NORTECALDENSES POR EL BAJO OCCIDENTE
Octavio Hernández Jiménez
Muchos antioqueños y nortecaldenses no detuvieron sus pasos en las lomas del Bajo Occidente sino que siguieron de largo pues anhelaban ir a calentar y dar reposo a sus huesos en el plácido Valle del Cauca, ya fuera en Cartago, llamada la Puerta de Oro del Valle para los paisas que buscaban ese alar, o en Zarzal, Tuluá, Buga, Palmira o Cali sitios en los que cada remesa de paisanos siempre fue bien recibida. A ciertos montaraces les hacían tanta falta las breñas dejadas atrás que, al llegar al Valle, se remontaban por las cumbres de Ansermanuevo, El Águila, El Billar y El Cairo.
Para una persona del norte de Caldas que decidiera buscar vida en el Valle del Cauca le resultaba más directo cruzar el río Cauca por el Paso de Bufú o por el actual Kilómetro 41 (Paso de Velásquez) y remontar el trayecto en contravía de la corriente, que hacer el recorrido por los tragadales de Neira, Manizales, Villamaría, Chinchiná, Santa Rosa y Pereira. En tarabita, se cruzaba el encrespado río y se avanzaba, más directo, había menos abismos, no había que subir y bajar tantos precipicios como los que se topaba si se decidía avanzar por la ruta de la cordillera central.
Escogiendo el Bajo Occidente como territorio de paso, se evitaba esa cruel bajada de Pueblo Rico al Guacaica, la empinadísima subida del Guacaica a la Cuchilla del Salado y Manizales, el descenso a Villamaría y posterior travesía por peñascos y caseríos. El Valle del Cauca fue un espejismo no solo para nortecaldenses sino también para una ingente masa de antioqueños y, en general, de habitantes del Gran Caldas que soñaron con un norte, al sur.
Escasamente mencionado es el cruce del Cauca por parte de los colonizadores que llegaban de Medellín, Sonsón, Abejorral, en el centro y sur del actual Departamento de Antioquia, hacia el Occidente de Caldas y el Valle del Cauca, al sur. Se ha aceptado, como algo incontrastable, que de pueblos como Sonsón, Abejorral, Rionegro, Arma, Aguadas, Pácora o Salamina, bajaban derecho, en línea vertical según el mapa de la región, únicamente por el norte de Caldas que hasta 1905 fue sur de Antioquia. No.
El Camino de Popayán partía de Medellín, pasaba por Rionegro, Armaviejo, cruzaba el río Cauca por el Paso de Bufú, continuaba a Anserma y ahí tenía las opciones de ir por Apía, occidente del Valle, Cali hasta Popayán o por San Joaquín, San José, Belalcázar, Marsella, hasta Pereira y las localidades del Quindío. Otros no iban hasta Anserma sino que, como el viejo Santos Hernández y su joven esposa María de los Ángeles Londoño, de una vez, detenían o apresuraban los pasos, por la Cuchilla de Belalcázar.
Había otra opción menos difundida hasta ahora. Los aventureros que iban de afán emprendían el viaje bordeando la azarosa corriente del Cauca, desandando la llamada “Trocha del Indio”. Nada parecido a los soñolientos playones que forma el río Cauca en La Virginia. Es tan escabrosa el área comprendida entre La Virginia y Arauca que bien podría emparentarse con el sector de Aguascalientes, en la base de Macchu Pichu.
El embravecido Cauca, en este sector, corre por el vértice que formó un cataclismo, hace setenta millones de años, de una cordillera sepultada entre la actual cordillera occidental y la central de la que no quedó más que la cresta que conocemos como Cuchilla de Belalcázar o Cuchilla de Todos los Santos. Juan Bautista Sardela, autor de “Relación del descubrimiento de las provincias de Antioquia por Jorge Robledo”, (1550), describe el intento que hicieron los españoles de bajar en unas balsas por el sector entre La Virginia y el actual caserío de Arauca y de allí subir a Anserma pero no pudieron hacerlo y tuvieron que abandonar el intento en el sitio que, a partir de ese momento, empezó a llamarse Chorro o Salto de los Chapetones. Se las arreglaron para pasar al lado occidental del río y coger la trocha, a pie, por la Loma de Anserma hasta el destino buscado. El mencionado sector es de estas características:
“Nos arremetió el raudal y nos llevó de peña en peña, dando en ellas tan grandes golpes con las balsas que se deshacían y hacían pedazos … hacía aquí una estrechura el río grande, de dos sierras que se ajuntaban por una banda y por la otra, y de una sierra al pie de ella salía dentro del agua un peñasco grande y allí el agua hacía remolinos; y así como las barcas desembocaban por aquella estrechura, parecía que fueran a hacerse pedazos en aquella peña y como el remolino era tan grande no dejaba pasar las balsas adelante; todos desecharon muy gran trecho el río abajo y la gente que en ellas iba se escapó a Dios misericordia” (J.B. Sardela, 2007, p.126).
Ante tan escabroso panorama por el que avanza la Trocha del Indio, los nortecaldenses más precavidos y menos apurados, en la segunda parte del siglo XIX y comienzos del XX, ascendían hasta donde quedó asentado San José, continuaban por lo alto hasta La Habana para descolgarse a Beltrán, en el Cauca, o seguían hasta Belalcázar, para descender a La Virginia en donde enrumbaban a Cartago u otras localidades, puertos de sus aspiraciones.
Cuando alguno de los nortecaldenses que se detenían en alguno de los pueblos o caseríos del Bajo Occidente y prosperaba, en negocios o fincas, recurría, en muchos casos, a proponer a otros familiares que se habían quedado casi sin esperanzas que se trasladaran como expendedores en sus tiendas o agregados de sus nuevas propiedades. Con sinnúmero de privaciones o ciertas ventajas los agregados ahorraban el dinero necesario para hacerse a una propiedad para sí y su familia. El futuro, por fin, les sonreía, en la Cuchilla de Todos los Santos.
OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ
(San José de Caldas, 1944), bachiller del Colegio Santo Tomás de Aquino de Apía (1962) y luego profesor del mismo centro educativo. Profesor de la Universidad de Cundinamarca (1974-1975). Profesor Titular y Profesor Distinguido de la Universidad de Caldas, en Manizales (1976-2001). Primer decano de la Facultad de Artes y Humanidades (1996-1999) y Vicerrector Académico (E.) de la misma Universidad (1996). Premio a la Investigación Científica, Universidad de Caldas, (1997). Primer Puesto en Investigación Universitaria, Concurso Departamento de Caldas-Instituto Caldense de Cultura (2000). Primer Puesto Categoría de Ensayo Nuevos Juegos Florales, Manizales, (1993 y 1995). Miembro Fundador de la Academia Caldense de Historia, Socio Fundador del Museo de Arte de Caldas, Miembro de la Junta Directiva de la Orquesta de Cámara de Caldas. Orden del Duende Ecológico (2008).
* OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ ha publicado las siguientes obras: Geografía dialectal (1984), Funerales de Don Quijote (1987 y 2002), Camino Real de Occidente ( (1988), La Explotación del Volcán (1991), Cartas a Celina (1995), De Supersticiones y otras yerbas (1996), El Paladar de los caldenses (2000 y 2006), Nueve Noches en un amanecer (2001), Del dicho al hecho: sobre el habla cotidiana en Caldas (2001 y 2003), El Español en la alborada del siglo XXI (2002), Los caminos de la sangre (2011), Apía, tierra de la tarde (2011). Su ensayo “El Quijote en Colombia” hace parte de la Gran Enciclopedia Cervantina, de Carlos Alvar (2006).
* “El humanista Octavio Hernández Jiménez contribuye a la afirmación de la cultura popular en Caldas. Él, con ese orgullo caldense que siempre expresa en sus escritos, se ha empeñado en divulgar el folclor regional, pensando siempre en afirmar la identidad y autenticidad de la cultura caldense en el marco y relaciones con la cultura popular colombiana. El humanista caldense tiene una fuerza cultural muy significativa en el conocimiento y cultivo del folclor y en los aspectos diversos de la cultura popular que reflejan la esencia del alma colombiana. Octavio Hernández en su obra transmite la idea de que es necesario fortalecer en los caldenses la conciencia regional y nacional como pueblo de grandes valores y atributos” (Javier Ocampo López, miembro de la Academia Colombiana de la Lengua y de la Academia Colombia de Historia, en el texto “Octavio Hernández Jiménez, el humanista de la caldensidad”, 2001).
Título: Orden del Duende Ecológico.
“República de Colombia/ Alcaldía Municipal San José Caldas/ Nit. 810001998-8/ II Fiestas de Mitos y Leyendas. Resolución Nro 093-08 Octubre 09 de 2008. Por medio de la cual se otorga la Orden del Duende Ecológico. El Alcalde Municipal de San José Caldas, en ejercicio de sus facultades Constitucionales y, CONSIDERANDO: Que mediante el Acuerdo Municipal número 216 de 2008, se creó la Orden Del Duende Ecológico, máxima condecoración que el Alcalde Municipal concede a sus ciudadanos más destacados. Que es deber de esta Administración exaltar las cualidades y virtudes de una Persona Ilustre del Municipio que con su actuar ha dejado en alto el nombre del Municipio. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez es reconocido como un señor íntegro en medio de sus labores misionales, amante de la tradición y cultura propias de nuestra región, las cuales da a conocer como embajador de nuestro municipio a nivel regional y nacional. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez se ha destacado como un insigne señor, cívico por excelencia, colaborador incansable; se ha hecho presente en el desarrollo de importantes programas que han impulsado el progreso de nuestro Municipio, difundiendo ejemplo para presentes y futuras generaciones. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez se ha destacado en el estudio de la influencia de los mitos y leyendas y su divulgación dentro del Municipio de San José Caldas. Que según estudios realizados por el Doctor Octavio Hernández Jiménez, dentro de la historia del municipio se creó la figura del Duende Ecológico para preservar las aguas, nombre que hoy recibe la presente Orden. En mérito de lo expuesto, RESUELVE: Artículo Primero: Otorgar la Orden Duende Ecológico al Doctor Octavio Hernández Jiménez. Artículo Segundo: Exaltar las cualidades de tan ilustre personaje, quien con su excelente desempeño ha dejado un gran legado en el arte de escribir y en la conservación del patrimonio cultural. Artículo Tercero: Hacerle entrega de una placa al Doctor Octavio Hernández Jiménez, en acto público a realizarse el día 09 de octubre de 2008. Artículo Cuarto: Copa de la presente resolución será entregada en nota de estilo al Doctor Octavio Hernández Jiménez, en dicho acto. Comuníquese y cúmplase. Expedida en San José Caldas, a los nueve (09) días del mes de octubre del año dos mil ocho (2008). Daniel Ancízar Henao Castaño, Alcalde Municipal”.
octaviohernandezj@espaciosvecinos.com
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