gesto de entrega, antes de que concluyeran sus días, el 5 de agosto de 1962.
Durante mis años de adolescencia, en la segunda parte de la década de los cincuenta del siglo XX, las revistas y el cine llegaban, a Apía, cargados con lo que hubieran hecho, hubieran dejado de hacer, cómo lo hicieron, qué sintieron, qué hicieron sentir, Jacqueline Kennedy y su contendora, en la cama, Marilyn Monroe.
Era fascinante enterarse de ellas y experimentar la placidez de vivir en un mundo feliz, como el descrito por Aldous Huxley. Imaginario y de puros desatinos. Para cambiar de tema, los medios de comunicación nos entretenían con las piruetas de Brigitte Bardot, Sofía Loren, Liz Taylor, Claudia Cardinale, Audry Hepburn.
Misioneras empedernidas de un mundo sensual y lascivo. Besar había vuelto a tomar vigencia después de la sed que secó los labios en la Segunda Guerra. La tersura del cuerpo humano, luego de las heridas sanguinolentas, de las destrucciones masivas, de las cámaras de gas, era una caricia para el tacto.
Marilyn Monroe (MM), cuyo nombre verdadero era Norma Jean Baker, llegó como un hada a sanar, en la imaginación, ciertas urgencias para los sentidos. Digo que, en la imaginación, porque en realidad sus efluvios eran a otro precio. Tony Curtis, que protagonizó con ella “Una Eva y dos adanes” se atrevió a comentar que “Besar a Marilyn es como besar a Hitler”.
La piel de este animal erótico competía, en molicie, con las pieles lujosas de visones blancos que acariciaban su tibio cuerpo. Ese cuerpo se tornaba en alabastro cuando brotaba escultural, desnudo y brillante, a la luz de las cámaras, en la noche de una piscina. Era la Venus Siglo XX que brotaba de la espuma, como en otra escena captada por Boticelli, aunque ella se quejaba de que, para los demás, no era más que “un pedazo de carne”.
Muy en el fondo del morral de cuero, rumbo al Colegio Santo Tomás, cargábamos ejemplares de la Revista Luz, publicación de pequeño formato que divulgaba textos relacionados con el sexo, unos con intenciones didácticas pues se detenían en la anatomía de ambos sexos, a la vez que daba a conocer historietas que alcanzaban el tono del color púrpura por lo que la revista era objeto de persecución inquisitorial.
Don Evelio Aristizábal, el dueño de la Farmacia, dejaba por ahí, como al descuido, algún ejemplar de la Revista Luz esperando que uno de sus cinco hijos varones se atreviera a hojearla (con H) u ojearla (sin H). Qué tal que las autoridades de esa época hubiera tenido conocimiento de ese método de enseñanza. Como ahora, le hubieran arrebatado la custodia de los hijos. ¡Pobre Doña Leda!
Si, después de una pesquisa, fruto de la delación de un compañero, el Señor Rector encontraba el ejemplar de la Revista Luz, en el morral o el escritorio de un alumno, este era expulsado hasta que regresara en compañía de sus padres. Sin embargo, en un tiempo en que no se habían inventado las cátedras de Educación Sexual fue la única forma, aunque solapada, para recibir una precaria instrucción al respecto.
En esa década, empezaban a tomar vuelo el desarrollo de la personalidad, el feminismo, la libertad sexual y otros derechos que, a pesar de los años, siguen causando sarpullidos en varios grupos políticos y religiosos. Curioso que, a pesar del desconocimiento en esos temas, de que aún no habían inventado la píldora anticonceptiva ni el viagra, los embarazos de adolescentes, por ejemplo, no contaban con índices tan altos como cincuenta años después cuando los adolescentes y jóvenes todo lo saben y todo lo practican.
Hubo otra publicación de formato medio, muy en boga, por la década de los sesenta, al alcance de todos y que pertenecía a la cultura de masas. Se trataba de la Revista Life en Español, cuya presentación y contenido no han tenido igual. En sus páginas satinadas, aparecían cuentos y crónicas de periodistas al estilo de Ernest Hemingway y Truman Capote, entrevistas con personajes de alto vuelo al estilo Churchill, De Gaulle y John Kennedy o de más resistencia física ante un micrófono como Fidel Castro pero, ante todo era el vehículo como se daban a conocer los mejores fotógrafos de guerra, de paz, de deportes, de modelos, todos ellos parte del mismo mito feliz de aquellos tiempos.
Grandes figuras de la cultura pop como Elvis Presley y Los Beatles, con sus guitarras, sus peinados y las masas de jóvenes histéricos detrás de ellos, fueron figuras de aquella época que también se dieron a conocer en la difunta Life en Español.
La industria editorial no se saciaba de publicar, en formato de calendarios de bolsillo y en tirajes millonarios, las fotografías de Marilyn aparecidas, en 1953, en la Revista Playboy y que ella repartió amorosamente entre los soldados gringos que luchaban en la guerra de KOREA. Por el tono de su carne blanca y su pose cuan larga era, sobre terciopelo rojo, se asemejaba a un desprevenido delfín rosado. Volviendo a don Evelio Aristizábal, un día doña Leda le pilló varias fotografías de Marilyn pero, como esposa inteligente, sofocó su furia dándole permiso para cargar no más que una fotografía de esas, en la billetera.
Los medios masivos volvían a la carga sobre los amores de esta diva con Joe Di Maggio, Tony Curtis, John y Robert Kennedy y Arthur Miller el de los Trópicos de Cáncer y de Capricornio, novelas publicadas en tosco papel periódico, sepia y quebradizo, que los adolescentes de entonces devorábamos al escondido aunque tuviéramos que confesarnos luego, para poder comulgar el próximo primer viernes. Reproducían la sempiterna escena de “La Tentación vive Arriba” (ó “Comedia del Séptimo Año”), en la que la estrella del celuloide aparece sobre la parrilla del metro y el viento levanta la falda blanca, sorpresa que suscitó en ella una sonrisa coqueta y, en sus admiradores, la mayor explosión de picardía.
En Apía, en varios fines de semana seguidos, a la manera de un incipiente festival de cine, tuvimos la oportunidad de ver las películas “Con faldas y a lo loco”, en la que la Monroe actúa al lado de Tony Curtis; “Vidas rebeldes”, con Clark Gable, una especie de réquiem por el Lejano Oeste; otra cinta que tenía similares escenarios fue “Río sin retorno”, obra muy del gusto de los vecinos de la vereda Matecaña que llegaban los martes, en el bus escalera, a ver películas que, si no eran mexicanas, eran de vaqueros; cuando regresaban a la vereda a las diez y media de la noche, se iban haciendo tiros al aire.
Otras cintas que vimos en ese entonces, en Apía, en ese festival de bajo perfil preparado por Alberto Castaño Abadía, integrante de la familia propietaria del Teatro Bolívar y estudiante de Filosofía y Letras en la Universidad de Caldas y Darío Raigosa, el operario, fueron “Una Eva y dos Adanes”, en la que Marilyn actúa en compañía de Tony Curtis y la última, “Los Caballeros las Prefieren Rubias” que es un contrapunteo entre la mujer que busca un millonario y la que quiere casarse por amor.
Luego, en la Revista Life que llegaba a casa, por correo, aparecieron para deleites secretos, en vísperas de su muerte, las tomas de la película truncada que transcurre en esa piscina que ella abandonó desnuda mientras trataba de cubrirse, de verdad o de mentira, con la levantadora azul celeste.
Vale la pena recordar que, el mayor éxito de la difunta Life consistió en que, antes que cualquier otro medio impreso, utilizó el color con el mayor despliegue y el mayor acierto, en Latinoamérica. Fotografías deslumbrantes. Faltaban unos seis años para que en Colombia aparecieran las primeras ediciones de periódicos a todo color.
Por los años de 1960, las cámaras de fotografía y cine acariciaban pecaminosamente las siluetas de las mujeres más deseadas. Para Nigel Clark, Zimmerman y Sam Haskins fotografiar chicas era una profesión más que un sueño. Personajes del cine que las rodearon o explotaron, para envidia de todos, fueron John Huston, Billy Wilder, Otto Priminger y Howard Hawks.
Las estrellas y modelos de mitad del siglo XX comprendieron que, sus atributos, además de la ropa interior femenina, eran para mostrar, lucir y quitar, con sensualidad, por lo que sus cuerpos, con ropa o sin ella, provocaron el más refinado erotismo en toda la sociedad.
Muchas veces, ante las cámaras, Marilyn aparecía cubierta, si mucho, con la fragancia del costoso perfume Chanel N°5. Los grandes maestros de la imagen tenían en cuenta, siempre, sus ojos y sus gestos. Ian Miles declaraba que los ojos verdes o azules tenían mejores registros ya que los ojos castaños tienden a absorber la luz. Todo aparecía tan fácil y bello.
Confieso que fue a Marilyn Monroe a quien ofrecí los primeros frutos de mi adolescencia.
La temporada de verano, a mitad de 1962, estuvo marcada por dos zozobras en el lapso de una semana. El 30 de julio de ese año, a las dos de la tarde, ocurrió el terremoto con epicentro en el norte del Valle del Cauca, que derribó una torre de la Catedral de Manizales y destruyó la fábrica de Camisas Don Félix, en Pereira, pesadilla que dejó 40 muertos y más de 300 heridos. En Apía destruyó parte del ábside del nuevo templo y la mayor parte de esculturas de semana santa que habían guardado en la sacristía provisional. Se salvó El Judío que sacaban el Viernes Santo, una de las mejores imágenes de la estatuaria religiosa de la región.
El otro terremoto ocurrió, a la semana siguiente, un poco antes de la una de la mañana del 5 de agosto de 1962, en Los Ángeles (California), cuando, debido a una sobredosis de barbitúricos en la que mezcló hidroclorato y Nembutal, Marilyn Monroe se encontró cara a cara con la muerte. Tenía 36 años. Cuando ingresaron a su alcoba encontraron el cadáver con el auricular del teléfono en la mano. Y, aquí, desde entonces, una de las preguntas más inquietantes que todo mundo se ha hecho: ¿A quién intentaba llamar?
La noticia sacudió el mundo y no ha dejado de causar sospechas. Siempre hay lugar para una conjetura más. Se habla de lo que Marilyn ha significado para un tiempo, para una estética, para unos gustos, para unos fracasos, para unas copias no tan afortunadas como la de Madonna. Daniel Samper Pizano comentaba que, en Internet figuraban más citas suyas, muchas de ellas inventadas, que de Aristóteles.
Ni siquiera las aterradoras fotografías del cadáver de la que fuera la mujer más deseada del mundo, con la piel del rostro abotagada, a punto de estallar como cualquier carroña del camino y recién bañada por los empleados de la morgue de Los Ángeles, han logrado destruir la imagen de esa mujer cándida, despistada y melancólica como una flor eterna.
En la noche del 5 de agosto de 2012, como todos los años, en estos cincuenta años, frente a la fotografía de Marilyn adornada con un jarrón de rosas pálidas, entoné, con la cadencia de una oración laica, el texto del nicaragüense Ernesto Cardenal.
Oración por Marilyn Monroe
Señor:
Recibe a esta muchacha conocida en toda la tierra con el nombre de Marilyn Monroe
Aunque ese no era su verdadero nombre
(pero Tú conoces su verdadero nombre, el de la huerfanita violada a los 9 años
Y la empleadita de tienda que a los 16 se había querido matar)
Y que ahora se presenta ante Ti sin ningún maquillaje
Sin su Agente de Prensa
Sin su fotógrafo y sin firmar autógrafos
Sola como un astronauta frente a la noche espacial.
Ella soñó cuando niña que estaba desnuda en una iglesia
(según cuenta el Time)
Ante una multitud postrada, con las cabezas en el suelo
Y tenía que caminar en puntillas para no pisar las cabezas.
Tú conoces nuestros sueños mejor que los psiquiatras.
Iglesia, casa, cueva, son la seguridad del seno materno
Pero también algo más que eso…
Las cabezas son los admiradores, es claro
(la masa de cabezas en la oscuridad bajo el chorro de luz).
Pero el templo no son los estudios de la 20th Century-Fox.
El templo –de mármol y oro- es el templo de su cuerpo
En el que está el Hijo del Hombre con un látigo en la mano
Expulsando a los mercaderes de la 20th Century-Fox
Que hicieron de tu casa una cueva de ladrones.
Señor:
En este mundo contaminado de pecados y retroactividad
Tú no solo culparás a una empleadita de tienda,
Que como toda empleadita de tienda soñó ser estrella de cine,
Y su sueño fue realidad
(pero como la realidad del tecnicolor),
Ella no hizo sino actuar según el script que le dimos
-El de nuestras propias vidas-
Y era un script absurdo.
Perdónala, Señor, y perdónanos a nosotros
Por nuestra 20th Century Fox
Por esta Colosal Superproducción en la que todos hemos trabajado.
Ella tenía hambre de amor y le ofrecimos tranquilizantes.
Para la tristeza de no ser santos
Se recomendó el Psicoanálisis.
Recuerda, Señor, su creciente pavor a la cámara
Y el odio al maquillaje
-insistiendo en maquillarse en cada escena-
Y cómo se fue haciendo mayor el horror
Y mayor la impuntualidad a los estudios.
Como toda empleadita de tienda soñó ser actriz de cine.
Y su vida fue irreal como un sueño que un psiquiatra interpreta y archiva.
Sus romances fueron un beso con los ojos cerrados
Que cuando se abren los ojos
Se descubre que fue bajo reflectores y apagan los reflectores
Y desmontan las dos paredes del aposento
(era un set cinematográfico)
Mientras el director se aleja con su libreta
Porque la escena ya fue tomada.
Señor:
Quienquiera que haya sido el que ella iba a llamar
Y no llamó
(y tal vez no era nadie o era Alguien cuyo número no está
en el Directorio de Los Ángeles)
Contesta Tú al teléfono.
De Marilyn, aún quedan recuerdos que poco a poco se irán extinguiendo de este escenario siempre improvisado que es la vida del hombre; renovadas fotografías en todas las poses y tamaños, camisetas que siguen estando de moda, objetos de diseñadores pop y películas que se persiguen con la mayor expectativa.
Andy Warhol, con el retrato reproducido hasta el infinito, y Elton John con su melodía triste Candle in the Wind, son los profetas de una mujer mítica que se atrevió a dar este veredicto sobre su misma persona: “Supe que le pertenecía al público del mundo no porque fuera bella sino porque nunca le había pertenecido a nadie más”.
OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ
(San José de Caldas, 1944), bachiller del Colegio Santo Tomás de Aquino de Apía (1962) y luego profesor del mismo centro educativo. Profesor de la Universidad de Cundinamarca (1974-1975). Profesor Titular y Profesor Distinguido de la Universidad de Caldas, en Manizales (1976-2001). Primer decano de la Facultad de Artes y Humanidades (1996-1999) y Vicerrector Académico (E.) de la misma Universidad (1996). Premio a la Investigación Científica, Universidad de Caldas, (1997). Primer Puesto en Investigación Universitaria, Concurso Departamento de Caldas-Instituto Caldense de Cultura (2000). Primer Puesto Categoría de Ensayo Nuevos Juegos Florales, Manizales, (1993 y 1995). Miembro Fundador de la Academia Caldense de Historia, Socio Fundador del Museo de Arte de Caldas, Miembro de la Junta Directiva de la Orquesta de Cámara de Caldas. Orden del Duende Ecológico (2008).
* OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ ha publicado las siguientes obras: Geografía dialectal (1984), Funerales de Don Quijote (1987 y 2002), Camino Real de Occidente ( (1988), La Explotación del Volcán (1991), Cartas a Celina (1995), De Supersticiones y otras yerbas (1996), El Paladar de los caldenses (2000 y 2006), Nueve Noches en un amanecer (2001), Del dicho al hecho: sobre el habla cotidiana en Caldas (2001 y 2003), El Español en la alborada del siglo XXI (2002), Los caminos de la sangre (2011), Apía, tierra de la tarde (2011). Su ensayo “El Quijote en Colombia” hace parte de la Gran Enciclopedia Cervantina, de Carlos Alvar (2006).
* “El humanista Octavio Hernández Jiménez contribuye a la afirmación de la cultura popular en Caldas. Él, con ese orgullo caldense que siempre expresa en sus escritos, se ha empeñado en divulgar el folclor regional, pensando siempre en afirmar la identidad y autenticidad de la cultura caldense en el marco y relaciones con la cultura popular colombiana. El humanista caldense tiene una fuerza cultural muy significativa en el conocimiento y cultivo del folclor y en los aspectos diversos de la cultura popular que reflejan la esencia del alma colombiana. Octavio Hernández en su obra transmite la idea de que es necesario fortalecer en los caldenses la conciencia regional y nacional como pueblo de grandes valores y atributos” (Javier Ocampo López, miembro de la Academia Colombiana de la Lengua y de la Academia Colombia de Historia, en el texto “Octavio Hernández Jiménez, el humanista de la caldensidad”, 2001).
Título: Orden del Duende Ecológico.
“República de Colombia/ Alcaldía Municipal San José Caldas/ Nit. 810001998-8/ II Fiestas de Mitos y Leyendas. Resolución Nro 093-08 Octubre 09 de 2008. Por medio de la cual se otorga la Orden del Duende Ecológico. El Alcalde Municipal de San José Caldas, en ejercicio de sus facultades Constitucionales y, CONSIDERANDO: Que mediante el Acuerdo Municipal número 216 de 2008, se creó la Orden Del Duende Ecológico, máxima condecoración que el Alcalde Municipal concede a sus ciudadanos más destacados. Que es deber de esta Administración exaltar las cualidades y virtudes de una Persona Ilustre del Municipio que con su actuar ha dejado en alto el nombre del Municipio. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez es reconocido como un señor íntegro en medio de sus labores misionales, amante de la tradición y cultura propias de nuestra región, las cuales da a conocer como embajador de nuestro municipio a nivel regional y nacional. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez se ha destacado como un insigne señor, cívico por excelencia, colaborador incansable; se ha hecho presente en el desarrollo de importantes programas que han impulsado el progreso de nuestro Municipio, difundiendo ejemplo para presentes y futuras generaciones. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez se ha destacado en el estudio de la influencia de los mitos y leyendas y su divulgación dentro del Municipio de San José Caldas. Que según estudios realizados por el Doctor Octavio Hernández Jiménez, dentro de la historia del municipio se creó la figura del Duende Ecológico para preservar las aguas, nombre que hoy recibe la presente Orden. En mérito de lo expuesto, RESUELVE: Artículo Primero: Otorgar la Orden Duende Ecológico al Doctor Octavio Hernández Jiménez. Artículo Segundo: Exaltar las cualidades de tan ilustre personaje, quien con su excelente desempeño ha dejado un gran legado en el arte de escribir y en la conservación del patrimonio cultural. Artículo Tercero: Hacerle entrega de una placa al Doctor Octavio Hernández Jiménez, en acto público a realizarse el día 09 de octubre de 2008. Artículo Cuarto: Copa de la presente resolución será entregada en nota de estilo al Doctor Octavio Hernández Jiménez, en dicho acto. Comuníquese y cúmplase. Expedida en San José Caldas, a los nueve (09) días del mes de octubre del año dos mil ocho (2008). Daniel Ancízar Henao Castaño, Alcalde Municipal”.
octaviohernandezj@espaciosvecinos.com
Compartir
Sitios de Interés
Escribir comentario