RETRATO DE UN HOMBRE GENTIL   

 

Octavio Hernández Jiménez

 

(Con el frustrado traslado de los restos del Padre Nazario Restrepo del templo de la  Inmaculada, en Manizales, al templo de Viterbo y la ceremonia con el Nuncio Papal, el 28 de febrero de 2011, se abrieron los actos conmemorativos del Primer Centenario de la firma del Acta y la Fundación de este bello municipio caldense).


Ante la carencia de centros educativos fue común que muchos padres familia, en el Departamento de Caldas, en la primera parte del siglo XX, enviaran a sus hijos, sobre todo varones, a estudiar a Popayán.


En San José de Caldas,  José de los Santos y María de los Ángeles mandaron a su hijo Octavio a cursar los últimos años de primaria y el bachillerato, en el Colegio de los Hermanos Cristianos, en la capital del Cauca. 


Cuentan que el adolescente, a veces llorando, a caballo, bajaba hasta La Virginia y allí subía al vapor que lo transportaba hasta Puerto Tejada. Por tierra, llegaba a la Ciudad Blanca. Desandaba el mismo camino para regresar a vacaciones en casa.


En la ciudad preclara, tuvo oportunidad de tratar al poeta, escritor, diplomático y político Guillermo Valencia (1873-1943), en las temporadas que este personaje pasaba en su tierra natal. El Poeta era el papa del Modernismo en Colombia y, por tanto, aficionado a  temas y parafernalias foráneas.


En charlas, el muchacho contó al  Maestro que el Pbro. Nazario Restrepo Botero (1877-1931), párroco de Apía, se detenía en su casa, en San José, a almorzar, descansar o contar anécdotas de sus actividades, cuando el cura viajaba de su parroquia a Manizales o cuando se dirigía de esta ciudad a la ciudad de Tucarma.


Al respecto: don  Luis Londoño, en su “Manizales: Contribución al estudio de su historia…”, cuenta que cuando las huestes se preparaban para una de tantas batallas de la Guerra Civil que azotó a Colombia en 1876, el Padre Nazario  colocaba a todos los que podía, pero en especial a los soldados de Manizales, un escapulario del Corazón de Jesús” (p.84). Sin embargo, no se entiende cómo pudo hacerlo pues esa campaña se desarrolló antes del nacimiento del Padre Nazario ocurrido en Sonsón, dice la partida de bautismo,  el 28 de abril de 1877”.


Esa imprecisión puede hacer parte de un incipiente proceso encaminado a convertir en leyenda a este clérigo y humanista. Tal vez buscan hacer de él algo así como lo que lograron los españoles con el Cid Campeador al que  pusieron a ganar batallas, montado en su caballo Babieca, después de muerto. “¡Éxie el Cid, cuán fermoso apuntaba!”.


Sobre esas escaramuzas legendarias, comentemos que el viernes 8 de abril de 2011 se llevó a cabo en Manizales, concretamente en el Auditorio de la Universidad Nacional Sede Palogrande, un evento encaminado a recoger dineros para  reconstruir la Capilla de San Pío X, en La Enea, que se incendió, en la noche del 24 de diciembre de 2010, debido a las pésimas instalaciones eléctricas puestas en la sacristía por personal no idóneo para esos menesteres. El Párroco, por una cadena de emisoras, a las 9 de la mañana, comentó que el templo tuvo su origen cuando, en 1876, el Padre Nazario Restrepo pidió permiso al Obispo de Medellín para edificar esa capilla como ofrenda hecha a Dios para que cesara la Guerra Civil que ensangrentaba al país en ese momento. Con seguridad se trataba de un sacerdote respetable tanto que el obispo le concedió lo pedido.  ¿Cómo así que Nazario pidiendo permiso en 1876 cuando le faltaba un año y 20 días exactos para nacer?      

A veces los mitos son tan burdos que más parecen asunto de ignorancia crasa o de embustes piadosos.


G. Valencia había recibido ejemplares de algunas obras versificadas de Nazario entre las que se cuentan La Isla Encantada, Mística Boda, Celestial Embajada a María o la polémica en prosa Paganismo o Historia de las Religiones Falsas. También pudo haberle enviado dibujos y carboncillos que Nazario realizaba con alegorías mitológicas, como viñetas, para adornar textos  parnasianos o muchos otros de entonación grecolatina a la que ambos eran aficionados.


Nazario pretendió cantar, en sus sonetos, las glorias de los grandes artistas siguiendo el dictamen de Valencia, según el cual el soneto debe ser como un león: cabeza grande y resonante cola. En el soneto dedicado a Miguel Ángel concluye con la conocida defensa a la libertad creadora: “… pero en arte son papa los artistas”. Esto provocó la ojeriza, hacia el Padre Nazario, por parte de miembros de su mismo gremio.

Por la búsqueda de la perfección formal se dice que los versos de ambos son piezas talladas en mármol helado. G. Valencia se defendió de quienes lo atacaban de ser un burgués empedernido, con su kilométrico poema de corte social Anarkos y N. Restrepo con su alegato La Piedra Fundamental del Edificio Social o El Papado. Fueron contemporáneos de cuerpo y alma.


Valencia aprovechó un viaje de Octavio a la casa ubicada sobre el Camino Real de Occidente  para enviarle a Nazario una fotografía suya, con amable dedicatoria.

Fuera de excelentes libros de su biblioteca que el Maestro Valencia le prestaba para leer en vacaciones, el muchacho trajo la fotografía, a casa, en donde le comentaron que el Padre Nazario  hacía tiempo no pasaba por ahí pues había sido nombrado para otra parroquia.

La fotografía, en blanco y negro, de 20 por 25 centímetros,  quedó a la espera de encontrar con quién hacerla llegar a su destinatario. Octavio viajó a Europa a cursar estudios superiores; cuando regresó, el Padre Nazario había fallecido, en Manizales, el 29 de junio de 1931. La fotografía entró, con todos los honores, a ocupar una página del álbum familiar.


En la fotografía, el poeta,  con unos cincuenta años sobre los hombros, luce cuidada barba y posa cual otro Moisés, con un libro en la mano  izquierda, en vez de las tablas de la Ley que exhibe el personaje bíblico. Luce un gorro de los que usaban los cosacos para mitigar el frío. Al pie de la foto, la dedicatoria escrita con fina tinta: Al eximio humanista Doctor Nazario Restrepo, en testimonio de gratitud, veneración y aprecio. Su admirador, Guillermo Valencia, 1929”.


La veneración y el aprecio’ de Valencia hacia este humanista no eran gratuitos.  En ese 1929, habían proclamado a Nazario, en Manizales, como “Maestro de la Juventud” y lo habían ungido como precursor del Grecolatinismo en Caldas. Especie de modernismo chapado  a la antigua. 


Colonias de hongos han atacado la foto, en el transcurso de 82 años. Pero Valencia sigue ahí, mirando desde su marco dorado, en un rincón de la sala, como tributo a la nostalgia. Todos los referentes de la crónica están muertos. Sin embargo, Nazario sigue siendo referente espiritual para Viterbo, el pueblo fundado bajo su dirección inmediata, hace cien años (1911-2011).

 

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