VITRALES DE LA CATEDRAL DE MANIZALES

 

Octavio Hernández Jiménez

 

Desde el principio de los tiempos, la luz ha estado dotada de implicaciones místicas. En el comienzo del Génesis, habló Dios para ordenar: “Hágase la luz. Y se hizo la luz” y en el Nuevo Testamento exclamó “Yo soy la luz del mundo” (Lux Mundi), sentencia que un poeta redondeó con aquello de: “Yo soy la luz y no me ven”. El Espíritu de Dios se encarnó, según el Padre Gaspar Astete, “como un rayo de sol que pasa por un cristal sin romperlo ni mancharlo”.

 

La luz y la sombra, su complemento, han estado ligadas, desde cuando se inventó el vidrio, a la imagen del arte y el misterio. En las catedrales medievales de Europa, como complemento del arte gótico, la ubicación de vitrales o vidrieras, con temas bíblicos o de doctrina cristiana, se convirtió en una deslumbrante lección de catequesis para los fieles.

 

Los vitrales, en los templos del occidente colombiano, han sido objetos de gran admiración y contemplación. En los templos levantados de acuerdo con los parámetros del arte gótico, sea en cemento o en madera, como ha sucedido en Caldas, los vitrales han encajado en esos espacios, de forma admirable. Significan más que un simple complemento piadoso de la decoración religiosa.

 

CATEDRAL BASÍLICA

 

Las vidrieras instaladas en la Catedral Basílica de Manizales, entre la mitad de la década de los cincuenta y la mitad de la década de los setenta del siglo XX, en su mayoría, son mucho más que exaltaciones de la luz radiante y la apacible penumbra. El acopio de vitrales que alberga la catedral basílica es de origen extranjero y colombiano. Los Padres de la Iglesia son de la Casa Rambusch, de Nueva York, igual que Apoteósis de María  y el Te Deum. Del holandés Joep Nicolás son los vitrales de la Capilla del Santísimo. Guido Polloni es el autor de los vitrales de Cristo Rey y Los Doce Apóstoles.  Los hermanos Enrique y Alfredo Gerente, franceses, se encargaron de la Vida de Jesús. La obra más antigua y admirada del conjunto de vitrales de la catedral de Manizales es la Pieta de Charles Champigneulle (1871).

 

El rosetón mayor, sobre la puerta principal que da a la plaza de Bolívar, sustituyó a otro sobre la Santísima Trinidad, colocado, allí mismo, a comienzos de la década de los 60 del siglo XX. Se elaboró en un taller provisional ubicado en la actual cripta de la catedral y estuvo a cargo del catalán Ismael Font. El arzobispo Duque Villegas mandó desmontarlo, en 1968. Según él, la composición  era poco afortunada y su colorido muy escandaloso. Mirándolo desde el interior del templo, mostraba el perfil del rostro de un anciano correspondiente al Padre, al lado derecho; el perfil de un rostro adulto del Hijo, al izquierdo y, en el centro, uniendo con sus alas los dos perfiles, la paloma blanca del Espíritu Santo. Esos rostros fueron sustituidos por el rosetón de juegos geométricos al estilo de un caleidoscopio, realizado por Mario de Ayala. No es una obra expresionista como la que había antes en ese sitio y a la vez no ha sido tan polémica.

 

En la Casa Velasco de Cali, Mario de Ayala  fraguó los gigantescos y complejos rosetones laterales en que se canta La Redención y La Encarnación, con diseños de Alberto Martorell, de la Academia de Artes de París y LeandroVelasco que ganó el concurso para instalar los vitrales de la catedral de Washington. 

 

Mario de Ayala había llegado a Colombia, procedente de España, en 1951, a la edad de 18 años, en compañía de su padre, a instalar unos vitrales en el templo de San Judas, en Cali, y resolvió quedarse. Luego, instaló vitrales a lo largo de Colombia y algunos países de Latinoamérica.

 

Otros vitrales del español Mario de Ayala, en la Catedral Basílica de Manizales, son:  El Bautismo de Jesús, El Buen Samaritano, El Hijo Pródigo, Las Vírgenes Necias y Santa Cecilia.

 

Mario de Ayala Moya, quien realizó, 10 de los 70 vitrales con que cuenta la catedral basílica, murió, en Cali (Valle), a mediados de noviembre de 2011. En su última visita a Manizales, en abril de 2011, clamó ante el lamentable descuido que observó en los vitrales catedralicios. En ese entonces declaró: “Los que más me han preocupado son los vitrales que están en el coro; parte son míos y otros de franceses, los cuales son la mayor joya de la Catedral, pues tienen hasta 160 años y su costo es invaluable”.

 

Los vitrales cuentan con la exclusividad y la delicadeza de su materia prima, el vidrio. Se quiebran por cualquier causa: terremotos, huracanes,  piedras lanzadas por gente insensible o que  expulsan las llantas de los vehículos que circulan por las calles; la temperatura;  el estallido de una bomba; la falta de cuidado al trasladarse con escaleras o cualquier mueble; cuando arman andamios; cuando soplan vientos o hay granizadas; en fin, aún sin saber por qué, los vitrales aparecen rotos. Motivos anteriores y otros más hicieron que, para comienzos del siglo XXI, cuando los vitrales de la catedral de Manizales cumplían cincuenta años de instalados, ya se observaban orificios por donde penetraban directamente los rayos del mundo exterior además del polvo y la mugre, a lo que se añade el estiércol de  palomas y gallinazos.

 

En el año 2017, contaron 3.692 fracturas en los vitrales de la catedral, fuera de los vidrios deformados o curvos. Remediar esos daños es difícil y costoso hasta el punto de tener que restablecer los vidrios rotos con vidrios adquiridos en los talleres de origen sea en Colombia o en el exterior pues un color tiene tonalidades distintas según la fábrica, la materia prima, la temperatura o el espesor. Así lo ordenan los estatutos de restauración.

 

El 10 de marzo de 2015, casi 4 años después de que Mario de Ayala lanzara el SOS sobre el estado de conservación de los vitrales de la catedral de Manizales, difundieron la noticia de que el Ministerio de Cultura acababa de apropiar la suma de 400 millones de pesos (el dólar estaba a 2.600 pesos), con destino a la restauración de las vidrieras del emblemático templo. Por haber sido declarada Bien de Interés Cultural de la Nación (1984), el dinero llegaría por medio de la Secretaría de Cultura del departamento de Caldas pero, tal vez, debido a la campaña política para las elecciones de octubre de ese año, nadie volvió a interesarse por el tema. Luego se supo que el dinero asignado sirvió para hacer los estudios técnicos de lo que había y de lo que se requería hacer.

 

De acuerdo con los estudios, había esperando trabajos de restauración 70 vitrales en la Catedral Basílica de Manizales; 22 en el primer piso, 25 en el segundo, 20 en el tercero y 3 rosetones gigantescos que suman más de 900 metros cuadrados de vidrieras artísticas. Hay vitrales que tienen más de 300 vidrios. El más antiguo es de 1860 La obra de restauración de estas vidrieras empezaría en 2019  y tendría un presupuesto de 3.500 millones de pesos (un dólar costaba 3.000 pesos). Ese dinero fue asignado durante la administración del presidente Iván Duque. Gustavo Adolvo Castañeda, secretario de la junta cívica de la catedral ya había dado a conocer que los vitrales tenían más de 1.500 fracturas.

 

El 31 de enero de 2019 llegó a Manizales la ministra de Cultura con el fin de firmar el convenio entre el Ministerio sde Cultura y la Gobernación de Caldas para iniciar los trámites de licitación internacional para la restauración de los vitrales de la catedral, por un costo de 3.500 millones de pesos (un dólar costaba 3.200 pesos). De esa suma, la Gobernación de Caldas, a cargo del doctor Guido Echeverri aportó 2 mil millones de pesos provenientes del rubro de Regalías asignados a Caldas.  En esa fecha se calculó que la obra culminaría en unos tres años.

 

“Este es un día especial para Manizales y Caldas porque se dio la articulación entre la Arquidiócesis y los gobiernos regional y nacional para sacar adelante este proyecto” dijo, en el acto de la firma del convenio, llevado a cabo en la misma catedral, la ministra de Cultura Carmen Vásquez Camacho. La interventoría la ejercería la Dirección de Patrimonio del Ministerio. El arzobispo Gonzalo Restrepo expresó su punto de vista: “Queremos incrementar el turismo y toda la parte religiosa y cultural que hay en la Catedral”.

 

 

Lo mejor del proyecto está en que los dirigentes soñaban, como culminación de la obra de restauración artística, con abrir una escuela-taller para la elaboración y reparación de vitrales dado el gran número de ellos que adornan los templos del occidente colombiano sin que exista un taller de expertos en el arte de devolverles el brillo y el esplendor originales.

 

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